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Espacios naturales | El delicado equilibrio entre la protección y el disfrute

Motos y quads, contra el estigma de agresores del medioambiente

Los aficionados de estos vehículos se defienden de quienes los acusan de causar daños en la naturaleza: «No somos delincuentes»

Miriam Gutiérrez (a la izquierda) junto a una fila de quads en una subida a Las Goteras, en el municipio de El Sauza. E. D.

Practicantes del Enduro y el motocross, así como aficionados a correr con los quads por los montes de la Isla se defienden de las críticas que los acusan de malas prácticas en los espacios naturales de Tenerife. En medio del debate tras el reciente acuerdo plenario del Cabildo para regular la presencia de vehículos a motor en pistas forestales dejan claro que «no somos ningunos delincuentes sino deportistas, vecinos, amigos y compañeros de trabajo muy normales con una afición a compartir con otras personas».

Miguel de la Rosa practica motocross desde hace 30 años y lleva unos seis en la disciplina del Enduro. Se subió a una máquina con 5 para coger el relevo de su padre, el piloto Pablo de la Rosa, con más de cuatro décadas de experiencias. Recuerda que «para competir debemos hacerlo en lugares acotados, así como presentar un estudio de impacto medioambiental y cumplir otros requisitos».

Valora De la Rosa que «con un solo circuito, el de San Miguel, es muy difícil poder desarrollar esta afición con miles de practicantes. Estamos haciendo uno en La Medida (Güímar) y son múltiples las peticiones para utilizarlo».

«Nos gusta la naturaleza tanto como la moto y por eso la respetamos al máximo»

Miguel de la Rosa - Piloto de Enduro

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Valora que «nos ha quitado la Mesa Mota, en La Laguna, porque algunos desaprensivos se han aprovechado de la afición de otros y no vemos bien pagar justos por pecadores». También advierte ese piloto que «de los 2.000 kilómetros de pistas y espacios naturales en la Isla apenas 200 están habilitados. Es necesario pedir un permiso al Cabildo y hay un cupo máximo para 150 personas en un día aunque no suele ser habitual llegar a esa cantidad». Resume: «Se nos controla mucho, tal vez demasiado». En el otro lado de la balanza pone el hecho de que «al endurero nos gusta mucho la naturaleza, a partes iguales con la moto, y por eso la respetamos». Rememora la labor de su padre y otros compañeros durante el gran incendio de Tenerife en 1995 cuando «jugaron un papel importante. Desde llevar bocadillos hasta participar en rescates». Cuenta que «como padre sale cada sábado sin fallar uno al monte. Mi madre lo tiene ya muy asumido».

El principal punto de encuentro de los aficionados al motor en la naturaleza de la Isla «es Las Lagunetas un sábado por la mañana. Ahí se juntan caminantes, caballos, bicicletas o motos».

Tiene claro De la Rosa que «siempre hay quien no cumple las normas, en este colectivo y en todos. Me da mucha rabia que con su actitud nos perjudiquen a todos como demuestra la ocurrido con la Mesa Mota». Al respecto señala: «Los endureros tenemos correctores de ruido y unos neumáticos, aunque sean más caros, que respetan el terreno».

Considera el piloto que somos casi todos mayores de 35 años y salvo excepciones con la cabeza amueblada unidos por la ilusión de llegar a donde no lo hace el coche. No nos gustan ni permitimos en el monte acciones ilegales y si las vemos las denunciamos».

Migue recuerda las principales rutas del Enduro insular: «La del norte hacia el Teide, la del sur y la que, por la pista de El Rayo, lleva desde Las Lagunetas hasta La Matanza». Añade que solo en el Enduro de manera organizada somos unos 50, pero en total pueden ser sobre 300 los practicantes habituales en la Isla».

De la Rosa concluye: «Nosotros intentamos ser respetuosos en la carretera e ir siempre por la derecha. Tal vez para los quads sea más complicado por su anchura pero veo que, en general, también respetan las normas».

Insiste en que «hay que acordarse de aquel incendio el 95 y la actitud de los endureros porque es nuestra filosofía que cuenten con nosotros y que antes de prohibir se dediquen a regular. Y que se acuerden de que somos gente mayor que aconsejamos a los más jóvenes que no hagan lo que no deben en la carretera».

«Hay quien sale al monte a disfrutar y quien sale a hacer el bobo entre trompos»

Miriam Gutiérrez - Aficionada al quad

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Entre quads y carreteras

Miriam Gutiérrez Palmés tiene 30 años. Hace solo cuatro que ha visto cumplido su ilusión de pequeña: tener un quad. Junto a otros compañeros y amigos con los que comparte afición es una habitual de los montes de la Isla. Sabe que están en el ojo el huracán por las supuestas agresiones al medio ambiente. No las niega pero sí desmiente que sea algo generalizado. Al respecto apunta: «No somos delincuentes. Pagamos la matriculación y el seguro, pasamos la ITV, controles de contaminación o de ruido». Y añade: «Cuando nos encontramos con alguien reducimos la marcha y nos paramos para ayudar aun ciclista, a un senderista o a quien lo necesite. Es nuestra forma de actuar».

La Vica, El Rayo, Cuatro Caminos, Las Lagunetas, Las Goteras, Barranco Hondo... Son algunas de las pocas pistas forestales en las que está permitido el paso de los quads. Miriam calcula que en ocasiones especiales se pueden reunir cien aficionados al mismo tiempo. Rechaza el estigma porque «no es justo. Dicen que levantamos polvaceras, pero igual que cualquier otro vehículo cuando la tierra está seca. Ni más ni menos. Pero hay quien no va al monte a pasear disfrutar sino a hacer el bobo con los trompos. Puedo cometer errores pero no es justo que nos culpen de todo. Concluye: «Cómo no voy a respetar la naturaleza si padre trabaja en Medio Ambiente. No me queda otra».

«El monte es de todos»

En el debate abierto esta semana sobre el uso de los espacios naturales tras el acuerdo plenario del Cabildo hay otras opiniones entre los habituales de la naturaleza isleña. Afirman estas fuentes que «el monte, la playa o la montaña son de todos». Y se preguntan: «¿Se imaginan que por un lugar concreto solo pudieran circular los vecinos de ese sitio? No, verdad. Pues es lo mismo». Concluyen que «como sigamos queriendo regular-prohibir todo se nos va a quedar una sociedad de otra época que, precisamente, es la que quieren borrar». Desde esta perspectiva entienden que «este debate, que no queremos alimentar, solo le interesa a los urbanitas». Lo consideran «cansino» y valoran que «así piensa mucha gente». Defienden que estos colectivos «generan mucho movimiento económico en los pueblos. ¿Que se genera alguna molestia? Pues se aguanta». Una manera de verlo tan válida como otra cualquiera.

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