Fue un día completamente distinto en la Villa Mariana, y es que los desastrosos efectos de la pandemia del Covid-19 marcaron uno de los días más señalados para la devoción de la Virgen de la Candelaria, que expuesta con su precioso manto de color rojo aguardaba en el interior de la basílica para demostrar que aún en los peores momentos, ella está ahí, cercana, con el niño Jesús en su regazo y con la candela en una mano iluminando los corazones de los que más lo necesitan.

En el recuerdo queda la procesión de Las Candelas que se debía celebrar durante la noche del lunes, la fiesta de vecinos y visitantes que ponían en valor el simbolismo de la Patrona de Canarias que culminaba con la misa al día siguiente con las autoridades eclesiásticas, civiles y militares. Esta última sí se celebró. Eso sí, con todas las medidas de seguridad previstas para evitar la expansión de la pandemia. Mascarillas, aforo limitadísimo y muchísima seguridad... Tanta que algunos fieles no daban crédito al despliegue de la Guardia Civil en todos los rincones de la plaza de la Patrona.

En cualquier caso, excelente la organización por parte del Ayuntamiento de Candelaria y del propio Obispado para dar lucidez a un evento que congregó a más de 4.000 personas a las puertas de la Basílica, mucha menos afluencia que en años anteriores por estas mismas fechas.

Eso se dejó notar sobre todo en los ámbitos de las calles Obispo Pérez Cáceres y Los Príncipes, en donde los comercios, bares, cafeterías y restaurantes ya notaban que a pesar de ser un día poco habitual por la llegada masiva de gente, no se iban a cumplir las previsiones de otros años. “A esperar toca después de este año que llevamos”, señaló uno de los consultados.

Los peregrinos que llegaban a cuentagotas salvaban el día con su objetivo de cumplir con una promesa que la Virgen de Candelaria “ha tenido a bien concedernos. Es única”, afirma muy feliz Juan Carlos Negrín, grancanario que llegó a Candelaria por el Camino Viejo junto a unos amigos desde La Laguna. Descansando en grupo y tomando una cerveza fresca esperaban a que la cola para entrar al templo para ver a la Virgen de Candelaria menguara. Otros les imitaban.

La imagen sudorosa de los que venían a pie contrastaba con los que habían llegado en vehículo, familias enteras que esperaban presentar sus respetos a la más bonita. De la misma forma, con el paso de las horas las playas del Charquito, El Alcalde, El Pozo o las de la Avenida Marítima entre Las Caletillas y Punta Larga se llenaban de bañistas, también menos de los esperados porque la marea estaba alta y la brisa era muy fría, a pesar del solajero que hacía.

Recibimiento

Pero el día había comenzado muy temprano. Tanto a las 08:00 horas, como dos horas más tarde se habían programado sendas misas en las que se colgó el aforo completo, al igual que en la de las 12:00 horas, la más importante. Media hora antes, la alcaldesa del municipio, Mari Brito, el obispo Bernardo Álvarez y el prior Juan Ramón Enjamio hacían las veces de anfitriones con las autoridades que no se quisieron perder la cita, entre los que se encontraban, entre otros muchos, los presidentes del Parlamento de Canarias y del Cabildo de Tenerife, Gustavo Matos y Pedro Martín, respectivamente; el subdelegado del Gobierno, Javier Plata; o el teniente general designado general jefe del Mando de Canarias, Carlos Palacios.

Durante el rigor de la eucaristía, el incienso que se adueñaba de los rincones del templo y con posterioridad se dio paso a la homilía del obispo Bernardo Álvarez, lo más esperado, una cita que tuvo como objetivo principal hacer fuerte el mensaje de que la Virgen siga siendo el vínculo para que “nos presente a Dios”.

