Cientos de personas celebraron ayer la apertura de los accesos al Parque Nacional del Teide después de la nevada de la semana pasada, una jornada fiestera en la que no se registraron incidencias, salvo alguna que otra asistencia que se tuvo que hacer a vehículos que se quedaron atrapados en la nieve.

La gente se echó a la carretera, aunque bien es verdad que fue mucho menos de la esperada, en un principio, durante el primer día en el que se abrieron los accesos al Parque Nacional del Teide. Y es que la copiosa nevada de la semana pasada dejó el enclave tinerfeño vestido con sus mejores luces, lo que aprovecharon los que no trabajaban ayer, o el que se fugó tal y como confesaba alguno, para ver en todo su esplendor el paraje Patrimonio de la Humanidad. Y en este ambiente la novelería: risas, fiestas, ganas de disfrutar y “unas tiraditas” en la nieve.

Encima, la climatología acompañó en todos los sentidos. Los visitantes se encontraron con un día espectacular, con sol radiante aunque con una temperatura que se estabilizaba en torno a los 10 grados centígrados al mediodía. Fantástica temperatura, excelente día e impresionante paisaje que fue aprovechado sobre todo por estudiantes y familias enteras (niños incluidos) para echarse ladera abajo, sacarse un par de fotos o simplemente disfrutar de un ambiente sin grandes aglomeraciones y sin ningún tipo de problema, salvo los relativos a algún que otro vehículo que tuvo que ser auxiliado en el arcén tras quedarse atrapado en la nieve.

La nevada se produjo, principalmente, en la zona Norte de la Isla así como en las propias Cañadas del Teide. Buena muestra de ello es que en el kilómetro 20 de la carretera TF-24 por La Esperanza (a la altura de la Montaña del Diablillo, a 1.590 metros de altitud), ya se divisaba el blanco en los arcenes. Un poco más arriba el verde los pinos se mezclaba maravillosamente con el manto claro a sus pies. Pero un poco antes de llegar, en el mirador de Ortuño ya se adivinaba lo que el visitante se iba a encontrar con el paisaje de una naturaleza brutal, una idea que se reforzó aún más en zonas como las de los miradores de Chipeque (hasta los topes de nieve), La Crucita o La Tarta.

En cada uno de los estos puntos a duras penas se podía aparcar, una constante a lo largo de todo el recorrido. Una de las zonas más espectaculares por lo cargada que está de nieve es la de Izaña en su intersección con el observatorio. Justamente en el cruce de caminos, los coches se agolpaban como viene siendo habitual y en el día de ayer incluso lastraron las maniobras militares que se estaban realizando en el entorno, ya que impidieron que los vehículos UROS del Ejército se incorporaran a los caminos de tierra.

Allí los amigos o familias hacían su descanso con un tentempié, mucho café con leche y algún vasito de chocolate en espera de coger las tablas y echarse por las laderas del noroeste, unos metros más adelante en dirección al Portillo, cerca del Mirador del Niño. Este es el punto escogido por la gran mayoría de los visitantes para dar paseos o tirarse en la nieve. El otro predilecto es el de las Minas de San José, al lado del sendero de Montaña Blanca. Sus apartaderos no dejaban sitio para más vehículos, tal y como pudo comprobar EL DÍA durante la visita.

Aquí fluyeron los testimonios y las opiniones. Todos los consultados se quedaron maravillados del espectáculo que les ofrecía el Teide y su manto nevado, siendo la frase más escuchada esa de “no sabemos apreciar lo que tenemos” ante la inmensidad del espectáculo visual que se abría ante ellos.

Maravillados

Elísabeth Cotan y Miguel Benítez, ambos sevillanos, se quedaron encantados de lo que veían. La primera reconocía que “es la primera vez que veo la nieve y la verdad es que estoy encantada y muy impresionada”. Miguel recordaba que “ya vi nieve en Navacerrada y es ahora la segunda vez que la veo. Esto es tener mucha calidad de vida, estar en playa y echarse un baño y en 50 minutos estar en mitad de la nieve”, dijo, no sin antes advertir sobre el uso de las tablas para deslizarse en la nieve y las heladas que se pueden generar en zonas de sombra o cuando baja la temperatura.

Ángeles Vitos definió el momento como “muy agradable y mucho más cuando el tiempo acompaña con este sol. Hay menos gente y así merece la pena. Teníamos el día libre y era subir hoy o nunca”. Francisco Gilarte resaltó la jornada, de la que dijo que “hace un tiempo excelente y menos mal que decidimos disfrutar de un día en la nieve. Casi no hay gente y conseguimos aparcar bien”, añadió con su bebé Carlota en brazos.

Justa Peraza fue otra de las visitantes que se apresuró a subir al Teide a ver la nieve. “Estaba pendiente de la apertura y he avisado a un montón de gente para que suba. Ayer (por el lunes) intentamos subir por el Sur, pero la carretera estaba cortada. Hoy las cosas han cambiado y ya estamos aquí y la verdad es que está todo precioso. Creo que no sabemos apreciar lo que tenemos, aunque yo sí. Tenerife es un continente en miniatura porque podemos disfrutar de playa y nieve a la vez”, apuntó esta decoradora.

Otro “afortunados” fueron Alejandro Gómez y Natalia Fernández, quienes con tabla en mano reconocieron que “no esperábamos este tiempo, tanto que trajimos las tablas por si acaso... Y el día ha salido redondo”, afirmó la segunda.

Carla Requejo no tenía tabla con qué tirarse, aunque sí el parasol del coche. “Es lo único que tengo y espero no matarme”, explicó no sin antes advertir que la gente “está dejando basura y restos por aquí y por allá”.

Y efectivamente. Una de las grandes recomendaciones del Cabildo de Tenerife para visitar el Parque Nacional del Teide era tener “respeto con el entorno”, pero ya desde primera hora de la mañana se podía divisar mascarillas entre la nieve, restos de comida, algunos papeles, unas bolsas blancas, una pequeña tabla de boogie rota y trozos metálicos de parasoles de vehículos, la última alternativa a falta de otra cosa.

Esta circunstancia fue una de las partes negativas de la jornada. “Está bien la novelería, pero hombre, que la gente tenga un poco de cuidado por algo que es de todos. Seguro que los incívicos no dejan así su casa... O sí”, señaló Verónica Núñez, activista ecologista.

En este sentido, el director insular de Carreteras, Tomás Félix García, lamentó que un pequeño sector de la población, “no todos”, tengan poco respeto al entorno y a la naturaleza. “Es un caballo de batalla contra el que estamos luchando día a día”, resaltó hace unos días el director.

En cuanto a la jornada y sus incidencias, García puso en valor “el comportamiento generalizado de la ciudadanía que ha supuesto que haya subido poca gente. Hubo moderación, tranquilidad y no han existido aglomeraciones. La verdad es que no se han generado incidencias de consideración, salvo algunos vehículos que quedaron atrapados en la nieve a los que hemos tenido que auxiliar. ¿Restricciones? Tendremos que esperar a ver cómo se desarrollan los acontecimientos y si es así buscar fórmulas para evitarlas”, dijo para concluir.

Los que también están al pie del cañón fueron los agentes de la Guardia Civil. Su labor en las vías se centró en garantizar la seguridad del tráfico en todos los rincones del Parque Nacional del Teide lo que llevó consigo alguna que otra multa a personas que dejaban sus vehículos en la banda de rodadura de la carretera. “Es algo muy peligroso”, advertía uno de los agentes, mientras que un helicóptero de la UHEL de Tenerife sobrevolaba el parque en tareas de vigilancia, control y apoyo en las zonas estratégicas del parque.