El pasado está presente, paradójicamente, en el debate sobre el estado de la Isla. Tanto el lejano, con especial foco en las décadas de gobierno de CC, como el reciente, aquel que coincide el último año con la crisis econ

Nunca el pasado estuvo tan presente en el Debate sobre el Estado de la Isla –el actual se entiende–. Las décadas de gobierno en el Cabildo de Coalición Canaria se llevaron muchos minutos del pleno especial. Pero también el momento más reciente, el del último año con una pandemia que lo marca todo por sus efectos. Primero en el turismo, motor de la economía, y después en todo lo demás. En el empleo, o mejor dicho en su falta, y en la crisis social.

Carlos Alonso, portavoz nacionalista y expresidente de la Corporación insular, fue atacado por “las supuestas irregularidades de CC” por parte de la oposición. Desde todos los frentes y momentos. Incluso se le saludó por volver –llevaba algún tiempo sin acudir a los plenos– y se vinculó ese regreso a que ya había pasado el runrún de algunos casos que el actual gobierno insular ha llevado a la Fiscalía, de los terrenos de Geneto del CD Tenerife al NAP o los casinos; de Sinpromi al Recinto Ferial.

Alonso aguantó bien el tipo. Intentó tender puentes al presidente, Pedro Martín, pero este empezó y acabó beligerante con él. Incluso en lo terminológico cuando cuestionó su uso de la palabra y en las cuestiones de orden. El Debate sobre el Estado de la Isla fue una sucesión de datos, casi todos expuestos para ejemplificar el desastre que han originado el cororanavirus y sus consecuencias. El equipo de gobierno defiende su gestión con cifras, las de muchos millones invertidos, aunque no son suficientes para la oposición. Pero aquel pone por delante “el peor momento de la historia”.

Algunos argumentos son recurrentes pero uno destaca sobre los demás y planea durante toda la sesión. Si bien se han gastado ya millones, la reconstrucción exige bastantes más. Básicamente los que van a llegar desde el estado o de los fondos europeos. Fondos europeos o del Gobierno de España. El maná, aunque de momento se queda en el limbo del Míster Marshall del universo berlanguiano y lejos del plan diseñado por el entonces secretario de estado estadounidense después de la II Guerra Mundial. Debate no hubo, o más bien poco. Cada uno se enrocó en un papel esperado y buscó determinados golpes de efecto en su guión con escaso resultado y todavía menor cuidado en la oratoria o la estructura del mensaje. Lejos de lo que podría esperar el ciudadano que, tal vez, echara de menos una posición unitaria ante semejante crisis. Pero para eso hace falta algo más que discursos huecos.

Carlos Alonso lo definió bien desde su rol protagónico en la herencia recibida: “Hay veinte personas viendo este pleno entre Youtube y el canal del Cabildo. Deberíamos replantearnos algunas cosas”. Y remató ante algunos de esos golpes de efecto: “Puro espectáculo para subir la audiencia”.