El Ayuntamiento santacrucero adelantó a ayer el inicio del dispositivo de verano pero la meteorología marcó su tiempo. La tarde del viernes chispeó en las playas de Anaga –Roque de Las Bodegas, Almáciga y Benijo– y ayer el tiempo estaba plomizo, la mejor medida disuasoria para alejar a los bañistas del litoral chicharrero.

La situación vivida ayer en Anaga nada tiene que ver con el caos de tráfico que se registró el pasado fin de semana, cuando vecinos y visitantes se decantaron por disfrutar de la costa de la capital de forma mayoritaria. Ayer los semáforos que advierten el estado de las playas de Anaga anunciaron en todo momento que las playas estaban abiertas, cuando en realidad tenían que haber sido rectificados para anunciar que estaban vacías.

El temido rodaje de un anuncio automovilístico que se desarrolló precisamente ayer en la autovía de San Andrés pasó inadvertidos para los conductores, salvo interrupción puntual que se llegó a cabo bajo la vigilancia policial, a las 10:30 horas, en la zona comprendida entre María Jiménez y la fábrica de cemento de Cueva Bermeja. Por la mañana había más ciclistas y corredores por los aledaños que vehículos, lo que aventuraba lo que estaba por llegar.

Ya al mediodía, casi medio centenar de informadores y miembros de Protección Civil esperaban en los acceso de la playa de Las Teresitas la llegada de bañistas que se hicieron de rogar tanto que no acabaron por llegar en masa. Ni la plataforma reservaba en el acceso número 1 reservada para personas con movilidad reducida registró el lleno del sábado pasado. Otrora, donde estuvieran los restaurantes Pepe Ramos I y II ayer estaba ocupada por apenas una docena de caravanas, a las que se suman otras tantas estacionadas junto al terraplén que se localizar junto al viejo cementerio del pueblo de San Andrés.

En la parada de guaguas, María Díaz y Encarna Flores esperaban la guagua. “Vamos, Mary, que hoy dicen que manda la doble”, le comentó a su compañera de baño. Estas dos vecinas de la calle Castellón de la Plana reconocen que son incondicionales del baño. “Los sábado y domingos no faltamos; eso sí, venimos a Las Teresitas tempranito, para a las diez darnos un baño y volver”. Ayer vieron cómo Titsa desplegó las “guaguas dobles” –articuladas– para dar cabida a un mayor pasaje, precisamente el día en el que con un micro habría dado cobertura a la demanda. Caprichos del destino... y de las condiciones meteorológicas.

Las Teresitas, vacía

La prueba del algodón para saber el estado que presentaba la playa de Las Teresitas poco antes de las doce horas de ayer eran las hamacas y los kioscos de la playa. Sirva como detalle que ni se había utilizado una tumbona; parecía un día entre semana en cuanto a afluencia de bañista, nada que vez con un sábado o domingo soleado.

Poco después del mediodía, y después de ver pasar de forma reiterada la patrulla de la Policía local que hacía el circuito hasta el espigón de Las Teresitas para volver hacia Santa Cruz, pusimos rumbo a las playas de la Anaga más profunda. La única retención la provocó una conductor que justificaba la falta de destreza con su “L”.

Nada más llegar al túnel del desvío a Taganana se echaba en falta una rebeca, nada que ver con el equipaje estival de la toalla y el bronceador, mientras en el participar de la playa del Roque de Las Bodegas impera el neopreno y la tabla de surf. Por precaución, el visitante aparcaron en el primer sitio libre que encontraron nada más enfilar la bajada a la playa del Roque, aunque en realidad ayer, con un poco de suerte, se podía estacionar frente a Casa África, un de los restaurante señeros de la zona, con Alejandra mimando que todo estuviera preparado. Curioso, junto a Casa África no sobran los estacionamientos, pero se cumple con la normativa de reserva aparcamientos de movilidad reducida o se encuentro uno de los pocos lugares acondicionados en toda Santa Cruz para facilitar la carga eléctrica de los vehículos de nueva generación.

