Sucedió entre el 10 y el 14 de abril de 1901, hace ahora 120 años. Un temporal de lluvia y viento, acompañado de una fuerte tormenta eléctrica, azotó diversas poblaciones de Tenerife, cebándose con el caserío de Las Lagunetas (Buenavista del Norte) causando 8 muertes (otros hablan de 7 o 9). También en Gran Canaria, las intensas y copiosas precipitaciones originaron graves avenidas en los barrancos del norte de la isla que destruyeron puentes y carreteras, provocando que los pueblos se mantuvieran incomunicados por una semana. En el caso el barranco capitalino de Guiniguada, las crónicas de la época hablan de la gran avenida que superó el Puente de Palo e inundó parte de los barrios de Triana y Vegueta.

El diario La Opinión, en la página 3 de su edición del 16 de abril de 1901, reproduce una carta de Manuel Quintero, “celoso y activo corresponsal en Garachico”, quien relata lo siguiente: “Las lluvias verdaderamente torrenciales que han caído en estos pueblos desde la noche del 10 hasta el día de ayer han ocasionado pérdidas no solo materiales de gran consideración, sino que también y, desgraciadamente, personales”. Se refiere el cronista a que vecinos del pueblo de Buenavista daban como un hecho cierto que, en el pago del Palmar, “siete personas se habían ahogado y otras tres estaban heridas de gravedad”.

Asimismo, comenta que los destrozos en la carretera “de este Puerto á la vecina Villa de Icod y en los caminos vecinales han sido de consideración: están todos interceptados”. El antiguo puente de las Cañas había desaparecido por completo y los de Las Aguas y del Roque “se encuentran rendidos”, dice. También la mar estuvo agitada. “Los pailebots J. Vicente, San José, Aurora y Dante, y la balandra Sahara, hallábanse los días doce y trece capeando frente á este Puerto, sin poder hacer operaciones por los muchos chubascos y mar de leva, y á las 4 de la tarde del día 13 fueron á buscar refugio á las calmas de esta isla”. Peor suerte corrió el pailebot San Telmo, de la matricula de Gran Canaria, que llegó “el día doce á la siete de la noche al puerto de Icod, de arribada forzosa, por tener avería en la botavara mayor, y después de ponerle á la proa todos las amarres que existían á bordo, fué abandonado por su tripulación, en la misma noche”. Al saltar a tierra la tripulación se hizo pedazos la lancha sin que, por suerte ocurriesen desgracias personales. “Hasta las primeras horas del día de hoy”, continúa el cronista, “sigue abandonado dicho buque, sin serle posible á su tripulación llegar a bordo, debido á la mucha mar que existe en la bahía; pero afortunadamente, el tiempo sigue mejorando”.

Sensibles pérdidas por fincas arrasadas, casas destrozadas, puentes dañados, carreteras cortadas...

Y se despide así: “No he trasmitido á V. por telégrafo ninguna de las anteriores noticias por estar interrumpidas las líneas. Me olvidaba decirle que además han perecido bastante cabezas de ganado”.

También Diario de Tenerife, en su página 2 del 16 de abril, hace referencia a estos sucesos: “ Cuando después de días anteriores parecía que el tiempo había levantado, ayer tarde se presentó de nuevo el cielo encapotado, y después de unos cuantos relámpagos y fuertes truenos descargó un tremendo aguacero, con proporciones de aluvión, que si es á medianoche y de mayor duración, hubiera podido ocasionar destrozos y desgracias”. El resultado fue que los barrancos tuvieron grandes crecidas y por algunos puntos se desbordaron, mientras que en los cruces de algunas calles resultó necesario evacuar grandes cantidades de piedras, escombros y tierras arrastrados por las aguas.

Impacto en la agricultura

Una breve noticia en la página 2 de La Opinión del 17 de abril constata el impacto que representó este fenómeno para el campo, señalando “las pérdidas que han causado en las sementeras de la Vega de La Laguna las aguas del lunes”, al tiempo que explica cómo en muchas fincas se precisa “repetir la labor de la siembra”.

En este mismo sentido, el semanario La Orotava, en la página 20 de su edición del 20 de abril, destaca que “grandes han sido los destrozos causados en este Valle por las lluvias torrenciales que cayeron en la semana pasada”. En su relato señala que muchas personas han sufrido considerables pérdidas en sus propiedades, y no pocas son las fincas que han sido maltratadas por el temporal. Habla de Santa Úrsula y la Rambla, “donde han sido considerables los daños sufridos, pues la lluvia no solamente arrasó huertas sembradas, sino destrozó casas, se llevó ropas, mercancías y muebles, dejando á muchas familias que antes vivían holgadamente, sumidas en la mayor miseria”. También sufrieron daños, aunque de menor importancia, las fincas de La Galvana, San Gerónimo y la Piedra Redonda, mientras el puente conocido como el de Los Siete Ojos “desapareció por completo á la vista, aunque ya se está trabajando por reparar el daño causado”, y el trozo de carretera que va desde San Nicolás hasta el sitio en que se separa la carretera del Puerto de la general, “está casi intransitable”.

Además, el barranco de Las Cabezas se salió de su cauce y destrozó una finca propiedad de Guadalupe del Hoyo, en el Puerto de la Cruz, “y en el sitio denominado Tigayga una gran masa de risco desprendida de la cordillera destruyó casi totalmente una casa en una finca de los señores de Melo, matando una yunta”. Con el ánimo de no cansar a sus lectores no continúa enumerando los daños causados, “si bien podemos decir que en la jurisdicción de esta Villa no hay que lamentar desgracias personales, ni pérdidas de consideración”, mientras termina su relato refiriéndose a los sucesos del Palmar, en el sitio llamado Las Lagunetas, “donde perecieron 7 personas y el agua arrastró muchos pajales y casas pequeñas. La carretera de Icod á Garachico está interceptada en muchos sitios, y en la Rambla se desplomó la mitad de la ermita de San Pedro. En el Realejo Bajo, la finca La Coronela, perteneciente a Felipe Machado y Benitez de Lugo, sufrió pérdidas de consideración, entre ellas haberse venido á tierra parte de una casa”.

Otra referencia sobre estos incidentes aparece publicada en la página 20 de El Porvenir Agrícola de Canarias, exponente periodístico de la actividad agropecuaria y la vocación americana de la Laguna en tiempos de la Restauración. El texto dice así: “Las últimas lluvias que han caido estos días causaron en algunos pueblos del Norte sensibles desgracias”. Y comenta que en el pueblo de Buenavista “dice un diario que el agua penetró en una casa, pereciendo ahogadas nueve personas. Los daños materiales han sido considerables en la jurisdicción de la Villa de la Orotava, Rambla, Realejo bajo, Puerto de la Cruz y Santa Úrsula”.