Ni siquiera sus 76 años impidieron que José Hernández faltara a su cita con el camino. Una ruta de 48 kilómetros que recorre cada mes de julio desde hace dos décadas para honrar al Apóstol Santiago, pero cuyo final no se encuentra en Galicia sino aquí, en Tenerife, en la parroquia de Santiago del Teide, un municipio que celebra estos días sus Fiestas Patronales. “He llegado un año más, aunque los míos ya van pesando”, señaló poco después de alcanzar su destino desde Los Realejos, cuya iglesia matriz también está dedicada al santo. Junto a él otros 29 peregrinos llevaron a cabo la Ruta Jacobea Tinerfeña, en un año con significado especial, no solo por recuperarse la tradición tras el parón de 2020 debido a la pandemia, sino también por tratarse de un Año  Santo, al caer el 25 de julio, festividad del Apóstol Santiago, en domingo.

Alfonso Hernández, de 72 años y el segundo más veterano del grupo, explicó que siempre ha tenido una vinculación especial con Santiago, desde que hace 55 años cruzó el mar, la Península y los 200 kilómetros finales a pie para llegar a la ciudad. «En ese momento prometí que volvería, y lo hice hace dos años cuando completé el camino con mi hija Elena». Este no pudo dejar pasar la oportunidad de reencontrarse con él, aunque fuera dentro de la isla. «Es la primera vez que hago esta ruta y aunque hubo momentos que pensé que no llegaría, estoy orgulloso de haberlo hecho», recalcó.

Sin embargo, aunque este año se ha recuperado la tradición, la pandemia del coronavirus sí que ha alterado las condiciones en las que se hubiera hecho esta peregrinación si el virus no hubiera estado presente. Este año, al ser jacobeo, la Ruta Jacobea de Tenerife debería haberse realizado uniendo Santa Cruz y Santiago del Teide, en un recorrido de 130 kilómetros a lo largo de cuatro días. En su lugar, se optó por la versión más corta, que parte de Los Realejos, en una travesía que dura dos jornadas haciendo noche en la localidad de Los Llanos, en el municipio de El Tanque.

Como no podían pernoctar debido al virus, tras recorrer los primeros 38 kilómetros, volvieron a casa para retomar la ruta al día siguiente desde ese punto. Una fórmula que hizo que más de uno de los participantes no regresarán en la segunda jornada, vencidos por el cansancio. «El momento más duro fue el sábado, al salir del lagar de San José, eran las 14:00 de la tarde y el calor y la fatiga a punto estuvo de poder con nosotros», recordó Carmelo Expósito, para quien también es la primera vez en esta ruta. «Ha sido duro pero lo disfrutas mucho», reconoció.

La experiencia del camino

Rosario Estévez admitió que le asaltaron las dudas de retomar la ruta tras finalizar el primer día, pero las ganas de terminar fueron más fuertes que la fatiga y ayer se encontraba entre quienes completaron los 48 kilómetros. «Este año me he aficionado al senderismo y me apunté, no me arrepiento para nada, ha sido toda una experiencia», valoró, al mismo tiempo que destaca la buena organización de la ruta. «Nos dieron un picnic, teníamos sandía en cada parada y agua, ¿qué más se puede pedir?», se preguntó.

Los participantes contaban además con la garantía de tener un jeep de apoyo por si surgía cualquier contratiempo, además de un equipo de experimentados guías que velaron durante todo el camino para que todos los peregrinos llegasen a su destino. «Siempre puede ocurrir algo, un accidente o una mala ampolla en el pie que te impida continuar», comentó Rafael Linares, que lleva participando en esta ruta desde que tenía 16 años. «Se debe tener cierta forma física para poder terminarla», explicó, al mismo tiempo que recomendaba sobre todo «trabajar los zapatos que vayas a utilizar, al menos un mes antes».

Lo único que lamenta es que este año no se haya podido realizar la ruta desde Santa Cruz, tal y como debería haber sido al tratarse de un año santo. «El próximo será en 2027 y espero que para entonces la pandemia nos deje llevarlo a cabo», espera.

Aún así, la celebración del Año Jacobeo no ha dejado que desear ni en Tenerife ni en el resto del país, donde se han sucedido las celebraciones tanto en Santiago de Compostela como en otros territorios con un vínculo especial con el santo, que es además patrón de España. Muchos han sido los tinerfeños que han aprovechado para viajar a la Península a hacer alguna de las rutas del Camino de Santiago, mientras que otros han optado por celebrarlo en la Isla.

La festividad llevó ayer hasta Santiago del Teide no solo a la treintena de peregrinos, –que realizaron una ofrenda de flores durante la misa que tuvo lugar después de las 10:00 de la mañana en la parroquia–, sino a multitud de devotos y curiosos que llenaron la localidad y también las terrazas de los locales cercanos a la plaza.

El calor hizo acto de presencia durante toda la jornada y varios de los peregrinos aprovecharon para descansar del largo camino al fresco con una cerveza en la mano. Tras finalizar la ofrenda, les tocó acercarse hasta la oficina para sellar el documento que les acredita haber terminado la Ruta Jacobea Tinerfeña, una actividad que el Ayuntamiento de Santiago del Teide busca potenciar, para convertirla en una peregrinación de referencia a nivel insular y que se pueda realizar a lo largo de todo el año.

Poco después de las 11:50 de la mañana se dio inicio al traslado del pendón de la Villa Histórica de Santiago del Teide hasta la iglesia, donde el alcalde, Emilio Navarro, se lo entregó al párroco. Al finalizar este acto solemne comenzó la misa que estuvo presidida por el obispo de la Diócesis Nivariense, Bernardo Álvarez, quien durante su intervención en la eucaristía felicitó a la Hermandad del Apóstol Santiago de reciente creación. Además, quiso recordar también que este año la festividad coincide con el Día de los Abuelos, que se celebra el cuarto domingo de julio, y llamó la atención acerca de la atención que se le presta a los mayores. «No les prestamos la suficiente, cuando lo han dado todo por nosotros», aseguró, antes de pedir al Apóstol Santiago «protección en estos tiempos difíciles que nos ha tocado vivir».

También durante la celebración de la misa se cumplió con todas las medidas de seguridad necesarias debido a la situación epidemiológica de la Isla, con un aforo limitado dentro de la iglesia, entre otras restricciones, como la prohibición de que cantasen los feligreses. Sin embargo, ni siquiera la pandemia ha sido capaz de borrar la devoción hacia el santo, que tras un año de parón en las celebraciones debido a la pandemia, ha podido volver retomarse. Ahora solo toca esperar que en 2022 pueda recuperarse con todos los matices que el coronavirus ha obligado a suprimir.