El sistema de abastecimiento de agua potable del municipio de La Guancha es único en Canarias. El 100% del agua que se consume en esta localidad norteña proviene del mismo lugar y se trata en su totalidad en una planta desalinizadora para reducir el exceso de flúor. Toda el agua de La Guancha sale de la galería con mayor caudal de Canarias, la de Vergara, que cada hora permite extraer de las entrañas de la isla unas 2.200 pipas de agua por hora, 1.056.000 litros cada 60 minutos. Como si cada hora salieran de esta parte del monte guanchero 132.000 garrafas de ocho litros. 3.168.000 garrafas de esta capacidad cada día. Un caudal de agua enorme que en menos de 17 horas bastaría para entregar una garrafa de 8 litros a cada uno de los 2.176.000 habitantes de Canarias.

Jesús Manuel Álvarez González es el canalero y responsable de las galerías de Vergara I y II, básicas para el abastecimiento de La Guancha y del resto de la isla de Tenerife, pese a que en los últimos años han ido perdiendo progresivamente una parte de su caudal. Hace 11 años, cuando empezó a trabajar en la zona, salían más de 2.300 pipas por hora, una cifra que ahora se ha reducido a unas 2.200, de las que casi 2.000 provienen de Vergara II.

Kilómetros de conducciones

El agua de este rincón del monte de La Guancha se reparte por prácticamente toda la isla a través de tres grandes conducciones: una de 47 kilómetros que llega hasta Guía de Isora y continúa por el resto del Sur; otra de 17 kilómetros que llega hasta Chanajiga, en Los Realejos, donde empata con el Canal del Norte que abastece al Valle de La Orotava, Acentejo y parte del área metropolitana, y el ramal de 11 kilómetros que baja hacia La Guancha y otras localidades del noroeste.

Vergara I es la joya de la corona, tiene una longitud de 3.305 metros y un ramal a 2.492 metros que se introduce en la tierra otros 328 metros más. Su trazado es mucho más irregular que el de Vergara II y presenta varias curvas y desniveles que la hacen más peligrosa y complicada. Se sitúa a unos 1.460 metros de altitud.

Vergara II tiene una longitud de 2.285 metros, su trazado es mucho más recto y está a una cota de unos 100 metros por debajo de la anterior. Su caudal se ha reducido notablemente desde que se perforó, en los años 40 del siglo XX, y en la actualidad se limita a menos de 300 pipas por hora. Para mejorar su producción ahora se trabaja en una nueva perforación de unos 112 metros.

“La isla temblaría”

Jesús Manuel Álvarez reconoce que la galería de Vergara también es clave para el resto de Tenerife: “Si aquí pasara algo, la isla temblaría. Un ingeniero me dijo que de aquí se abastecen entre 200.000 y 300.000 contadores de la isla”. Entre ellos todos los de La Guancha, que son 2.500. La dependencia respecto a Vergara “es enorme en toda la isla”, advierte el edil de Urbanismo y Aguas de La Guancha, Juan Felipe Rodríguez (PP).

Debido al gran caudal que genera y a la altitud a la que está, Vergara I puede abastecer a prácticamente cualquier rincón de la isla sin necesidad de bombeos. El único municipio de Tenerife a una cota más alta es Vilaflor. La propiedad de estas galerías se reparte en 3.000 acciones, de las que el Ayuntamiento de La Guancha posee unas 100. El Consistorio de La Orotava también cuenta con participaciones. Ser propietarios de una parte del agua les permite abaratar algo los costes, pero la factura por la compra y el tratamiento del agua es de “más de 700.000 euros anuales”, según señala el alcalde de La Guancha, Antonio Hernández (PP).

La segunda característica única del sistema de suministro de La Guancha es que estamos ante la única localidad de Canarias que trata en una Estación Desalinizadora de Aguas Salobres (EDAS) el 100% del agua que llega a los depósitos municipales y, posteriormente, a los hogares y negocios del pueblo. La obligación de tratar el agua viene causada por el exceso de flúor del agua de Vergara, que sale de forma natural con unos 7 miligramos por litro, cuando Salud Pública sitúa el límite máximo aceptable para consumo humano en 4 miligramos para los mayores de 8 años y en 1,5 miligramos en el caso de los niños menores de esa edad.

