Hace unos días comenzaron en Garachico los esperados trabajos para acabar con la plaga de termitas autóctonas que desde 2020 se ceba en los techos y tejados del histórico convento de clausura de la Inmaculada Concepción, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con la categoría de monumento y habitado por monjas de la orden Concepcionista Franciscana. Las religiosas, el Gobierno de Canarias, el Cabildo de Tenerife y el Ayuntamiento de la Villa y Puerto invierten 300.000 euros en esta laboriosa labor, que obliga a levantar todos los tejados para retirar las tablas afectadas y aplicar un tratamiento contra estos insectos.

El alcalde garachiquense, José Heriberto González (CC), explica que es necesario levantar todas las tejas para acceder a las planchas de madera dañadas y sustituirlas por otras. La importancia de esta actuación va más allá de salvaguardar un inmueble edificado en 1643 por iniciativa un descendiente del fundador de Garachico, Cristóbal de Ponte y Hoyo, ya que «aparte de ayudar a las religiosas, evitamos que esta plaga se pueda seguir extendiendo indiscriminadamente por el casco histórico de Garachico».

Esta plaga de termitas autóctonas no tiene nada que ver con la plaga de termitas subterráneas invasoras Reticulitermes flavipes que afecta a zonas de Tacoronte, La Laguna, Arona y Santiago del Teide. Se trata de unos insectos propios de la isla que se han extendido por las maderas nuevas que se colocaron hace unos años bajo las tejas para impermeabilizar este inmueble del siglo XVII, que alberga artesonados y suelos de tea, así como valiosos retablos e imágenes de madera con siglos de historia.

El Ayuntamiento de Garachico, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Canarias y el área de Patrimonio Histórico del Cabildo de Tenerife trabajaban desde 2020 en un proyecto conjunto para acabar con esta plaga, de acuerdo con un proyecto elaborado de forma desinteresada por un arquitecto local. La afección se ha centrado en las maderas blandas añadidas, de tipo chapa marina, pero urgía actuar para garantizar la protección de los artesonados y techos originales e, incluso, de otros edificios del casco, ya que son insectos que tienen fase alada y podrían desplazarse fácilmente.