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Espacios naturales | El delicado equilibrio entre la protección y el disfrute

Los ciclistas piden un velódromo insular para reducir los riesgos en la carretera

Miles de personas cogen la bicicleta para llenar cada fin de semana las vías tinerfeñas | Los clubes federados abogan por la prudencia y el estricto cumplimiento de la norma

En solitario, como arriba, en el Parque Nacional de Las Cañadas, los ciclistas disfrutan de los espacios naturales de la Isla.b Andrés Gutiérrez

Tenerife es una Isla con una enorme afición al ciclismo. Las carreras se han convertido con los años en una tradición y, en los últimos tiempos, han aumentado los practicantes como reacción al confinamiento y la pandemia. Son miles los chicharreros que cada fin de semana se enfundan el maillot y cogen la bicicleta para recorrer las vías insulares. Los clubes federados abogan por la prudencia y por un estricto cumplimiento de la normativa vigente cuando se afronta la actividad en las pistas forestales y los espacios naturales protegidos. Defienden la práctica de la sostenibilidad entre quienes suelen recorrer los paisajes insulares y procuran hacerlo sin dejar huella. Las voces autorizadas consideran que la creación de un velódromo insular permitiría, a través de la práctica en la pista, reducir la masificación del medio natural y mejorar las condiciones a la hora de salir a la carretera, así como evitar posibles riesgos.

Los ciclistas piden un velódromo insular para reducir los riesgos en la carretera

Diego Expósito, exciclista federado, sigue dándole a los pedales en sus ratos libres. Es el director del Club Pelotón de Tenerife, que reúne a unos 40 integrantes en distintas categorías. Más de tres décadas de ruta por las vías tinerfeñas le dan la experiencia necesaria para opinar: «Somos conscientes de la necesidad de preservar nuestros espacios naturales. No solo por estar expuestos a una sanción de miles de euros, sino porque nos creemos de verdad la idea de que la conservación es algo imprescindible».

Un pero: «Nos gustaría poder organizar más pruebas, porque cada vez las autoridades son más estrictas con los permisos». En este sentido, recuerda que «en 2020 pudimos hacer muy pocas competiciones, porque las pegas para organizar carreras son muy grandes. Y la pandemia lo complicó todo aún más, todavía»

Expósito calcula que son «miles los que salen los fines de semana en bici a la carretera por diversión o a entrenar. La mayoría lo hace en grupo, como un pelotón». En ocasiones, valora, «coincidimos en el mismo espacio con quads o motos de cross».

De dos en dos y a la derecha.

Aconseja a todos los ciclistas «cumplir con la normativa, circular de dos en dos y siempre a la derecha porque la carretera no es solo nuestra. Y, si es posible, circular por vías con poco tráfico». Destaca dos entre estas últimas: «Las Teresitas (Santa Cruz), los sábados y domingos, de 8 a 11 de la mañana, y los días laborables entre las 5 y los 8 de la tarde; y la TF-28, la carretera vieja del Sur». Diego, veterano del ciclismo tinerfeño, corrobora esa presencia masiva e insiste en que «son miles –hay más de 15.000 personas vinculadas a este mundo entre usuarios y federados, unos 1.000 en la provincia, la inmensa mayoría en Tenerife– los que salen con la bici el fin de semana». Lo argumenta: «Se organizan pelotones de 30 o 40 corredores en Las Teresitas; de 20 a 30 en el circuito de Las Galletas o en un número similar en el Norte, en la carretera que va a Buenavista. Son tres zonas de alta concentración de ciclistas, pero hay más». Expósito analiza que «la pandemia ha sido un factor fundamental para aumentar de manera exponencial la afición al ciclismo en la Isla. Ya existía, con eventos de gran tradición como la Vuelta Ciclista, pero ahora la gente tenía ganas de salir a disfrutar de la naturaleza». Lo resume: «Ha habido quien ha vendido su barco o un vehículo de alta gama y los ha cambiado por la bici». Considera que «esta tendencia ha venido para quedarse. Es el presente y el futuro. Con un mundo añadido que va cada vez a más, el de la bicicleta eléctrica, un auténtico boom».

Conservación y sostenibilidad están presentes junto al placer salir a correr en bici

Velódromo necesario.

Diego Expósito recuerda una vieja petición del mundillo del ciclismo: «Un velódromo insular es algo fundamental y su construcción influiría en todo lo que se debate estos días. Evitaría masificaciones en las carreteras o espacios naturales y prepararía a los jóvenes para salir a ellos con la práctica en la pista». Allí, continúa, «los niños podrían jugar e iniciarse en este deporte, los padres estar tranquilos, los clubes organizar pruebas o jinkamas y los mayores mejorar sus habilidades». Recuerda que «hay algunas escuelas de ciclismo como la de Candelaria que funciona muy bien». Pero, concluye, «a la hora de la verdad hay que salir ala carretera».

Beneficios para todos.