“Somos la única administración de Canarias que trata el 100% del agua que se suministra a los vecinos. Ese tratamiento consiste en la eliminación del exceso de sales a través de un sistema de electrodiálisis reversible, cuyo objetivo inicial era eliminar el flúor pero que también reduce notablemente la conductividad o presencia de otras sales, por lo que aquí contamos con un agua de excelente calidad”, subraya el alcalde, que además es licenciado en química. Su conocimiento de la realidad del agua local le lleva a retar a “cualquier otro municipio” a comparar los resultados de las analíticas, “que aquí son mejores que en la mayoría de aguas embotelladas, salvo por el flúor”.

La Guancha sufre en la actualidad una restricción total en el consumo de agua de la red pública debido a una interrupción parcial del caudal de Vergara I, de apenas cinco horas, que dejó prácticamente vacíos los depósitos municipales. Para evitar el desabastecimiento e impedir que los vecinos se quedaran sin agua para asearse, el Ayuntamiento guanchero alertó a la población e incorporó agua sin tratar a los depósitos, que poco a poco recuperan sus niveles, a costa de tener un exceso de flúor que ronda en la actualidad los 3 miligramos por litro. El alcalde pide a la población que no se alarme: “El agua no es mala, no es ningún veneno, pero hay que respetar los límites que impone Salud Pública y avisar para que no la beban ni la usen para cocinar. Es una cuestión de prudencia”.

“Sacrificamos la calidad para que los vecinos abrieran el grifo y tuvieran agua. La próxima semana se harán nuevas analíticas y confiamos en que en unos días se podrá levantar la restricción que impide que el agua se pueda usar para beber y cocinar al menos en el caso de las personas mayores de 8 años”, avanza el alcalde. Algo más tardará en levantarse la restricción que afecta a los menores de ocho años, pues en circunstancias normales “ya cuesta no superar el valor máximo de flúor que permite Salud Pública para levantar la restricción a todas las edades: 1,5 miligramos por litro. Tarde o temprano no vamos a poder alcanzar esa cifra y tendrá que mantenerse la restricción a menores de esa edad. Es una consecuencia de la sobreexplotación del acuífero”.

La decisión más acertada

Antonio Hernández añade que en algún momento habrá que plantearse si la decisión de tratar el 100% del agua de La Guancha para eliminar la restricción que afecta a los menores de 8 años de edad es la decisión más acertada. “Personalmente pienso que podría ser un error, ya que en el proceso del tratamiento del agua perdemos alrededor del 20%, que termina vertiéndose al mar a través de un pozo, y eso unido a las fugas en la red, que el Cabildo cifra en un 50%, suponen un coste elevadísimo para el Ayuntamiento”, apunta. A su juicio, “habría que debatir en el futuro si merece la pena tratar el 100% del agua de La Guancha cuando sólo una ínfima parte se usa para beber o cocinar, y de esa cantidad, sólo una pequeñísima parte la consumen los menores de 8 años”. Es posible que sea más rentable repartir agua embotellada a las familias con niños pequeños.

Mirando a largo plazo, en La Guancha temen que cualquier problema en el caudal de Vergara I y II pueda dejar al pueblo sin agua. La única solución, que ni siquiera está planificada, pasaría por construir una desaladora de agua de mar y bombearla hacia una cota superior para poder repartirla por el resto del municipio.

Dientes manchados por el fluor

El alcalde de La Guancha, Antonio Hernández, y el edil de Urbanismo y Aguas, Juan Felipe Rodríguez, han sufrido en primera persona los efectos de consumir durante toda su infancia el agua con exceso de flúor de la galería de Vergara. “La fluorosis nos manchaba los dientes a todos y la gente de fuera nos reconocía por esa característica, que también se da mucho en la India. Los dos lo hemos sufrido, yo incluso estaba tan cabreado con esa situación que me los traté de limpiar con un ácido y al final tuve que ponerme fundas porque me desgasté el esmalte”, recuerda Hernández. “Era una mala seña de identidad, ya que incluso nos llamaban los de los dientes podridos. Se convirtió en un problema social y por eso, a mediados de los 90, se construyó la EDAS de Cruz de Tarifes y se comenzó a tratar el agua”, recuerda.