El obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, engañó a la Consejería de Sanidad de Canarias para vacunarse contra la covid el 13 de enero, pese a que no figura entre los grupos prioritarios de riesgo fijados por el Ministerio y la Consejería de Sanidad para recibir la inmunidad. El 28 de enero, la Cadena Ser en Tenerife adelantó que el obispo había recibido la primera dosis de la vacuna de Pfizer 15 días antes en la Residencia Sacerdotal San Juan de Ávila, del casco histórico de La Laguna. Los residentes y el personal laboral figuran en la lista de la primera fase de la vacunación de Sanidad al tratarse de un centro de mayores y cumplir con el protocolo. El propio Bernardo Álvarez lo confirmó y justificó su inclusión en la lista –y por tanto su vacunación– al tener su residencia en el geriátrico para sacerdotes retirados. El obispo, sin embargo, no vive en la Residencia Sacerdotal San Juan de Ávila ni tiene contacto con los internos.

Bernardo Álvarez vive en realidad en una casa terrera del número 29 de la calle Tabares de Cala. A 100 metros, en la calle Anchieta número 17, se encuentra la Residencia Sacerdotal. Ambos inmuebles son independientes el uno del otro, aunque comparten un patio interior, que también da a la Casa Salazar, un palacio de estilo barroco que es la sede del Obispado Nivariense. Estas dependencias religiosas están separadas unas de otras por viviendas ajenas al Obispado. El obispo no tiene contacto con los usuarios del centro de mayores desde la declaración de la pandemia pues estos no pueden salir del edificio al formar parte de la población más expuesta al virus y estar protegidos por severas restricciones. EL DÍA acudió ayer a la Residencia Sacerdotal para contrastar si allí reside o pasa algún tiempo el obispo. Y no es así. Una de las monjas que se encargan del cuidado de los internos lo corroboró: “El obispo no vive aquí, sino en otra casa. Tampoco desayuna, ni come, ni cena. No tiene contacto con los internos”.

No debió estar en la lista

El obispo, por lo tanto, no debía haber figurado en la lista de la vacunación aprobada por Sanidad porque ni vive ni pasa ningún tiempo en el centro de mayores y no cumple con el protocolo. Pero tanto Bernardo Álvarez como el Obispado aseguraron, para justificar su vacunación del 13 de enero, que residía en el centro de mayores. El día después de que la Cadena Ser de Tenerife informara de que Bernardo Álvarez había recibido la primera dosis de la vacuna contra el coronavirus covid-19, el Obispado de la Diócesis Nivariense emitió un comunicado en el que aseguró: “El obispo recibió la primera dosis junto a los sacerdotes mayores que viven en la Residencia Sacerdotal San Juan de Ávila, las religiosas, responsables del centro, personal de la casa y de la empresa externa que se ocupa de la limpieza”. La nota añadió: “El prelado nivariense estaba incluido en el listado enviado a las autoridades sanitarias al mantener su domicilio en ese lugar, concretamente en un apartamento adjunto, con cuyos residentes tiene frecuentes contactos y comparte algunos servicios que se prestan”. Esta información no se corresponde con la realidad. Aunque en el padrón consta como su residencia el centro de mayores, en realidad vive en la casa terrera de la calle Tabares de Cala. Tampoco mantiene contactos con los sacerdotes jubilados de San Juan de Ávila ni usa estas dependencias desde que comenzó la pandemia.

EL DÍA contactó ayer con Bernardo Álvarez pero el obispo nivariense rechazó cualquier aclaración. A continuación, el periódico preguntó al gabinete de comunicación del Obispado de Tenerife, que tiene su sede en La Laguna. Se remitió al referido comunicado del 29 de enero sin más precisiones. El Obispado mantiene que el apartamento en el que reside Bernardo Álvarez forma parte de la Residencia pero en verdad es una casa independiente que solo se comunica a través de un patio interior.

Saludos a través de la ventana

El periodista y sacerdote de la Diócesis Nivariense Carmelo J. Pérez Hernández, exjefe de prensa del Obispado y amigo de Bernardo Álvarez, aseguró en un artículo publicado el 31 de enero en Diario de Avisos que “desde hace meses Bernardo Álvarez saluda a sus hermanos sacerdotes mayores” de la Residencia San Juan de Ávila de La Laguna “a través de una ventana, desde la puerta del comedor, desde el patio interior de la residencia”. “Hace meses que no hace la sobremesa con ellos. Para protegerles. Porque ellos no abandonan la Residencia excepto por causa de fuerza mayor, pero él sí”.

La Consejería de Sanidad del Gobierno de Canarias está revisando las listas de vacunación enviadas por los distintos centros sociosanitarios, como el de la residencia de curas jubilados de La Laguna, para ver si en ellas hay más infiltrados que se colaron en la vacunación contra la covid-19. En el departamento que dirige Blas Trujillo están prestando especial atención a los nombres de políticos y cargos públicos incluidos en los listados para detectar si se han saltado el protocolo establecido por el Ministerio de Sanidad y recibieron la vacuna antes de su turno. La investigación se abrió después de conocerse los casos de la consejera de Sanidad del Cabildo de La Palma, Susana Machín, el concejal José Elvis de León Rodríguez, representante de Coalición Canaria en el Ayuntamiento de Garachico, y de las socialistas María Eugenia Rodríguez Rodríguez y María Mercedes Candelario, ediles de los ayuntamientos palmeros de Puntallana y Puntagorda. La Consejería de Sanidad de Canarias ha confirmado que Susana Machín se vacunó en el Hospital de Los Dolores de La Palma cuando no figuraba en la primera lista remitida al Servicio Canario de Salud. Por este motivo, su partido, el PSOE, le ha abierto un expediente disciplinario. La consejera no ha presentado su dimisión. Sobre los otros tres casos, Sanidad trata de averiguar si cumplían con los requisitos para ser incluidos en los listados de la vacunación.

Bernardo Álvarez no es el primer obispo que utiliza como justificación para vacunarse antes de tiempo el argumento de vivir en una residencia para sacerdotes retirados, que en el caso del prelado tinerfeño es falso. La Conselleria de Sanidad de la Comunidad Valenciana ha abierto una investigación para dilucidar si la vacunación contra el coronavirus del obispo de la diócesis de Orihuela-Alicante, Jesús Murgui, el pasado 8 de enero, se ajusta al protocolo. Según avanzó El Confidencial, Murgui recibió la primera dosis de Pfizer en la residencia de la Casa Sacerdotal de la capital alicantina, edificio que acoge a sacerdotes de forma fija o temporal y que destina una planta como hogar de presbíteros jubilados.

Otros casos de obispos

Otro caso es el del obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, que se puso el 27 de enero la segunda dosis de la vacuna en la residencia de sacerdotes mayores y jubilados de Sant Pere i Sant Bernat, en Palma. Según confirmaron a Europa Press fuentes del Obispado de Mallorca, Taltavull recibió la segunda dosis “al igual que el resto de usuarios” de la residencia. La primera se la puso el pasado 5 de enero. Taltavull “forma parte de la unidad sanitaria” de esta residencia, argumentó el Obispado mallorquín. “Siempre que se ha puesto vacunas, lo ha hecho allí y es usuario activo, con lo cual se le trata como uno más de la residencia”, precisó.

En el gráfico y la foto de la izquierda se ve que el obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, no reside en la Residencia Sacerdotal, como aseguraron el prelado y el Obispado para justificar su vacunación el 13 de enero. Álvarez vive en una casa independiente, que solo comparte con la Residencia un patio, y separadas por casas ajenas al Obispado.