El Paisaje Lunar o Los Escurriales, los nombres por los que se le conoce, es un espacio protegido situado en el municipio de Granadilla de Abona a las puertas del Parque Nacional del Teide. En los últimos tiempos ha sido objeto de la invasión de los amantes del postureo. Personas muy poco concienciadas al poner en peligro un entorno tan frágil como este. El Cabildo colocará de nuevo a principios de febrero carteles para prohibir el paso, pero los técnicos apelan a la “conciencia cívica de la ciudadanía” porque “es imposible vigilar las 24 horas una geografía tan amplia y aislada”. Lo valora Tomás Reneses, Jefe de Unidad de la institución insular en esta comarca del Sur y técnico en extinción de incendios de la Brigada Forestal (Brifor) de la Isla.

Reneses subraya: “Vigilar el Paisaje Lunar supone estar allí todo el día con el coste humano y económico a que eso equivale. Son más de tres horas para llegar caminando y hora y media desde donde se deja el vehículo. Para quien haga la excursión, pero también para quien se encargue de la seguridad”. El profesional recuerda que “sólo La Rambleta, en el Pico del Teide, está vigilada durante las horas en las que el teleférico esté operativo. Es el único punto que cuenta con este servicio”.

Reneses adelanta que “el próximo día 25 (el lunes) está previsto que lleguen a la Isla los nuevos carteles”- Se trata, ahonda, “de un diseño de señalética que esperamos colocar en la zona a partir de los primeros días de febrero”. La anterior cartelería “se rompió accidentalmente, fue objeto del vandalismo o, aunque parezca increíble, alguien se la llevó a su casa porque le gustó o vaya usted a saber el motivo, El caso es que las señales desaparecieron”.

Vandalismo

Reneses considera que “cada vez hay más gente que sale al monte, sobre todo a raíz del confinamiento de tres meses, consecuencia de la pandemia del coronavirus. Poder acceder a la naturaleza ha sido una liberación después de tanto tiempo en casa. Por eso cientos de personas de aquí se acercan al Paisaje Lunar por primera vez. Muchos no lo habían visto nunca salvo en las postales”. Este amante de la naturaleza isleña añade: “Me gusta mucho Anaga para patear y estos últimos meses he visto personas con las que nunca había coincidido antes. Y de todas las edades”. Reneses detalla para sostener su tesis: “Entre esa masa hay mucho ignorante bienintencionado, pero también un pequeño porcentaje, yo lo establecería en un 5%, que hace tanto ruido como daño al cometer actos vandálicos porque sí, sin motivo. Esos son los que lo rompen todo y, si pueden, se lo llevan como un trofeo. En alguna vivienda deben estar las señales que no aparecen y que estuvieron en su día colocadas en este entorno”.

Para el técnico insular, “no fue un accidente que se rompieran precisamente las señales con el mensaje de prohibido salirse del sendero. Alguien lo hizo adrede”. Como posibles soluciones apunta: “En primer lugar, apelar al espíritu cívico de quien visite un lugar que es de todos y de nadie en concreto”. También reitera que ”vamos a reponer la señalética”. Y, por último, aventura: ”El Cabildo se plantea exigir permisos para poder visitar esta zona. Ahora mismo eso sólo pasa en lugares muy concretos como el Monte de Aguirre en el Parque Rural de Anaga. En la Corona Forestal no es posible porque se rige por el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque Nacional y no lo contempla. Por el momento es sólo una posibilidad pero si se mantienen los ataques contra este patrimonio natural la institución lo contemplaría con una mayor perspectiva de hacerlo realidad a corto o medio plazo”.

¿Instalar cámaras?

Otro opción de la que se ha hablado ya en instancias tanto políticas como técnicas sería instalar cámaras pero, apostilla Reneses, ”tienen un coste elevado, lo mismo que situar un vigilante fijo. ¿Y quién nos garantiza que esas cámaras no se rompan?. O si se alimentan de energía con placas fotovoltaicas, como especifica la legislación, que no se las lleven también. Es triste pero real”. No quiere acabar sin volver a recordar que “la clave está en el civismo y la conciencia porque si la visita se produce de forma correcta y respetando el medio natural no hay ningún problema. Así ocurre en todos los espacios protegidos y frágiles del mundo como es este”.

El colectivo Pasa sin huella ha solicitado al Cabildo la reposición de los carteles para prohibir el acceso y que incremente la vigilancia ante la degradación progresiva de este atractivo espacio natural.

El Paisaje Lunar está situado en Los Escurriales, a casi 2.000 metros, en las alturas del municipio de Granadilla de Abona. Este delicado paisaje está integrado en el Espacio Natural Protegido de la Corona Forestal. Allí se entremezclan caprichosamente materiales volcánicos con la acción escultórica de la erosión. La fragilidad del ecosistema se explica al tratarse de chimeneas de piedra pómez. Monolitos de jable objeto de la masificación y de aquellos que matan por un selfie e incluso se dejan resbalar por su superficie o han llegado a dejar inscripciones sobre ella. Miles de personas cuyo peso y actitud provocan auténticos atentados ecológicos que causan un enorme daño al valiosísimo patrimonio natural de la Isla. El resultado: masificación, residuos, erosión del terreno y daño a la flora. El Paisaje Lunar es, por lo tanto, un punto negro en el mapa de los ataques a la naturaleza de la Isla. A proteger, además, con urgencia para impedir que las consecuencias de la irresponsabilidad de algunos sean irreparables. Para disfrutarlo no hace falta entrar en el Paisaje Lunar. Basta con verlo como en la imagen que ilustra estas líneas. Más que suficiente.