Basta teclear Lomo Morín en el buscador Google para que la pantalla se llene de vídeos e imágenes espectaculares de una cascada de casi 40 metros de altura y un inusual paisaje marcado por el agua y los tonos verdes y blanquecinos. La belleza de este rincón de Los Silos, en la Isla Baja, atrae a cientos de personas cada fin de semana y esconde algunos secretos que desconocen la mayoría de sus visitantes. Y es que Lomo Morín tiene dos caras, la del ingenio humano que altera el paisaje para obtener agua apta para el riego y la de un posible atentado medioambiental, aún pendiente de juicio, que genera multitud de visitas de riesgo y actos de vandalismo entre quienes invaden o destrozan propiedades privadas por un selfie, el autorretrato para compartir en tiempos de postureo y redes sociales.

El inicio de la cascada de Lomo Morín. | | ISIDRO FELIPE ACOSTA

Las visitas a Lomo Morín se dispararon desde el pasado verano, cuando la población tinerfeña se echó al monte en busca de atractivos más o menos desconocidos. La ausencia de un sendero autorizado y la obligación de atravesar fincas privadas para contemplar la cascada de Lomo Morín, generó grandes molestias y problemas a los propietarios de los terrenos. El Ayuntamiento de Los Silos intervino, con el asesoramiento del Cabildo, y mandó a la Federación de Aguas de la Isla Baja a colocar puertas para impedir el acceso a la ruta más utilizada, la del canal. Pero de poco ha servido. Los cierres se han destrozado de forma reiterada y muchos visitantes han buscado vías alternativas casi por cualquier sitio. Y todos los accesos atraviesan propiedades privadas, tanto desde la parte inferior como desde la superior.

“Sigue igual o peor”

El edil de Medio Ambiente de Los Silos, Antonio Rodríguez (CC), reconoce que la situación “sigue igual o incluso peor que en verano, algún domingo he llegado a contar hasta 300 personas allí a las doce de la mañana en la parte alta de la cascada. El descontrol es impresionante. Es una exageración. Hay que acabar con este show”.

Un reciente artículo en el diario El País, publicado el pasado 12 de abril, volvió a poner de actualidad a Lomo Morín e incorporó nuevos datos para la polémica. Ese artículo se hacía eco de un estudio liderado por la directora del Instituto Geológico Minero de España, la geóloga y catedrática de la Universidad Complutense de Madrid Ana María Alonso Zarza, publicado en la revista científica Anthropocene en febrero de 2021, que elogia los efectos de esta cascada artificial de la Isla Baja y llegaba a asegurar que “ha aumentado la geo y biodiversidad de la Isla”.

Alonso Zarza, junto a los geólogos Ramón Casillas, de la Universidad de La Laguna, y Álvaro Rodríguez-Berriguete, de la Complutense de Madrid, destaca que las actuaciones para aprovechar el agua de la zona para riego han propiciado “impresionantes formaciones rocosas y generado un sumidero de dióxido de carbono”. Algunos agricultores de la zona, hartos de ver como la calcificación arruinaba sus tuberías por la composición del agua, optaron por canalizarla desde la galería y lanzarla ladera abajo para que, de manera natural, fuera perdiendo los componentes que la hacen no apta para el riego. En ese trayecto forma una especie de riachuelo artificial y varias cascadas, y va dejando un reguero de calcita sobre la ladera, que se ha solidificado y puede verse a kilómetros de distancia en forma de mancha blanquecina.

Este equipo de geólogos pone en valor que esta intervención ha generado atractivas formaciones geológicas conocidas como tobas, gracias a la precipitación de la calcita. Un proceso que en otros lugares se da de forma natural y que aquí, por la composición del agua que se lanza ladera abajo, se ha acelerado notablemente. En circunstancias naturales tardaría miles de años. Zarza aseguraba en El País que “Lomo Morín es un ejemplo único de cómo la interacción de las rocas volcánicas, el agua, la vegetación, el dióxido de carbono y la actividad humana han generado un paisaje espectacular de múltiples cascadas de agua que quedan petrificadas en pocos años”.

Lo que para estos geólogos es un ejemplo digno de estudio y aplicable a otros lugares, para la Fundación Telesforo Bravo y Juan Coello es “un vertido irregular de aguas altamente carbonatadas de una galería que ha generado una pared de cal en la cabecera del barranco de más de una hectárea”. A su juicio, esa mancha “arrasa toda la vegetación y forma de vida”, y se trata de un proceso que “solo beneficia a los que se ahorran un dineral en el tratamiento, canalización y mantenimiento del curso de agua”. Este colectivo advierte de que los visitantes asumen “terribles riesgos” al aventurarse por un lugar “de difícil acceso con rocas mojadas y resbaladizas”.

El concejal silense Antonio Rodríguez opina que esta actividad “genera más cosas malas que buenas, y las buenas son sólo para beneficio particular de unos pocos. Su impacto es bastante importante e irá a más, porque el agua se va desviando a zonas sin tanta cal. En mi opinión, es el mayor desastre medioambiental de la isla. No he visto que en ningún sitio se permita algo similar, encima en el interior del Parque Rural de Teno. El daño creo que ya es irreparable”.

La consejera insular de Gestión del Medio Natural, Isabel García (PSOE), recuerda que “agentes de Medio Ambiente del Cabildo”, que gestiona el Parque Rural de Teno, “y del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil (Seprona) presentaron denuncias contra este vertido irregular de agua en 2016. En 2017, al verse que la situación persistía, se trasladó a la Fiscalía y, desde mayo de 2018, se encuentra en fase de diligencias preliminares en un Juzgado de Icod de los Vinos”.

Mientras la justicia decide si se paraliza de forma definitiva este vertido de agua, Isabel García resalta que parte de la afección al medio natural “se ubica dentro del Espacio Natural Protegido del Parque Rural de Teno, así como de la Zona de Especial Conservación de Teno, dentro de la Red Natura 2000, calificada como Zona de Conservación Prioritaria de Brezales Macaronésicos Endémicos”. Según el plan rector del parque, la afección se produce en una zona de “uso moderado”.

“Esta actividad, que se mantiene al menos desde 2005, produce unos daños tremendos tanto a la vegetación como al conjunto del ecosistema. También genera un impacto visual y paisajístico muy importante, que continúa día a día”, lamenta García. La responsable del área insular de Seguridad insiste en que caminar por allí es “muy peligroso”, por lo que se muestra muy preocupada por “la gran concentración de personas que atrae”.

Visitas de riesgo y vandalismo

La cascada de Lomo Morín, en Los Silos, triunfa en redes sociales como Instagram y Facebook, donde abundan las fotos de este paisaje inusual. En YouTube aparece en vídeos de espectaculares descensos en rápel y, desde que terminó la etapa de confinamiento duro por la pandemia, se ha convertido en una de las excursiones de moda en Tenerife. Las empresas autorizadas para realizar descenso de barrancos, las ofertan legalmente con unos estrictos controles de aforo que limita el Cabildo de Tenerife. El problema se genera con las excursiones de algunas personas que acuden al lugar por libre sin respetar el entorno, invadiendo propiedades privadas, destrozando puertas o exponiéndose a un elevado riesgo de caída en una ladera húmeda y resbaladiza. Las zonas más llamativas de Lomo Morín sólo son accesibles legalmente con equipos de escalada o rápel, pero todo el mundo quiere una foto y muchos se aventuran a llegar de cualquier manera. El Ayuntamiento de Los Silos instó a colocar puertas para que la gente no accediera a las fincas. Las han destrozado. Recientemente han aparecido pintadas en piedras para indicar el acceso de cualquier manera a Lomo Morín.