El complicado rescate de ocho senderistas alemanes que quedaron atrapados en medio de un temporal en la playa de la desembocadura del barranco de Masca, el 25 de febrero de 2018, fue la gota que colmó el vaso, tras años de accidentes, evacuaciones, heridos y varias víctimas mortales. Al día siguiente, la exalcaldesa de Buenavista del Norte, Eva García (PSOE), firmó el decreto que ordenó el cierre del sendero del barranco y prohibió la utilización del embarcadero. El próximo viernes se cumplen tres años de ese cierre y su reapertura aún depende de que Costas autorice el uso provisional del embarcadero o, de lo contrario, habrá que esperar varios meses más a que el Cabildo de Tenerife ejecute una mejora integral del atraque, presupuestada en casi un millón de euros.

Una notificación remitida al Ayuntamiento por la Unidad del Parque Rural de Teno, que depende del Área de Sostenibilidad, Medio Ambiente y Seguridad del Cabildo de Tenerife tras aquel último rescate por mar, dejaba clara la peligrosidad del camino del barranco y del propio embarcadero, debido a los daños causados por las borrascas que azotaron la zona a principios de 2018. Se reconocía que “no era posible garantizar la seguridad de los visitantes”. Así comenzó el cierre y la posterior mejora del sendero. Una obra que ha costado 950.000 euros y que ya está completamente terminada.

Un obstáculo inesperado

La intervención en el barranco, que parecía lo más difícil, ha concluido, pero el Ayuntamiento de Buenavista del Norte y el Cabildo de Tenerife se han encontrado con un obstáculo inesperado: un cambio de criterio de Costas respecto al uso del embarcadero, que está cedido al municipio. Las dos administraciones esperaban que, tras las reformas puntuales ejecutadas en el atraque, Costas permitiría un uso provisional hasta que se ejecutará la obra definitiva, cuyo coste ronda el millón de euros. Sin embargo, el cambio en la jefatura provincial ha marcado una nueva línea roja y bloquea por ahora el uso provisional de esta infraestructura marítima.

Cabildo y Ayuntamiento negocian con los responsables de Costas para que permitan usar el embarcadero mientras se ejecutan las obras de la reforma definitiva, ya que resulta indispensable contar con una salida por mar para poder reabrir el sendero. Esa negociación sigue en marcha y si no se logra un cambio de criterio en 2021, la reapertura podría retrasarse hasta el año 2022.

La consejera insular de Gestión del Medio Natural y Seguridad, Isabel García (PSOE), detalla que la mejora del sendero “está completamente terminada” y que, además, el encargo para prestar el servicio de control de acceso ya está formalizado y el personal encargado ha superado incluso las entrevistas y ya ha sido seleccionado “para poder empezar en cualquier momento”.

“Costas considera que los arreglos que se hicieron en el embarcadero eran sólo para la ejecución de las obras en el barranco y que en su estado actual no terminan de verlo para el uso público en general. Nos han autorizado a ejecutar la obra definitiva, que lo convertirá en un embarcadero bastante más decente, pero nos gustaría poder abrir antes con una autorización provisional. Y no nos han cerrado del todo esa puerta”, reconoce García.

“El nuevo embarcadero ya está diseñado, el proyecto está aprobado, cuenta con todos los permisos y dispone de financiación en el presupuesto insular de 2021. El Ayuntamiento y el Cabildo ultiman ahora el convenio de colaboración para la ejecución de los trabajos y, cuando se firme, se presentará toda la documentación a Costas para que puedan comprobar que estamos avanzando y valoren la autorización transitoria”, detalla la consejera. En la actualidad, ese convenio sólo está a la espera de un informe del área de Intervención del Cabildo.

La obra tendrá que respetar el periodo de cría del guincho o águila pescadora, en peligro de extinción, que comienza en marzo y concluye en agosto, por lo que no podrá arrancar finales de verano. “Hay cuestiones que se pueden adelantar, ya que lleva una pasarela que es posible que se construya en otra zona y luego se traslade allí”, avanza García.

A juicio de la consejera de Gestión del Medio Natural y Seguridad, “el embarcadero será más seguro que nunca, ya que por primera vez contaría con dos trabajadores de Tragsa y del Ayuntamiento de Buenavista del Norte, que estarían siempre ayudando en las maniobras de embarque y desembarque. Así que se correrían muchos menos riesgos que antes”.

El alcalde de Buenavista del Norte, Antonio González Fortes (Sí se Puede), insiste en que “cuando se firme el convenio con el Cabildo para ejecutar la obra, volveremos a dirigirnos a Costas para que estudie la autorización provisional de uso, tal y como se había negociado con la anterior jefatura provincial”. El impacto de la pandemia del coronavirus en la actividad turística reduce las consecuencias negativas de este nuevo retraso, aunque Antonio González Fortes sí lamenta que se mantenga cerrado el barranco de Masca “cuando la realidad es que ya se podría estar utilizando”.

Regulación del aparcamiento

La Asociación de Vecinos Barranco de Masca ha pedido al Ayuntamiento de Buenavista del Norte que regule el aparcamiento en el caserío para evitar que los senderistas ocupen las pocas plazas existentes y dejen sus vehículos estacionados durante todo el día. En estos tres años de cierre, el tejido empresarial de Masca no ha echado demasiado de menos la apertura del sendero, ya que “los senderistas pasaban y algunos se tomaban algún café y alguna otra cosa, pero también se generaba un problema muy grave por la falta de aparcamientos y el exceso de tráfico. Con el cierre temporal del barranco se ha demostrado que Masca necesitaba una regulación del aparcamiento para que no se repitiera aquello de los vehículos que quedaban aparcados, algunos incluso mal estacionados, durante horas y horas”, explicaba el dirigente vecinal Riquelme Díaz. El Ayuntamiento de Buenavista del Norte ya aprobó en pleno un modelo de regulación de aparcamientos que, en principio, solucionaría este problema cuando el barranco vuelva a abrirse. La Ordenanza Reguladora del Aparcamiento (ORA), que aún no se aplica, pretende incentivar que los senderistas lleguen a Masca en transporte público, lo que reducirá la cantidad de vehículos privados que acceden a la zona y liberará plazas de aparcamiento para los visitantes de paso.