Conservar, investigar y difundir. Estos son los tres ejes fundamentales del Museo de la Naturaleza y la Arqueología (MUNA), integrado en Museos de Tenerife del Cabildo, que articulan una riqueza única en el mundo de las ciencias naturales y la arqueología y que van mucho más allá de cualquiera de los centros que existen a nivel nacional e internacional. Los técnicos, los fondos y las exposiciones son de primer nivel y de cara al público solo se expone el 2 por ciento de todas las colecciones que atesora esta referencia de la ciencia no ya solo en Canarias, sino en el extranjero, como remarcan los especialistas. Tanto es así que el MUNA está jugando “en la primera división de la investigación y conservación de los museos del mundo” más allá de los reputados Smithsonian (Washington DC, EEUU) o el Museo Historia Natural de Londres (Reino Unido) y algún que otro más, monstruos de la ciencia en todos los sentidos.

Y no es un farol. Es el convencimiento de expertos de la talla de la directora del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife, Fátima Hernández, o del director del Instituto Canario de Bioantropología, Conrado Rodríguez Maffiotte, que ponen en valor, ante todo, al grupo de especialistas que interactúan en los distintos proyectos investigadores que se están desarrollando en la “cocina” del centro, “todos de altísimo nivel y que trabajan entre distintas áreas de forma coordinada para dar respuestas a los porqués de las cosas, a su evolución en el tiempo y el futuro que todavía está por venir”, subrayan los responsables técnicos.

Ese convencimiento lo tienen también el gerente del MUNA, Carlos González, y la consejera de Educación, Juventud, Cultura, Deportes y Museos del Cabildo de Tenerife, Concepción Rivero, quienes destacan que en muchas ocasiones “no se le da la importancia que debiera a un centro museístico de las características del nuestro, ni su nivel real en un entorno científico tan competitivo como en el que estamos... Y está aquí, en Santa Cruz, en Tenerife”.

Cualificación altísima

Precisamente la consejera destaca que “intentamos trazar una estrategia de profundizar en el trabajo investigador y para eso el museo tiene que abrirse. En este punto creemos en la cooperación y lo hacemos con instituciones también de primer nivel como la ULL y sus cualificados técnicos (aunque reconoce la falta de financiación) o el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) o el Instituto Oceanográfico, entre otros”.

“Son centros investigadores con una cualificación altísima, como la que tenemos nosotros con Fátima y Conrado y los equipos de las distintas áreas que coordinan, un listado grande y reputado que dan sentido a una entidad de esta magnitud. Una sociedad que quiere avanzar necesita de la investigación para lograrlo”, dijo Rivero.

En opinión de González, lo destacado del Organismo Autónomo fue “aunar en un mismo paraguas todas las áreas para un trabajo transversal. Eso produce sinergias sin compartimentos estancos que atasquen el trabajo y los fines”.

“Estamos bajo el concepto del Consejo Internacional de Museos (ICOM, en sus siglas en inglés), que se encuentra reformulando la idea de museos en el mundo y en eso ya estamos. Un museo que investiga, se enriquece y divulga”, precisó con orgullo.

No dudó en señalar en que en estos momentos “hay pocas instituciones en el mundo que presenten al año, y todos los años, tres publicaciones científicas y eso es una constante que no debemos despreciar. Es un ritmo y un nivel de seriedad que demuestra el trabajo que hacemos. Eso es algo que tenemos que poner en valor y eso es gracias a los equipos conformados y a los departamentos que trabajan todos juntos”.

Sin complejos

El gerente del MUNA aclaró que “no decimos que seamos mejor museo que nadie, pero desde luego no debemos estar acomplejados con respecto a ningún otro museo por muy importante en apariencia que parezcan o por una mayor repercusión mediática que puedan tener sus objetos. Jugamos en la primera división desde hace ya mucho tiempo”, aclaró al tiempo que afirmaba que “el valor de las colecciones no se miden por la constante mediática, sino por lo que significa para una cultura. Habrán miles de colecciones por ahí, pero no son las nuestras, que son únicas en todo el mundo”.

Fátima resalta sobre lo añadido que “el MUNA solo expone el 2% de sus colecciones, al igual que otros museos”, definiéndolas Conrado como “auténticas joyas que se elevan a patrimonio mundial. Son colecciones con un valor incalculable”.

La directora del Museo de Ciencias Naturales confirma el apunte de su homólogo y detalla que tratan, por ejemplo, de “especies que fueron las primeras descubiertas y eso es patrimonio mundial... Hay tipos de peces, anélidos, moluscos, nidarios, otras de entomología, etc, y muchas más. Todas de una gran importancia. Lo que pasa es que tienen una custodia especial, no se pueden prestar y tienen unos requerimientos de conservación diferentes porque son patrimonio mundial”.

¿Para qué se usan las colecciones entonces El director del Instituto Canario de Bioantropología, Conrado Rodríguez Maffiotte apunta que “en su mayoría para hacer exposiciones temporales. Se muestran aspectos que no están en las exposiciones permanentes y en un contexto determinado muy interesante desde el punto de vista de lo que se requiere en cada momento”.

“Son temáticas con un enfoque tal vez distinto al de las permanentes, pero que sirven para difundir el tremendo e importante patrimonio que tenemos. Así hacemos en arqueología, que prestamos momias... Las pudiste ver en Granada”, le espetó a Fátima, que asentía con la cabeza.

La experta recordó que “la gestión de colecciones, donaciones, préstamos y accesos están abiertas después de un protocolo administrativo. Investigadores, fundaciones y especialistas viven las colecciones, se usan , las dinamizan, se prestan y se consultan. La ciencia no es cerrada, sino abierta a la sociedad y tenemos que explorar aún más este aspecto”.

Cuestionados Concepción Rivero y Carlos González sobre la política de comunicación de Museos de Tenerife, resaltan que difundir es complicado, “pero lo estamos haciendo. No hay más que ver el trabajo que hace Conrado Rodríguez Maffiote o Fátima Hernández, que hacen una labor divulgadora muy importante. No todas las personas con altísimo nivel y conocimiento son capaces de transmitir. Y aquí los tenemos”, espetó la consejera.

Conrado en este sentido resalta el valor de la información y la transmisión de la misma. Sin dejar de reconocer cierta falta de conexión social, “algo en lo que estamos trabajando continuamente”, considera que “la ciencia tiene la obligación de traducir esa información que rescata continuamente y que enriquece. Y es ahí en donde el periodismo tiene que ser capaz de transmitir la información exacta al ciudadano”.

“Por ejemplo, con el Covid ahí está la cantidad de buena información que se ha perdido por una mala comunicación que encima no viene traducida”, criticó. El experto en bioantropología matizó con posterioridad que “la información tiene muchos niveles, ya sea la básica de divulgación, como otras más específicas como la de cursos científicos, profesionales, de arqueología o bioantropología o las de ciencias naturales técnicas o para estudiantes en cada una de las materias demandadas”.

Por último los expertos ponen sus miras en el mundo de la microbiología, que estudia los microorganismos, bacterias, hongos, protistas y parásitos y otros agentes como virus, viroides y priones.