El paro femenino ha aumentado en Tenerife durante el último año, entre enero de 2020 y enero de 2021, en algo más de 15.000 mujeres, un 30,69% de incremento. Curiosamente, casi el mismo número que en hombres. El histórico de la última década revela, además, que en el ejercicio más reciente se ha alcanzado la cifra récord en términos absolutos de 65.778 desempleadas. A estas mujeres sin trabajo hay que sumarles más de 15.000 en ERTE. El grupo nacionalista en el Cabildo ha pedido un plan de choque y la comparecencia en pleno de la consejera insular de Empleo, pero la frialdad de las cifras esconde una realidad aún más terrible en cuanto a la desigualdad, así como desgarradoras historias personales. A nivel global, Tenerife suma ya 122.335 parados pero la cifra real supera las 150.000 personas.

Entre las mujeres, la situación es muy preocupante. De estar en paro 50.400 en enero de 2020 se ha pasado a las casi 66.000 de enero de este año, el 53,85%. Los nuevos parados de 2020, que son 30.946, se distribuyen equitativamente: 15.474 hombres y 15.472 mujeres. El virus del paro no parece entender de géneros.

La visión de la experta.

Marta Jiménez, profesora de Sociología de la ULL, valora ”claves” las condiciones de trabajo. Si la crisis de 2008, con especial incidencia en la construcción y la industria, afectó más a ellos “las cifras se han igualado de nuevo con la de la Covid-19 y agrandado en las diferencias estructurales”. En general, apunta, “la tasa de paro de las mujeres sigue siendo superior y eso que la población activa femenina es mayor porque incluye los roles tradicionales”. Hay otro factor, la precariedad, que, opina la experta, “hace que las prestaciones de las mujeres trabajadoras sean inferiores. Para los hombres la media a cobrar por desempleo llega a los 30,76 euros al día y en las mujeres se queda en 26,79. Cuatro euros menos”. Y la tasa de actividad ha descendido en un año un punto, del 54,90 al 53,96, en el caso de las mujeres. La masculina baja también, sobre todo por las jubilaciones, pero se mantiene en el 62,43%. Incide Jiménez en la desigualdad porque “la tasa de desempleo de las mujeres es del 26% por el 23% de los hombre”. La socióloga califica de “grave” que “un cuarto de la población activa femenina esté en paro”. Más datos: “El 44% de las mujeres tiene un contrato temporal por solo el 29% de los hombres. Y en los de tiempo parcial ellas llegan al 26% y ellos se quedan en un 5%”. Tres conceptos en su resumen: desigualdad, precariedad e incertidumbre.

Ante el trabajo.

María González Acosta está en el último curso del grado de Historia en la Universidad de La Laguna. Lo afronta “con mucha incertidumbre”. Y, añade que “esta crisis sanitaria y económica no ayuda, y más cuando eres mujer porque seguimos arrastrando desigualdades”. Después de las prácticas, añade, “en muy pocos casos te quedas trabajando”. Otra opción es seguir formándose con máster y doctorados. El problema es la falta de recursos económicos. “Tenemos becas, pero son muy limitadas”, apunta. En cuanto a la situación del paro femenino “es catastrófica” subraya. Cada día “veo más gente formada irse de España porque aquí no tenemos futuro”. Considera que “a las mujeres nos venden una igualdad en el siglo XXI que no existe”. Plantea que “ya tenemos que conformarnos con contratos basuras, pero es que en las entrevistas sueles escuchar comentarios como ¿tienes pensado tener hijos?; eso no se lo preguntan a los hombres”. A punto de finalizar la carrera, “pero me tocó trabajar en la hostelería desde los 18 años entre precariedad laboral para pagarme mis estudios y vi muchas injusticias; aprendes el verdadero panorama al que se enfrenta la mujer: ocho horas (o más) en su jornada laboral y luego llegar a casa seguir la lucha”. En el mundo académico, apostilla, “también hay desigualdades y aguantas comentarios paternalistas o machistas”. Y concluye: “Para la mujer y los jóvenes el futuro es cada vez más negro”.

Fuera del mercado laboral.

Teresa Quevedo Ojeda tiene 55 años y tres hijos ya mayores. Ha sido administrativa y limpiadora. No trabaja desde octubre de 2016 pero a partir de 2010 solo ha encontrado empleos precarios o temporales. Lo explica: “Fui administrativa en empresas públicas y privadas hasta los 44 años. Los problemas empezaron cuando tuve a los niños porque ser madre era poco compatible con trabajar”. Es contundente: “Era todavía joven, dinámica y muy responsable, pero a partir de ahí solo quieren chicas monas con contratos basura”. Ve muy complicado volver al mercado laboral. Así, “los currículos físicos no los imprimo porque van seguro a la papelera. Solo lo intento de forma telemática”. Teresa cobró la PCI un año y lleva dos meses sin ingresos mientras tramita su renovación.