A las dos y media de la tarde del 3 de febrero de 1963, hizo ayer 58 años, murieron 23 personas que esperaban para tramitar el Documento Nacional de Identidad (DNI) en el antiguo convento franciscano de Granadilla de Abona. Solo una de ellas, una mujer, feneció a causa del derrumbe parcial de la galería de la segunda planta del inmueble que albergaba dependencias municipales y los juzgados. El pánico derivado del desplome causó las restantes 22 víctimas entre las casi mil personas que intentaban salir del edificio, tras refugiarse de la lluvia que cayó ese día en las galerías interiores y en el patio. La cifra final de fallecidos se elevó finalmente a 24 (18 mujeres y 6 varones).

“El estruendo de los materiales y personas que cayeron al patio interior sobre los congregados desató entre los presentes una situación de incertidumbre y pánico general que degeneró en tragedia, produciéndose, por esta causa, tan elevado número de víctimas”, refleja una de las crónicas del momento, en las que también se señala la asfixia y el aplastamiento como las causas principales de la cifra de muertos, que convirtió este hecho en el derrumbe con más víctimas en la historia de Tenerife.

Además de los 24 fallecidos, el desplome causó más de un centenar de heridos, que fueron atendidos en el lugar –la mayoría de ellos afectados por contusiones– por sanitarios y voluntarios llegados desde de Santa Cruz, La Laguna y otros lugares para asistir a los damnificados y trasladar a los heridos a los hospitales. Las primeras autoridades de la Isla se personaron nada más conocerse esta desgracia. El gobernador civil, Manuel Ballesteros Gaibrois, se desplazó en avión desde Los Rodeos hasta la pista auxiliar de El Médano.

El cementerio de Granadilla de Abona acogió el entierro de 20 de las víctimas. Luis Franco Cascón, obispo de la Diócesis, presidió la ceremonia y las honras fúnebres celebradas en la parroquia de San Antonio de Padua, asistiendo las primeras autoridades de la Isla. Las crónicas cifran en unas 20.000 personas las que acompañaron a los féretros desde el templo hasta el cementerio municipal. Dos de las tres víctimas restantes fueron sepultadas en Arona y la tercera, una niña, en el camposanto de La Orotava.

El convento Franciscano de San Luis Obispo se encuentra en la Plaza de González Mena. La primera piedra fue colocada por los padres franciscanos en 1665 y un incendio lo destruyó el 3 de enero de 1745, siendo reedificado pero clausurado por los monjes en 1821. Pese al desplome del 3 de febrero de 1963, el inmueble mantuvo operativas algunas dependencias hasta que se produjo otro incendio al inicio de la década de los 90 del siglo pasado. Su rehabilitación culminó con la reapertura en junio de 2004.

Una placa recoge en la fachada del convento los nombres de las 24 víctimas mortales. Del casco urbano de Granadilla: Victoria Gaspar González, de 32 años, casada; Luis Villalba Flores de 46 años, casado; Blanca Pimienta, de 19 años, soltera; Consuelo Pimienta Arránz, de 21 años, soltera; Celia Perera, de 9 años; Fernanda Oramas, de 26 años, casada. Del barrio de Chimiche: Ignacio Casañas García, de 81 años, casado; Rosa Casañas, de 70 años, casada; José García Vidal, de 7 años; Carmen Vidal González, de 40 años; Carmen Casañas González, de 39 años, casada. Del Charco del Pino: Cecilia Delgado Alonso, de 49 años; Lorenza González del Pino, de 64 años, soltera; José Toledo Rancel, de 53 años, casado. Del barrio de Yaco: Isabel González Torres, de 49 años, casada. De El Desierto: Dionisia Torres Delgado, de 21 años, casada. De El Salto: Manuel Rancel Rivero, de 17 años, soltero; Mercedes Rodríguez, de 58 años, casada; María del Rosario Casanova, de 21 años. De Los Cristianos: Rosa Quintero, de 24 años, casada; Guadalupe Domínguez González, de 43 años, casada; Soledad González Cruz, de 29 años, casada.