La tarima de madera que habitualmente ocupan los socorristas de Cruz Roja, ayer se encontraba vacío y si había ocupación en la playa era gracias a las clases de surf que imparte la academia Fitenia, con sede en la céntrica vía chicharrera Ángel Guimerá, como realiza durante todo el año y a demanda de clientes. Los protagonistas de ayer eran una veintena de niños que desafiaban a las olas... y también a las temperaturas poco veraniegas.

Mientras el grupo de niños esperaba a que los recogieran, en la playa del Roque un grupo de jóvenes entre las que se encontraban Marta y María que prefirieron continuar con la ropa de playa a la espera de que llegara el sol. Antes de continuar para Almáciga, desde la plaza que construyó el Cabildo en 1998 dentro del programa Tenerife y el mar, llega José Ramón Castellano quien cuestiona que el cierre del tráfico sea la solución para evitar el colapso. El que fuera concejal del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife entre 1999 y 2007 defiende que se habiliten aparcamientos rotatorios para evitar que lleguen los surferos, los habituales del lugar más madrugadores y acaben por ocupar las pocas plazas de estacionamientos que se localizan en la zona.

Es cuestión de tener ideas y ganas de solucionar los problemas, advierte José Ramón. “No queremos que supriman todas la caravanas de las playas de Anaga; otra cosa es que si quieren venir a pasar aquí unos días se habilite una zona con plazas limitadas, como se ha hecho en otros puntos de la geografía insular”. Otra solución más para dar viabilidad al tráfico: habilitar dos rotondas o distribuidores de tráfico, una a la altura de la subida de la zona conocida como La Vegueta y una segunda cerca de el San Roquito. “De esta forma evitar que los coches tengan que dar la vuelta dentro de la misma vía y acaben con colapsar el tráfico. Si tu fijas dos distribuidores de tráficos en los dos extremos lo que consigues es que los conductores lleguen hasta cerca de la subida de Benijo y den la vuelva en San Roquito. Y si no hay plazas de aparcamientos, pues siguen de largo. Pero la solución nunca puede decir que se cierra el tráfico en la zona, porque... ¿qué hacen los restaurantes con las reservas de plazas que reciben los fines de semana?”, se pregunta. La clave es tener voluntad política y quieren solventar los problemas, algo que echa en falta en los dirigentes municipales de Santa Cruz, no así entre los responsables del Cabildo de Tenerife, pues elogia el interés demostrado por la consejera de Medio Ambiente, Isabel García, así como la directora del Parque Rural de Anaga.

Antes de continuar a Almáciga, José Enrique Conde, quien regresó a su tierra natal hace cinco años después de estar destinado en Valencia, llega en su furgoneta con sus dos hijos para disfrutar de uno de sus hobbies. En una conversación de hola y adiós entre dos antiguos alumnos del colegio La Salle San Ildefonso, emplaza a su interlocutor a “haber si arreglan lo de las caravanas aquí; yo suelo venir con la familia a coger olas”. Y ayer no fue un día diferentes, aunque sí más frío.

Un desierto llamado Almáciga

Almáciga presentaba ayer una imagen atípica. La estampa de las caravanas acotando el margen derecho con dirección a Benijo quedó ayer en el olvido, hasta tal punto que ni siquiera habían vehículos estacionado metros antes de llegar a San Roquito, y es que la vista de las nubes sobre Anaga fueron el mejor medio disuasorio para que muchos prefieran buscar otros destino en su día de descanso. Por no haber no estaban tampoco ni los socorristas de Cruz Roja, al igual que ocurrió en la playa del Roque de las Bodegas.

Poco después de la una y media, en Almáciga había panza de burro. Hacía calor pero no estaba el sol. Ni siquiera las guaguas de Titsa llegaban repleta de pasaje.

Ayer, que el ayuntamiento de Santa Cruz había adelantado su operativo de seguridad de verano, el sol pareció tomarse un descanso y aliarse con las autoridades municipales, lo que se tradujo en una pobre ocupación de las playas y las pocas personas que estaban en Almáciga, muchas permanecieron enfundadas en sus camisetas a la espera de que apareciera algún rayito.

De regreso a “Santa Cruz”, a las dos, Las Teresitas no registraba mucha más ocupación; ni siquiera los aparcamientos del parque marítimo de la capital tinerfeña evidenciaron que fuera la alternativa. “La gente habrá preferido el sur”, comentaban en el marítimo.