Un grupo de amigos creó en 2019 una asociación para tratar de salvar un viejo molino del siglo XIX que se deteriora día a día en el centro histórico del municipio. Una polémica pintada, ya borrada, alertó de su situación y el ayuntamiento asegura que trabaja para adquirirlo y crear allí un museo del gofio.

El molino de gofio de El Calvario, en el centro histórico de Tacoronte, lleva más de 20 años abandonado y el tejado que lo protege amenaza con venirse abajo si no se actúa relativamente pronto. En 2019, un grupo de amigos creó la Asociación Molino de Gofio de Tacoronte para promover su compra y recuperación posterior. Al tratarse de un bien privado, de propiedad muy fragmentada por sucesivas herencias y renuncias, la adquisición por parte de alguna administración pública no es un trámite sencillo y el proceso no avanza tan rápido como el deterioro de este negocio fundado en el siglo XIX.

José Miguel Dávila es el presidente “provisional” de esta asociación, cuyo objetivo es “salvar el molino y encontrar una solución por la vía del diálogo, sin polémicas, enfrentamientos ni politización. Somos un grupo de amigos que no quiere que este patrimonio de todos se pierda”. En la actualidad, en Tacoronte sólo queda en activo un molino de gofio, que se ubica en la zona alta del municipio, concretamente en Agua García.

Dávila reconoce que el principal problema de este inmueble es localizar e identificar a todos sus propietarios, ya que hay muchos herederos, gente que ha renunciado a su parte y personas que, incluso, ni siquiera saben que tienen parte de la finca. Su familia es una de las propietarias, pero recalca que su interés se limita a evitar que se pierda este molino “al que acudían muchísimas personas de todo el municipio para tostar y moler sus propio grano, por lo que también era un lugar de encuentro con mucha historia”.

Este colectivo se ha dirigido en primer lugar al alcalde, José Daniel Díaz (NC), “que ha mostrado interés en recuperarlo”. Lo visitó hace tres meses. “Nosotros no queremos líos, queremos soluciones, y entendemos que no se trata de un asunto sencillo que se pueda solucionar de hoy para mañana”, afirma Dávila.

La pintada

Cristian González, un veterano activista tacorontero, también se ha implicado en los trabajos para tratar de proteger el molino y recuperar su maquinaria. Al margen del citado colectivo, hace unos días decidió pasar a la acción y pintó un mensaje en la fachada para tratar de generar una reacción municipal: “Molino de gofio. El Ayuntamiento no me protege. Estoy muy enfermo”. La pintada generó polémica y centró de nuevo la atención en el estado de este viejo molino.

José Miguel Dávila no comparte la decisión de pintar la fachada de un edificio que quieren proteger, aunque reconoce que aprecia a Cristian y lo considera “una persona muy luchadora, que tiene su forma de hacer las cosas. A nosotros no nos pareció bien y no queremos que se convierta en un arma arrojadiza ni en una cuestión política”. Por eso este sábado varios miembros de la asociación quedaron para borrar la pintada y devolver a la fachada el original color amarillo.

Cristian González no se esconde, reconoce que fue el autor del mensaje y defiende su motivación: “La gente tiene que saber que en ese molino llueve más por dentro que por fuera. Si no se actúa, lo vamos a perder. Mi intención era empujar al ayuntamiento para que se implicara en la recuperación de esta parte de nuestro patrimonio cultural. Eso se cae y aquí nadie hace nada. No se puede ser tan pusilánime”.

“Lo que he pretendido es que se muevan. No entiendo por qué a algunas personas les parece mal que la gente sepa que el molino está ahí y se está cayendo. Lo que se reclama al ayuntamiento es que lo expropie, lo recupere y cree allí un museo o una exposición”, recalca Cristian.

El tejado es la parte que más preocupa. La cumbrera está en mal estado en varios tramos y las filtraciones de agua son muy importantes. Para salvar el molino lo prioritario es salvar su tejado. En el interior se conserva un viejo motor de gasoil, de 1928, que miembros de este colectivo y Cristian González lograron echar a andar. También se conservan las piedras de moler y el tostador, aunque está muy deteriorado.

El alcalde, José Daniel Díaz, recalca el compromiso del gobierno local (NC-PSOE-SSP) por evitar la desaparición de este edificio: “Nuestro interés es adquirirlo para convertirlo en un museo del gofio, dado que se conserva la maquinaria en el inmueble y es un espacio que resulta atractivo. Además, está situado en el triángulo histórico de Tacoronte, junto con La Alhóndiga, la plaza del Cristo y la iglesia de Santa Catalina”.

“Estamos tramitando un expediente de acuerdo con la Ley de Patrimonio Cultural de Canarias porque se trata de un elemento catalogado en el Plan General de Ordenación (PGO) de 1998 que no se está conservando en las debidas condiciones”, explica el alcalde tacorontero.

“El Ayuntamiento quiere salvar la estructura, pero tenemos que ceñirnos a la citada ley porque se trata de un bien de propiedad privada con muchos propietarios distintos y problemas relacionados con herencias –señala Díaz–. Hay varias formas de poder intervenir ante el riesgo existente para la conservación de este bien, debido a la falta de mantenimiento y de ornato adecuados”.

Con diferentes puntos de vista, las tres partes implicadas en este conflicto comparten el objetivo de salvar el molino y, además, coinciden en señalar que esta intervención sí que debería comenzar por el tejado.