Nuestra amiga la viña, se muestra perfectamente adaptada a las condiciones naturales de Tenerife: no exige mucho a sus suelos, consume poca agua, se adapta a su accidentada orografía, la protege de la eterna amenaza de desertificación y hasta absorbe una parte del dióxido de carbono que emitimos a la atmósfera.

El vino es una de las más genuinas expresiones de Tenerife, sustento de una identidad colectiva, de la memoria de una tradición local y de la relación de esta con la naturaleza específica que la rodea. En torno a él, cualquier circunstancia adquiere una cálida dimensión humana. Nuestros viticultores y bodegueros han logrado perpetuar la tradición de transformar la uva, a través de un proceso técnico y especializado, en vinos de prestigio. Su valor de mercado permite crear empleos estables y de calidad, a la vez que atraen la curiosidad de todos aquellos visitantes que no ignoran que, para conocer bien a un pueblo, es preciso haber catado sus vinos.

Por nuestra propia naturaleza, siempre hemos amado lo que tenemos más cerca, pero los nuevos tiempos nos están demandando que ese amor se transforme ahora en defensa activa, en gestos concretos: una defensa de lo local entendida como la decidida voluntad de encaminarse hacia el futuro desde el arraigo a nuestro territorio y a un pasado colectivo común. Es esta una tarea que nos involucra individualmente. Como consumidores y consumidoras, nuestras decisiones a la hora de comprar importan, porque cada uno de los productos que adquirimos lleva asociada su propia huella ecológica; huellas que, en ese esfuerzo colectivo, conformarán futuros senderos y ayudarán a preservar los ya heredados.

A la mayoría nos corresponde tomar decisiones cercanas y modestas sobre las que aún tenemos control. En este sentido, consumir alimentos elaborados con los productos de nuestra tierra es una de esas pequeñas contribuciones que están a nuestro alcance. Por ello, la compra de un vino de la Denominación de Origen Tacoronte-Acentejo, íntegramente criado en la comarca en la que vives. Es un vino Km0 y te proporciona mucho más que un buen vino. Se elabora con materias primas locales, en bodegas que han nacido entre viñedos adaptados al entorno natural desde hace siglos. Te convierte en partícipe de esta empresa compartida, en la lucha por preservar un entorno natural saludable y sostenible.

Cada una de nuestras simples decisiones en los puntos de venta –ya sea en el lineal del supermercado o ante la carta del restaurante– se convierte en una contribución activa a favor del mantenimiento de nuestro tejido productivo y nuestro paisaje. Tu gesto es una contribución pequeña, pero que, sumada a otras muchas, logrará que nuestra isla se mantenga verde y sana. Los vinos Tacoronte-Acentejo son el mejor guardián de nuestro paisaje y de las pocas cosas que ostentan el mágico atributo de vincularnos a nuestro pasado y a nuestro futuro.

Apuesta siempre por Tacoronte-Acentejo… ¡Ahora más que nunca, tu gesto suma!