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Adiós a Jesús Mesa, un caballero del campo que luchó por el reparto del agua

El pasado miércoles fallecía, a los 99 años, este Hijo Ilustre de Tenerife, arafero de pro y presidente de Honor de la Cámara Insular de Aguas que lideró durante varias décadas

Jesús Mesa interviene en un acto público en una imagen de archivo. E. D.

Alto, enjuto y siempre elegante en el vestir durante sus habituales paseos por las calles de Santa Cruz, una costumbre que mantuvo hasta hace poco tiempo. Así podría describirse físicamente a César Jesús Mesa Hernández. Don Jesús, como era conocido y reconocido, se ha ido con discreción y humildad, tal como era en vida. A falta de un año para llegar al centenario fallecía el pasado miércoles este arafero de pro, Hijo Ilustre de Tenerife y presidente de Honor de una Cámara Insular de Aguas que fundó en 1977 y dirigió durante décadas. Pero, sobre todo, un caballero del campo, con la inteligencia propia del conocedor del mundo rural desde niño. Y un experto en el peculiar mundo isleño del agua.

Siempre luchó por el reparto de ansiado líquido elemento por las sedientas tierras de la Isla. En octubre de 2014 recibía el homenaje de la sociedad al ser nombrado Hijo Ilustre de Tenerife. El entonces presidente del Cabildo, Carlos Alonso, lo calificada como un hombre «de consenso». En ese marco destacó su trayectoria humana y profesional además de un trabajo incansable que en todo momento sacaba lo mejor de sí mismo en beneficio de la comunidad. «Inteligencia, habilidad y actitud dialogante y de consenso» en el resumen.

Puso especialmente de manifiesto esa característica en el difícil y convulso periodo que se extendió entre 1985, época de la Ley Nacional de Aguas, hasta 1990 cuando se promulgó la vigente Ley de Aguas de Canarias. De una situación de crispación político-social se pasó a una de consenso absoluto.

Jesús Mesa cerró aquel día su discurso de respuesta con unos versos de Rosalía de Castro, que el propio homenajeado modificó: «Adiós pozos, adiós cuartos y pesetas perdidos en galerías que resultaron fallidas».

César Jesús Mesa Hernández, (Arafo, 1922-S/C de Tenerife 2021) hizo los estudios primarios en su pueblo y realizó la prueba de ingreso para la Enseñanza Secundaria, conforme a la normativa del Ministerio de Instrucción Pública de la República, en junio de 1936, El 18 de julio se produce el alzamiento y da comienzo una guerra civil que afectó a toda su familia, que pertenecía al bando republicano, frustrándose su previsto ingreso en el Bachillerato.

Durante la guerra y posguerra, en los ratos libres que le dejaba el trabajo del campo, –desde los 14 años en los terrenos de sus padres– lee cuanto encuentra. Entre los pocos libros estaba un Código Civil, sin tapas ni índice. Al no tener este último tenía que leer y releer para encontrar lo que le interesaba. Y con su buena memoria recordaba literalmente artículos.

Jesús Mesa era un ávido lector de geografía, historia, filosofía y poesía clásica. También de literatura narrativa aunque le interesaba que fuera verosímil y muy poco fantástica. También tenía interés por la política y deseo de participar, pero su ideal, ausente de demagogia y altruista, no encajaba bien con los tiempos que le tocaron vivir, poco adecuados a una verdadera democracia que siempre fue su ideal.

Tras el servicio militar inició la labor de investigación, perforación y alumbramiento de aguas subterráneas de galerías y luego de pozos. La necesidad práctica le lleva a interesarse por la hidrogeología y el derecho, de forma autodidacta. Miembro de la Junta General y de la Junta de Gobierno del Consejo Insular de Aguas de Tenerife, vocal de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes o consejero de Emmasa durante doce años. Fue distinguido con el primer premio La Aguadora.

Jesús Mesa dedicó toda su vida a promover la actividad y el desarrollo de la captación de aguas subterráneas en la Isla, su transporte, almacenamiento y gestión, con un papel decisivo en esta materia. Primero desde el sector privado y luego como representante de éste ante la Administración.

Buena persona, según quienes lo conocían, y alguien que por su sapiencia podía, y así lo hacía, dar un buen consejo. Se ha ido una figura, pero debajo había alguien íntegro, de vieja escuela en la formación, pero moderno en la actitud ante la vida y frente a los demás. Un caballero que irradiaba con su personalidad desde el campo del su sur natal al mundo.

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