Una original puesta en escena, urdida por los ayuntamientos de Santa Úrsula y La Victoria, sorprendió al primer rey que visitó la isla. De un arco colocado en la vía para recibir a la comitiva bajó una niña vestida de ángel que pidió al monarca un puente para acercar dos pueblos separados por un barranco.

Hace 115 años un rey de España visitó por primera vez Tenerife. Un hecho histórico que dejó multitud de anécdotas allí por donde pasó la comitiva de Alfonso XIII. Historias que, en algunos casos, pasaron desapercibidas para la prensa de la época y que, gracias a la tradición oral, se mantuvieron vivas en la memoria de algunos pueblos. Es el caso de Santa Úrsula y La Victoria, dos localidades limítrofes de Acentejo que urdieron una original puesta en escena para sorprender al monarca y lograr un gran objetivo: un puente sobre el barranco que las separa.

En esta historia hay un rey, una niña y un puente. Ocurrió el 28 de marzo de 1906, en la jornada en la que Alfonso XIII recorrió los pueblos del Norte, desde Santa Cruz de Tenerife hasta el Valle de La Orotava. El relato lo salvaguardó del olvido el exalcalde de La Victoria y médico Alfonso Fernández García, fallecido a finales de enero de 2014, en Historia de un puente, un libro editado por el Consistorio norteño hace ya 16 años.

El exalcalde inició la investigación a mediados de los años 80, cuando llegó a sus manos, “casualmente y a través del exalcalde de Santa Úrsula Fernando Luis, una fotocopia del expediente de la construcción del puente de hormigón armado sobre el Barranco Hondo, en la carretera de segundo orden de Santa Cruz de Tenerife a La Orotava (1906-1911), existente en los archivos de la Consejería de Obras Públicas del Gobierno canario, que procedía de la antigua Dirección Provincial de Carreteras”. Aquel expediente reactivó en el autor el “deseo latente de profundizar en ese tema de estudio para plasmarlo en un posible libro que tuviera varias fuentes, aparte de la tradición oral: las crónicas encontradas en varios periódicos de la época, algunas actas rebuscadas en los archivos del Ayuntamiento de La Victoria, datos que me facilitaron en el de Santa Úrsula y el referido expediente”.

Aquella jornada clave para el desarrollo y las comunicaciones de Acentejo comenzó con un viaje en tranvía hasta Tacoronte: “El tranvía que ocupaba el rey estaba profusamente engalanado. Junto a su majestad hicieron el viaje, su hermana la Infanta Teresa y su esposo, tres ministros, el general Pacheco, la condesa de Mirasol, y los marqueses de Villamayor y San Felices, todos ellos con sus respectivos ayudantes. En el otro tranvía, que marchaba a continuación, lo ocupaban el rector de la Universidad de Sevilla y otras autoridades”, recordaba Fernández.

El exalcalde rememoró así lo ocurrido en suelo de La Victoria en la mañana del miércoles 28 de marzo de 1906: “La comitiva del rey marchaba en varios automóviles desde Tacoronte hasta La Orotava. A cada tramo se elevaban en la carretera arcos triunfales. En nuestro pueblo todos los vecinos se encontraban en la carretera para aplaudir y vitorear al monarca. Y al aproximarse el vehículo que transportaba al rey al arco de La Victoria, descendió de él una encantadora niña de seis años con traje de ángel, metida en un cesto adornado con flores y frutas. El coche se detuvo y la niña entregó a su majestad un escrito firmado por las autoridades de La Victoria y Santa Úrsula, donde se le solicitaba la construcción del puente sobre el Barranco Hondo, para facilitar las comunicaciones entre ambos municipios y con el resto de la isla. El rey acarició la cabeza de la niña, recogió el papel y dio órdenes para se construyera cuanto antes el puente”. Un gran proyecto que se hizo realidad apenas tres años después.

El puente se inauguró el 20 de marzo de 1909, “dos años antes de lo previsto”, tras una inversión de 146.178 pesetas. El Diario de Tenerife informaba unos días más tarde de la importancia de una obra que esperaban que permitiera la expansión del tranvía hasta el Valle de La Orotava. Un deseo que nunca se cumplió: “La mejora realizada, a fin y después de tantos años de espera, con la apertura al servicio de este puente, es importantísima, no sólo por lo que acorta de distancia, sino porque evita las molestia y hasta los peligros de aquellas interminables vueltas de la antigua carretera para salvar el barranco, y sobre todo porque ella facilitará la llegada del tranvía hasta los pueblos del Valle”.

“Por lo innovador del diseño consiguió inscribir su nombre en todos los tratados técnicos de la época. La ejemplaridad de la obra quedó plasmada en una maqueta que se guardó durante mucho tiempo en la antigua Escuela de Ingenieros de Madrid. Los técnicos coinciden en calificar este puente como una obra excepcional de ingeniería, innovadora y vanguardista. Revolucionó las comunicaciones por los caminos del Norte, que hasta entonces eran muy tortuosos. El puente de convirtió en un punto estratégico de las comunicaciones comarcales e insulares”, resaltaba Fernández.

Poco se sabe de aquella niña que, vestida de ángel, logró que Alfonso XIII atendiera una demanda histórica de estos dos municipios. Alfonso Fernández lamentaba hace 16 años la falta de datos sobre esta figura clave en la historia de ambos pueblos, de la que sólo logró averiguar que se llamaba Ana y que provenía de una familia a la que apodaban Las Españolas. “Fue escogida para esta misión porque su padre, aunque vecino de La Victoria de Acentejo, ejercía como escribiente en el Ayuntamiento de Santa Úrsula”, detallaba el exalcalde. Su pista se pierde en Sudamérica, ya que lo último que se sabe es que “emigró muy joven a Brasil”.

“Una inusual celeridad”

Alfonso Fernández subraya en su libro que “el rey debió poner gran interés en la realización de la obra solicitada por La Victoria y Santa Úrsula, puesto que inmediatamente se puso en movimiento lo máquina burocrática del Gobierno. Y lo hizo, además, con una inusual celeridad, que se mantuvo a lo largo de todo el proceso previo a la construcción del puente, y se prolongó durante el desarrollo de la obra, hasta el punto de que ésta finalizó, cosa rara, mucho tiempo antes de lo previsto”. Ya el l7 de abril de 1909, “apenas 20 días después de la visita del monarca al Norte y ocho días antes de celebrarse el pleno del Gobierno, la Gaceta de Madrid publicó un Real Decreto del Director General de Obras Públicas ordenando la apertura de expediente para construir un puente de hormigón armado, sobre el Barranco Hondo”.