Otra voz es la de los practicantes del ciclismo de montaña en la Isla defienden a través de un manifiesto en redes sociales su actividad específica y rechazan la posibilidad de nuevas restricciones en el acceso a determinadas zonas. Apuntan como beneficios para toda la comunidad en primer lugar contribuir a crear una modalidad de turismo alternativo, sostenible y de calidad. También ser una práctica deportiva saludable para la población en general, el acercamiento al medio natural de forma no contaminante o un uso recreativo compatible con los principales de las pistas. Entienden estas fuentes que su actividad está íntimamente ligada con el cuidado y el respeto por la naturaleza. Como en cualquier colectivo reconocen que siempre hay algunos desaprensivos pero son una minoría entre los amantes de esta disciplina. Solicitan desde una política de fomento de la bicicleta de montaña a un código de buenas prácticas pasando por un medio compatible con la conservación de la naturaleza. También piden elaborar una guía insular de itinerarios para ciclismo de montaña y proponen no reducir las zonas habilitadas para practicar esta afición que es pasión. El compromiso es cumplir la normativa y colaborar en todo lo necesario para la preservación del medio natural. En este sentido, los ciclistas valoran que su práctica «está muy ligada con el cuidado y el respeto a la naturaleza». Reconocen que resulta necesario «evitar la degradación del suelo provocada por el tránsito no adecuado, así como la contaminación acústica del ruido». Otra de las acciones ineludibles pasa por «no dejar los residuos generados durante la actividad o los descansos». Entienden que «se debe respetar y proteger la vida animal y evitar en todo lo posible afectar a la que habita el entorno». Por último el compromiso es respetar toda la normativa vigente. De esta manera, concluyen los defensores de esta actividad ciclista en la naturaleza isleña, «con nuestro esfuerzo y responsabilidad la práctica de las distintas modalidades del ciclismo en todas sus variantes continuará siendo compatible con el respeto a nuestro entorno».

Los colectivos de esta actividad en montaña la creen «beneficiosa para todo el mundo»

Escenario ideal

Campeones del ciclismo mundial como el británico Chris Froome o el español Alberto Contador han elegido Tenerife por sus excelentes condiciones para el entrenamiento. Es posible encontrar desde rutas que surcan la costa Atlántica hasta las que se elevan sobre los 2.000 metros de altitud. Una de las de mayor complejidad es la del norte con una subida acumulado de 2.727 metros desafiantes, especialmente en los ascensos hacia el Parque Nacional del Teide. Pero hay recorridos mucho más asequibles y menos duros que se adaptan a posibilidades y capacidades. Por ejemplo, la que comienza en Costa Adeje. Son 70 kilómetros entre los paisajes de Arona, Granadilla, El Médano o Las Galletas. Otro reto es el de la Mountain Bike cuando se pedalea entre pinares interminables.

Rutas forestales

Cinco rutas forestales conforman la red de pistas naturales de la Isla. La mayoría recorren la Corona Forestal, el paisaje protegido más extenso de Canarias. Como norma general, los ciclistas pueden circular sin restricciones por las pistas forestales habilitadas para ellos, por lo que no es necesario un permiso especial. Un auténtico reto es la Ruta BC-1, la del Norte con un total de 84 kilómetros en su trazado principal y otros 53 entre las trece derivaciones y variantes. Es la mayor de la Isla pues recorre toda la vertiente septentrional, atraviesa 15 municipios y seis espacios naturales protegidos. Más corta es la BC-2, la del Monte de La Esperanza. Sus 6,559 kilómetros se desarrollan íntegramente dentro del paisaje protegido de Las Lagunetas y conecta con Las Raíces. El trazado tiene una derivación de 3,6 kilómetros que enlaza con el campamento de La Esperanza. La BC-3, Pinar de Chío, traza 9,32 kilómetros en el noroeste de la Isla. Recorre parte de las pistas forestales de Fife y El Canal, entre dos puntos de la TF-38. En cuanto a la BC-4, la de Pinares del Sur y Volcanes Negros, tiene un recorrido de 16,61 kilómetros. Recorre parte de la cumbre sur y atraviesa un paisaje de extensos pinares naturales. Por último, la BC-5, denominada Pinares de Vilaflor, descubre gran parte del municipio, uno de los pueblos más altos de España. Dentro del Parque de la Corona Forestal y en uno de sus pinares más emblemáticos. Una amplia red de posibilidades para corredores expertos o los que no tengan demasiado experiencia. Tenerife es un paraíso para el ciclista. De carretera o de montaña.

Equilibrio

Diego Expósito y otros consultados defienden que los ciclistas, en general, tienen un comportamiento correcto cuando salen a disfrutar de su afición por las carreteras tinerfeñas. Reconocen que puede haber excepciones pero dejan claro que la mayoría mantiene un escrupuloso equilibrio entre el respeto a los espacios naturales, protegidos o no, y el disfrute de la actividad al aire libre. Consideran que es necesario regular pero no restringir espacios para poder organizar pruebas. Entienden que es compatible preservar con la actividad deportiva. Un colectivo concienciado de que la clave para mantener su afición es respetar una naturaleza tan rica como la de la Isla de Tenerife.

¿Y el Observatorio de la Biciclieta?

En agosto de hace cuatro años el Cabildo de Tenerife ponía en marcha el Observatorio de la Bicicleta para ordenar y mejorar la situación del ciclismo en la Isla. Un proyecto transversal con participación de Deportes, Medio Ambiente, Turismo y Carreteras. Incluía una campaña de concienciación para promover el respeto a los ciclistas que circulan por las vías tinerfeñas y evitar accidentes. Pretendía ser un foro de encuentro en el que canalizar y atender las demandas, propuestas y necesidades de los usuarios de la bicicleta, indistintamente de su modalidad de práctica. Hubo campañas como la de concienciación de escolares a través de charlas en colaboración con la DGT o una Guía para usuarios de bicicleta con 10.000 folletos a distribuir entre la población. Sin olvidar iniciativas como el Tenerife Bike Festival, vinculado a la promoción turística. El cambio de gobierno insular y la pandemia han dejado la idea por ahora en la gaveta.

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