El 14 de abril de 2016 es una fecha que jamás olvidarán los tinerfeños. El derrumbe del edificio Julián José de Los Cristianos se llevó la vida de siete personas, que fueron recordadas ayer en el quinto aniversario de la tragedia. La justicia archivó el caso en un principio pero falta un pronunciamiento definitivo.

“Cada vez que salimos de casa tenemos que enfrentarnos al gran vacío que dejó la tragedia”. Paula Pérez es ahijada de Antonio García Beltrán, uno de los fallecidos en el derrumbe del edificio Julián José de Los Cristianos. Aquel día cambió la vida de su familia y la de otras seis. Paula vive justo en frente del edificio, así que ayer dio unos pocos pasos para encender una vela a su padrino en el solar que antes ocupaba el inmueble de cuatro plantas. Se cumplían cinco años del desplome del edificio de la calle Valle Menéndez en el que murieron siete personas. Sigue siendo una tragedia sin responsables, al menos hasta que la Audiencia Provincial se pronuncie de forma definitiva sobre un caso que fue archivado en primera instancia.

A las 9:31 de aquel fatídico 14 de abril de 2016, Paula volvía de hacer la compra en lo que parecía un día normal. Pero en ese mismo instante el edificio se vino abajo causando un gran estruendo y un movimiento que se asemejaba a un terremoto. Esto es lo primero que pensó Paula, que ella y su madre estaban viviendo un seísmo, pero solo necesitaron cinco minutos para darse cuenta de la realidad de la que, aún a día de hoy, les cuesta hablar. El fuerte ruido que se escuchó en los primeros momentos se disipó para dar lugar a un silencio sepulcral: el que precisaban los equipos de rescate para estar atentos a cualquier sonido que mostrase vida bajo los escombros. Las tareas de rescate duraron tres días y se logró rescatar a tres personas en un primer momento –una mujer con traumatismo grave, un hombre con un traumatismo en el hombro y una mujer con crisis de ansiedad–. Pero a medida que pasaban las horas y el silencio se hacía atronador se perdían las esperanzas.

El operativo movilizó a un gran número de efectivos de emergencias: bomberos, la Policía Local de Arona, Cruz Roja, Protección Civil, la Unidad Militar de Emergencias (UME), el Servicio Canario de Urgencias, la Guardia Civil... José Luis Carrión es el director de Cruz Roja en la comarca de Abona y coordinó el operativo. “Siempre que hay pérdidas humanas, la emergencia es más dura y el proceso de rehabilitación también”. Carrión recuerda que se creó una zona que albergaba a todos los familiares donde ofrecían comida y bebida. Poco a poco se transmitía toda la información que recibían por parte de las autoridades implicadas pero cinco años después siguen existiendo interrogantes.

La causa del derrumbe no se ha esclarecido por parte de la justicia. La jueza del Juzgado de Instrucción número 3 de Arona, Sofía Elena Valdivia, archivó la causa penal en julio de 2018 al no poder determinar ni el motivo ni el responsable del hecho. Tanto el Ayuntamiento de Arona como las diferentes partes implicadas interpusieron un recurso que todavía está pendiente de ser resuelto por la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife.

Cinco años de una tragedia sin culpables

La jueza, mediante el estudio realizado por diferentes expertos del sector, concluyó que el inmueble, construido hacía 49 años, contenía materiales de baja calidad que junto a su cercanía al mar habían contribuido al colapso de la edificación. Unos días después de que se localizarán todos los cuerpos, el Ayuntamiento declaró: “El procedimiento para esclarecer las causas será lento y complejo”.

Tanto que han pasado los años sin una sentencia que aclare quién fue el responsable aunque sea por imprudencia. Un informe encargado por el Ayuntamiento de Arona señalaba que las obras realizadas por el banco Banesto –ya desaparecido– durante 2001 y 2002 para eliminar paredes y añadir ventanas en la planta baja del edificio podían ser la causa principal. Las reformas ocasionaron grietas en las paredes de algunas de las 28 viviendas que conformaban el edificio pero un estudio realizado a petición de los vecinos disipó sus preocupaciones argumentando la buena calidad del hormigón. El mismo informe realizado por el Consistorio aronero indicaba entre las posibles causas los errores de cálculo de los arquitectos, la utilización de materiales de mala calidad en la construcción, la aportación de cargas irregulares que se añadieron a la estructura y la dejadez de la comunidad de propietarios en las tareas de mantenimiento del edificio.

Los restos de una tragedia

Donde antes estaba el edificio ahora solo queda un solar vacío protegido por un muro pintado en conmemoración de las víctimas del 14 de abril de 2016. El mural fue dibujado por las alumnas del taller de pintura del Patronato de Cultura del Ayuntamiento de Arona y representa a un árbol negro, el color del luto, en el mar de Los Cristianos acompañado por siete soles por cada uno de los fallecidos. El alcalde de Arona, José Julián, se desplazó ayer para dejar un ramo de flores en memoria de las víctimas. El año pasado, debido al confinamiento, no se pudo realizar ningún acto. Paula Pérez, al vivir en la misma calle, pudo dejar una vela como hace todos los años. “Nos faltaron las flores”, lamenta.

Arriba, imagen de archivo de las tareas de rescate tras el derrumbe del edificio de Los Cristianos. Abajo, el alcalde de Arona, José Julián, deposita ayer un ramo de flores en el mural conmemorativo pintado en uno de los muros que delimitan el solar.