Abrir los corazones

Invitó a los presentes a “abrir los corazones, porque el Señor quiere entrar en cada uno de los corazones de las personas”, recordando que “Jesús es ofrecido como la luz del mundo” de la mano de la Virgen de Candelaria, como un camino para la “salvación” de los creyentes. Por eso, “hagamos de nuestra vida una ofrenda permanente”. “Alegrémonos este día para iluminarnos de la luz de Cristo”, aunque manifestó que “ni Dios ni la Virgen sustituyen nuestras responsabilidades, aunque sí nos fortalecen”, por lo que, al igual que una vela encendida, “debemos consumirnos haciendo el bien a los demás”, explicó entre otras cuestiones antes de recordar los siete dolores de la Virgen y su especial significado, que nos transmite “el amor materno de Dios, lo que nos fortalece como personas”.

Para finalizar la jornada religiosa en la Basílica de Candelaria, Bernardo Álvarez recordó unas palabras del papa Francisco al señalar que la Virgen “es la del corazón abierto por la espada, que comprende todas las penas. Como madre de todos, es signo de esperanza para los pueblos que sufren dolores de parto hasta que brote la justicia”.

Peregrinos y visitantes

En la calle no hubo aglomeraciones, aunque sí se llenó de vecinos, visitantes, turistas y peregrinos. Más de 4.000, según los datos de la Policía Local candelariera. Fue el caso, entre otros muchos, de José Miguel López, natural de La Laguna, que reconocía que su presencia en Candelaria “se debe a una promesa que tengo que cumplir. Por eso vengo a ver a La Morenita dos o tres veces al año, este día y los 15 de agosto. Esto es un encuentro popular para ver a la Virgen, preciosa con su manto de color rojo”. Su acompañante, Diego Carmona, viene de La Palma con el propósito de “rendir respeto y por curiosidad. Soy creyente y considero que hoy (por ayer) es un día especial para todos nosotros”, afirmaba para explicar que salió de La Laguna andando por el Camino Viejo.

Por su parte, Maribel Benítez, santacrucera del barrio de La Salud, apunta a que “todo creyente debe venir a ver a la Patrona de Canarias, aunque sea una vez cada dos años. No hay una imagen más bonita que la de ella ni ninguna otra que transmita más”, explicaba ante la atenta mirada de Isabel y Ana, las dos amigas con las que se desplazó desde la capital.

Un grancanario de las Palmas, Juan Carlos Negrín, daba gracias a los favores que le ha concedido la Virgen de Candelaria, destacando “lo grande que es para todos los canarios, más allá del pleito insular, por si alguno se me enfada en la isla redonda”, dice entre risas. “¿Si volvería? Claro. E invito a todos a que vayan a visitar Teror para honrar a la Virgen del Pino”.

Comerciantes y negocios

Sin muchas alegrías, los comerciantes y propietarios de cafeterías y restaurantes de la zona se mostraban ligeramente satisfechos de cómo estaban discurriendo las cosas un martes 2 de febrero. La que sí estaba contenta como “unas castañuelas”, no tanto por el volumen de negocio, fue Ana Belén León, la responsable de Turrón Artesano de Tacoronte Yuli, ubicada en plena plaza de la Patrona de Canarias, quien destacaba que “las ventas han ido más o menos bien. Lo que sí debo dar las gracias es al Ayuntamiento de Candelaria por dar la oportunidad a los artesanos después de haber sufrido un año durísimo”.

En la cabecera de la calle Obispo Pérez Cáceres se encuentra el Bar Restaurante Candelaria, cuya responsable, Yolanda Carrillo, lamentaba que “los números están fatal, nada que ver con el año pasado. Las ventas durante la semana no llegan a los 500 euros. Lo que nos salva a nosotros es el fin de semana y con eso estamos sobreviviendo”, explicaba mientras atendía las mesas de la terraza.

En Doña Pata, su propietario, Cristóbal Ramos, reconocía que “tal y como están las cosas, no cubrimos gastos. Este día mejora un poco, pero dése cuenta que estamos al 30 por ciento de las ventas. Los fines de semana no cubren los gastos y somos ocho empleados los que estamos. En estos momentos vivimos de los ahorros, algo que hacemos ya desde hace muchísimos meses”.