La compleja labor de estudio y control de la actividad volcánica en Tenerife requiere de estaciones sísmicas situadas sobre el terreno y campañas periódicas de medición de gases en el Teide y en más de una decena de galerías. A esta labor en tierra y subsuelo se suma el apoyo de un satélite de la Agencia Espacial Europea (ESA), que orbita a casi 700 kilómetros de altitud, y que permite al Instituto Geográfico Nacional (IGN) detectar cualquier posible deformación del terreno en toda la isla. Desde hace unas semanas, este organismo estatal ya ofrece en su web (www.ign.es) mapas de las islas Canarias elaborados con la información que ofrece el satélite Sentinel-1, que formó parte de la primera misión espacial Copérnico, en el año 2014.

Este satélite de tipo Radar de Apertura Sintética permite obtener imágenes de toda la superficie de la tierra, independientemente de las condiciones climáticas. Y en el caso de la vigilancia volcánica, es capaz de ofrecer información de gran valor científico sobre la deformación del terreno, actualizada cada seis días, que es el tiempo que tarda en volver a pasar sobre un mismo punto del planeta.

La ingeniera geógrafa Elena González Alonso, que trabaja para el Observatorio Geofísico Central del IGN, explica que «con las imágenes radar que ofrece Sentinel-1, en el IGN aplicamos una técnica llamada Interferometría Radar de Apertura Sintética (InSAR), que consiste en comparar una imagen de un lugar en una fecha concreta con imágenes de otros momentos para comprobar si se han producido cambios en el terreno».

González resalta la ventaja de este tipo de observación, que no requiere de instalación ni mantenimiento en campo, «lo que siempre supone muchísimo trabajo y muchísimo tiempo. Las comunicaciones se caen, los sensores se rompen, hay que desplazarse... Con este satélite evitamos toda esa parte y, además, nos permite observar volcanes que están en lugares muy remotos».

«Durante la crisis volcánica de El Hierro, en 2011, Sentinel-1 no estaba disponible y no había ningún satélite con datos abiertos, de manera que el seguimiento por esta vía fue más limitado. Los GPS ofrecen información en puntos concretos, pero esta técnica sí permite observar la deformación de una isla al completo. Proporciona una información muy valiosa», remarca esta ingeniera del IGN.

Ante una eventual crisis volcánica en Tenerife, Sentinel-1 ofrecería una información clave para que los especialistas del IGN sean capaces de detectar deformaciones del terreno asociadas a la actividad volcánica. «Cuando se produce una inyección de magma suceden muchas cosas: hay sismicidad, la composición de los gases cambia y el terreno se deforma por la presión. Con estos datos y con esta técnica podremos detectar esas deformaciones previas que se producen por la actividad volcánica, que puede derivar o no en una erupción, y hacer todo el seguimiento mientras dure el fenómeno», indica. En el caso de El Hierro se detectaron deformaciones del terreno hasta el año 2014.

Respecto a la posibilidad de anticipar la zona por la que podría salir la lava a la superficie gracias a Sentinel-1, Elena González señala que «se podría detectar la deformación y, utilizando modelos matemáticos, ubicar la fuente de presión que genera esa deformación: el volumen de magma, la profundidad y su localización. Y eso es muy importante».

Estabilidad en el Teide

El IGN tiene en Tenerife unas 25 estaciones sísmicas; elementos tipo GPS que ayudan a medir deformaciones del terreno, y realiza campañas de medición de gases en el Teide y en galerías secas. Desde la crisis sísmica de 2004, la actividad en el Teide es estable, con dos enjambres en 2016 y 2019, pero sin señales de alarma.