En Canarias hay catalogados 492 charcos, aunque solo 117 -61 en Tenerife- tienen el adjetivo «turísticos» en el reciente Plan Director de Charcos de Marea del Gobierno regional. El biólogo marino Pablo Martín lidera la iniciativa de proteger y alejar del turismo masivo estas ‘guarderías’ de la biodiversidad.  

«Los charcos no se tocan». Es el lema de una iniciativa puesta en marcha a través de la plataforma change.org. Ayer a media tarde había recibido ya el apoyo de más de 5.400 firmas. La puso en marcha el pasado 14 de agosto el biólogo marino tinerfeño Pablo Martín. Su intención es conseguir adhesiones para «la protección máxima» de este peculiar entorno, que califica de guarderías de la biodiversidad. Lo hace tras el anuncio –del que se hizo eco este periódico a principios de mes con un amplio reportaje– del Gobierno de Canarias para desarrollar un Plan de Charcos de Marea. El documento califica a 117 –61 en Tenerife– de los 492 charcos registrados en Canarias como «de interés turístico».

Daño irreparable.

En su argumento en change.org, Pablo Martín corrobora que «los charcos de Canarias son auténticas guarderías de muchas especies marinas y terrestres». Considera que «convertir estas zonas libres de turismo masivo y cemento en áreas turísticas, dañaría de manera irreparable estos puntos del litoral canario, que suponen un refugio para la biodiversidad de la Isla». Martín subraya que «esta iniciativa nace por la preocupación de la biología marina en Canarias y de los amantes de la naturaleza ante el proyecto anunciado de actuar en los 117 charcos que consideran de interés turístico, sobre los que llevar a cabo una actuación individual para potenciar su valor como atractivo natural». Martín valora: «Creemos desmedida la cantidad de charcos que quieren turistificar para acabar así con las únicas zonas libre de turismo masivo y toda la contaminación que ello conlleva». El biólogo añade, asimismo, que «exigimos que se realicen informes de impacto ambiental por cada zona de charcos que pretenden modificar y que se tengan en cuenta los estudios científicos publicados sobre la importancia del intermareal canario». Y concluye: «Este no es el camino para conservar y proteger estos lugares de gran importancia ecológica».

Respaldo generalizado.

Basta revisar algunos testimonios con los que cientos de canarios, la mayoría tinerfeños, justifican su apoyo a la iniciativa de Martín. Algunos ejemplos: «Dejemos nuestro entorno natural intacto. Ya hemos transformado demasiado las Islas para el turismo»; «necesitamos preservar lo poco que queda virgen en nuestras costas» o «ya está bien con cargarse todos los ecosistemas de las Islas; ahora, también los charcos». Más argumentos: «No más explotación turística del litoral canario»; «protección total de los ecosistemas que quedan en Canarias»; «no se puede modificar lo que por naturaleza es una maravilla»; «están destruyéndolo todo. Cambio de paradigma ya» o «sí a la vida, no al cemento en Canarias».

El paradigma, desde la ciencia –pero, también, con un sentido eminentemente popular e, incluso, etnográfico–, pasa por «respetar los charcos, esas piscinas naturales de lava volcánica, porque en ellos habita un frágil y extraordinario ecosistema natural, una biodiversidad que depende de ese entorno». Conservar nuestro paisaje y controlar el turismo masivo.

Paraíso de los charcos.

Tenerife es, sin duda, el paraíso canario de los charcos. Los hay en toda la costa, de norte a sur y de este a oeste. Seña de identidad como lugares donde muchas generaciones han aprendido a nadar o entrado en contacto con el mar, pero, también, espacio de cierta libertad en el contacto con el medio marino. Por no estar masificados y por encontrarse en un entorno natural de particular belleza y virginidad marcado por la geomorfología volcánica. Muy transitados por la gente del país, pero también deseado por el visitante que huye de la clásica oferta de sol y playa.

Universo entre rocas.

Del poco habitual dragón azul, diminuta babosa de mar con increíbles formas y colores, a las colonias de anémonas alfombra, corales de charco, algas, erizos, esponjas, estrellas de mar, peces barriguda... En los charcos de Canarias hay mucha más vida de lo que se imagina. Un total de 117 acaban de ser declarados de interés turístico regional por el Gobierno canario, pero hay otros muchos y todos ocultan un universo de biodiversidad. Con hábitats intermareales como ecosistemas característicos de las costas del Archipiélago.