El Gobierno de Canarias dio ayer un portazo al mayor complejo turístico proyectado en Tenerife. El Consejo de Gobierno desestimó la modificación del planeamiento urbanístico necesaria para que se pueda construir el gran centro de lujo en Punta de Abona, en el municipio de Arico, compuesto por cuatro hoteles de cinco estrellas con 2.985 plazas, un gran parque recreativo, un balneario de talasoterapia y un centro comercial, y para el que estaba prevista una inversión privada de más de 360 millones de euros.

Las principales razones esgrimidas por el Gobierno canario para frenar esta megaobra tienen que ver con la protección de la naturaleza de esta parte de la Isla: el proyecto supone «una potencial afección a especies catalogadas en peligro de extinción» como el escarabajo endémico Pimelia canariensis –la misma especie que estuvo a punto de parar una parte de las obras del Puerto de Granadilla de Abona– y la piña de mar Atractylis preauxiana, un arbusto que crece en zonas del litoral tinerfeño.

El complejo hotelero también supone una amenaza, según el Ejecutivo regional, para especies catalogadas vulnerables como las plantas Polygonum maritimum y Traganum moquinii, así como para tres hábitats de interés comunitario: los acantilados con vegetación endémica de las costas macaronésicas, las dunas móviles de litoral y los matorrales termomediterráneos y pre-estépicos. Es lo que advierte un informe emitido por la Viceconsejería de Lucha contra el Cambio Climático en abril.

La decisión del Ejecutivo ha supuesto un duro varapalo para el Ayuntamiento de Arico, que basa sus principales planes de expansión turística y de creación de empleo en este proyecto de la promotora Playa de Arico SA, que preveía la ocupación de un espacio equivalente a 178 campos de fútbol en un área de la costa de Arico con una buena conservación natural y sin ninguna explotación turística, comercial, ni residencial.

Incumple el Plan Insular

Otra de las razones que argumenta el Consejo de Gobierno para rechazar la fórmula urbanística propuesta para dar acomodo a este macrocomplejo –la suspensión de las normas del planeamiento del ámbito de Punta de Abona, que son subsidiarias pues el Plan General de Arico aún está pendiente de aprobación por parte del propio Gobierno de Canarias– es que «incumple la determinación del Plan Insular de Ordenación relativa al ámbito de implantación de los usos turísticos». «Esto conlleva pasar de actuar sólo sobre el planeamiento municipal a suspenderse y modificar determinaciones territoriales de interés y alcance insular, lo cual desborda la naturaleza de la intervención excepcional y cautelar de la medida de suspensión y merece una mayor reflexión que permita un mejor seguimiento y un alto grado de consenso a través de las vías ordinarias de modificación recogidas en el ordenamiento jurídico», detalla el Consejo de Gobierno de Canarias.

El Ejecutivo regional había declarado esta inversión en 2016 como estratégica, al objeto de reducir a la mitad los plazos de los trámites burocráticos. Dos años después y a raíz de esta declaración, fue el Cabildo de Tenerife el que propuso la modificación del planeamiento de Arico pero el Consejo de Gobierno acaba de rechazar esta vía.

Punta de Abona, como se denomina el proyecto, tiene previsto generar 1.550 empleos directos (más cientos indirectos), de los que entre el 50% y el 70% son para el mercado local. Está planeado que se desarrolle en 1,78 millones de metros cuadrados, de los que 300.000 (el 17%) son de uso hotelero (cada hotel ocupará entre 62.000 y 81.000 metros cuadrados), más 400.000 para un paseo litoral, 560.000 metros cuadrados para un espacio de regeneración ambiental y otros 50.000 para plazas y parques públicos, además de equipamiento comercial y recreativo.

El proyecto, como todos los que afectan a grandes extensiones naturales de Tenerife, había generado una fuerte contestación. Los ecologistas lo tildaron de «atentado urbanístico» porque produciría «un gran cambio» en el peculiar paisaje de esta parte del sur de la Isla, que pasaría a ser un entorno urbanizado con un impacto paisajístico sobre la zona costera. Sí Podemos Canarias, grupo que apoya de forma externa al gobierno del Cabildo de Tenerife, también se opone porque pone en riesgo un ecosistema de dunas que se retroalimenta de norte a sur suministrando arena a las playas de la zona, entre ellas Los Abrigos, Los Abriguitos, Abades o Los Cardones.

Las dinámicas de la arena

Sin embargo, el autor del estudio aportado por los promotores de la urbanización sobre la dinámicas de las arenas, el doctor en Geografía por la Universidad de Las Palmas Antonio Ignacio Hernández Cordero, llega a otras conclusiones, como apuntó el digital Planeta Canario. Según Cordero, esas tres playas no tienen relación entre sí y el proyecto no modificaría el trasvase de arena en esta zona de gran valor natural de la costa de Tenerife. En esta misma línea, el alcalde ariquero, Sebastián Martín, no ve peligrar el movimiento de arena que alimenta las calas con estos cuatro hoteles y el resto de construcciones.