El desaparecido Instituto Nacional de Meteorología, cuyas funciones desempeña en la actualidad la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), alertó en el año 2000 de la necesidad de instalar un nuevo radar meteorológico en el noroeste de Tenerife para complementar al existente en Gran Canaria y acabar con las zonas de sombra que dificultan la observación en esta isla y en La Palma y El Hierro, debido a la gran barrera que impone el Teide. 21 años después, el Cabildo insular acaba de anunciar que la Aemet retoma el proyecto, paralizado desde 2019 por problemas con la anterior empresa adjudicataria, y por fin Tenerife podrá contar en la montaña de Cruz de Gala, en Buenavista del Norte, con un radar que acabará con esas zonas oscuras, permitirá afinar las observaciones y predicciones meteorológicas y ayudará a reducir los riesgos asociados a algunos fenómenos meteorológicos adversos. 

La Consejería de Gestión del Medio Natural y Seguridad del Cabildo tinerfeño emitió ayer un comunicado en el que confirma que «se ha dado curso al reinicio de las obras del radar meteorológico en Cruz de Gala, en el Parque Rural de Teno, después de que se suspendiera el desarrollo de las mismas por causas imputables al contratista de la obra». Según el departamento que dirige Isabel García (PSOE), «durante este mes de julio, la Aemet retomará el proceso de construcción de las infraestructuras para la instalación de un radar meteorológico en Cruz de Gala que dé cobertura máxima al Archipiélago frente a episodios hidro-meteorológicos intensos, en conjunción con el radar instalado en Gran Canaria».

Este radar, ubicado en una montaña de 1.343 metros de altitud, permitirá evaluar tanto la intensidad de la lluvia que se aproxime al archipiélago como su velocidad. Su funcionamiento se basa en el llamado efecto doppler, el cambio de longitud de una onda electromagnética producida por su movimiento respecto al observador. 

En un radio de 240 kilómetros

El radar es capaz de saber a qué velocidad se acerca una borrasca y cuánto tardará en llegar a las islas. Será capaz de ver lo que va a suceder en un radio de 240 kilómetros, lo que incluirá a toda la provincia de Santa Cruz de Tenerife y permitirá salvar la sombra que causa el Teide en el radar de Gran Canaria, y que impide captar las gotas de lluvia de las borrascas que se acercan a las islas desde el noroeste. Eso es un gran problema para la Aemet, debido a que la inmensa mayoría de borrascas entran a las islas precisamente por una de esas zonas oscuras: el noroeste de La Palma. Un grave inconveniente que, si se cumplen los plazos, terminará en 2023.

Isabel García añade que «los trabajos se retomarán en el punto en el que quedaron, contemplándose que durante julio se apruebe el proyecto y ya en septiembre comiencen estas obras, cuya finalización para poder instalar el nuevo radar se estima para finales de 2022. La puesta en operación del nuevo aparato se prevé para mediados de 2023, según nos ha comunicado la propia Aemet».

Esta obra, que depende del Gobierno central, fue adjudicada a finales de 2018 a la constructora madrileña Oproler Obras y Proyectos, que entró en concurso de acreedores en julio de 2019 y dos años antes, en 2017, se vio implicada en el caso de las comisiones del 3% para la financiación ilegal de Convergencia Democrática de Catalunya. La rescisión del contrato inicial causó un prolongado retraso.

La empresa comenzó a trabajar sobre el terreno en enero de 2019, pero sólo ejecutó la primera fase: la retirada de la antigua torre de vigilancia contra incendios. La empresa quebró y el lento y complejo proceso de liquidación del contrato, en el que intervino el Consejo de Estado, se extendió hasta febrero de 2020. En marzo de 2020 llegó el estado de alarma por la pandemia del coronavirus y el proyecto del radar meteorológico se frenó en seco, pues todos los esfuerzos se centraron en mantener operativo el servicio de la Aemet. 

La consejera socialista Isabel García celebra ahora el reinicio de unos trabajos que permitirán que «la isla de Tenerife esté más protegida frente a posibles circunstancias meteorológicas adversas, ya que podrá ayudar a prever situaciones de riesgo para la seguridad para la población». 

Protección de vidas y bienes

El informe de impacto ambiental elaborado por el antiguo Ministerio de Medio Ambiente sobre el radar de Teno destacaba sus grandes ventajas: «Contribuirá a la anticipación, fiabilidad y precisión de los avisos en casos de situaciones meteorológicas adversas sobre la parte occidental de Canarias, especialmente las de tipo convectivo severo, susceptibles de provocar precipitaciones torrenciales, lo que mejoraría la eficacia en la protección de vidas y bienes”. Desde el punto de vista de la vigilancia meteorológica, Cruz de Gala ofrece «la mejor visibilidad hacia las islas más occidentales, así como hacia la costa norte de Tenerife, permitiendo anticipar la llegada de estructuras de precipitación desde el oeste». Además, aprovechará una parcela que ya estaba ocupada por una torre de vigilancia forestal.