Ejemplares de dragón azul, una diminuta babosa de mar con increíbles formas y tonalidades azuladas y plateadas, que aparecen muy rara vez. Colonias de anémonas alfombra con sus coloridos tentáculos bailando al son de las olas y las mareas. Corales de charco, algas de todo tipo, erizos de púas cortas, esponjas rojas y amarillas, estrellas de mar, ascidias cristal, los escurridizos peces barriguda... En los charcos de Canarias hay mucha más vida de lo que nadie imagina. Un total de 117 acaban de ser declarados de interés turístico regional por el Gobierno canario, pero hay otros miles –unos pocos aptos para el baño, la mayoría no– que ocultan un universo de biodiversidad.

Un universo de dragones y babosas

Los conocidos como hábitats intermareales son ecosistemas muy característicos de las costas canarias repartidos por toda la geografía arquipielágica. «A lo largo del litoral canario se desarrolla una extensa variedad de organismos marinos, algunos de los cuales definen toda una serie de ricos y variados ecosistemas costeros. En la región costera de cada Isla es posible distinguir algunas zonas de substrato rocoso, con escasa pendiente, cierta extensión y cuyos charcos y piedras pueden albergar más de 300 especies de animales y plantas, comportándose como verdaderos oasis de vida marina», aseguran Rubén Ramírez, Fernando Tuya y Ricardo J. Haroun, del Centro de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, en el libro El Intermareal Canario.

Un universo de dragones y babosas

Dada esta riqueza natural, la comunidad científica alerta de la necesidad de proteger estos espacios pues cualquier impacto, por mínimo que sea, puede alterar su equilibrio vital. Leopoldo Moro, biólogo del Servicio de Biodiversidad del Gobierno de Canarias, pide por encima de todo en las intervenciones a realizar en los charcos más visitados y accesibles que «no se modifique el mecanismo natural de renovación del agua, a través de las olas y las mareas» como requisito «imprescindible» para preservar lo máximo posible estos espacios de la acción humana. «La alteración de este proceso, con la construcción de muros u otras estructuras para acotar el espacio de los charcos, puede tener graves consecuencias sobre la biodiversidad, como la generación de algas nocivas que pueden entrar en la cadena trófica y afectar incluso a los bañistas», deja claro Leopoldo Moro.

Un universo de dragones y babosas

La Consejería de Turismo aclara que en su Plan Director de Charcos de Marea de Canarias no está estipulado alterar las dinámicas del agua ni la fisonomía de los charcos, sino «todo lo contrario»: intervenir en aquellos ya urbanizados y muy visitados pero «solo para mejorar los accesos y las medidas de protección ambiental», precisa el director de Infraestructura Turística, Fernando Miñarro.

Un universo de dragones y babosas

«Si la gente supiera lo que hay debajo del agua y en los alrededores de esos charcos se sorprendería», enfatiza el biólogo del Servicio de Biodiversidad, que conoce muy bien estos mundos marinos. «Ahí hay mucha vida. Meterse de noche en uno de ellos con una linterna, por ejemplo, y observar sus fondos es una experiencia espectacular y muy reveladora», relata Leopoldo Moro.

Por eso, el biólogo pide mucha precaución a quienes visitan estas piscinas naturales. «La difusión de los enormes valores naturales de estos hábitats es la mejor medida para que la gente se conciencie de la necesidad de ser respetuosos con el entorno cuando se disfruta. Ya ha habido, de todas maneras, iniciativas en ese sentido y otras en desarrollo». Es precisamente uno de los objetivos del recién presentado plan de charcos.

«Los charcones y rocas intermareales de nuestra niñez contienen ahora muchas menos especies. Faltan burgados, cangrejos ermitaños, lapas, estrellas de mar y otras muchas criaturas marinas que antaño enriquecían nuestras excursiones por las piedras de la costa», recuerdan Rubén Ramírez, Fernando Tuya y Ricardo J. Haroun en el mencionado libro editado por el Cabildo de Fuerteventura, que continúa: «También faltan en los charcos cabosos, barrigudas, lisas (o lebranchos), cangrejos blancos o camarones que inundaban nuestra imaginación».

El buceador y divulgador Sergio Hanquet coincide en la necesidad de dar a conocer a la población esa riqueza tan decisiva para el equilibrio de los ecosistemas marinos canarios. Este fotógrafo ha sido de los pocos que han logrado fotografiar con detalle en esos charcos, por ejemplo, la especie conocida como dragón azul (Glaucus atlanticus), una de las rarezas que aparecen en los charcos canarios y muy difíciles de ver al ser sus ejemplares diminutos (miden apenas tres centímetros). Es una babosa letal para algunas especies. Pero por lo que llama la atención es por su cola, por su color azul y por las especies de aletas que le salen del tronco. Una de las muchas peculiaridades que ocultan los charcos canarios.