Casualidad o no... uno de los miembros de la asociación de vecinos Azorín acudió a las dos de la tarde de ayer al pabellón Pancho Camurria, horas antes de la reunión a la que le había convocado la concejala responsable del Instituto Municipal de Atención Social, Rosario González. Y cuál no sería la sorpresa que, los mismos protagonistas del encuentro oficial se conocieron precisamente en el centro temporal de acogida que tiene previsto poner en marcha el Ayuntamiento a partir de este domingo, con capacidad para 35 personas en riesgo de vulnerabilidad.

En el centro objeto de las diferencias entre la asociación y el IMAS, el representante vecinal asegura que le reprochó a González que tomara la decisión de poner en marcha una ampliación del albergue en el recinto deportivo sin mediar una consulta previa a los representantes vecinales.

“Este no es un barrio cualquiera, es la entrada y salida de Santa Cruz”, explicó el representante, que trajo al recuerdo al concejal de Asuntos Sociales Óscar García, en el mandato anterior, cuando anunció un piso de acogida en la avenida Venezuela que suscitó el rechazo vecinal y que, sin consulta previa, luego puso en marcha en Buenos Aires.

Ya en la reunión de por la tarde, la concejala del IMAS garantizó a los representantes de la asociación vecinal Azorín que se trata de un recurso de acogida temporal para afrontar la situación provocada por la Covid-19, y que será gestionado por Cruz Roja, entidad que en el confinamiento que se decretó en marzo estuvo al frente de los cuatro albergues provisionales que se instalaron en la Isla.

Rosario González les garantizó que se ha contratado a seguridad privada y convenció a la asociación de retirar su propuesta de instalar baños públicos, para evitar un riesgo para la seguridad. Se comprometió a encargar a Valoriza que una cuba limpie a diario la zona más un refuerzo a media tarde. “El problema no es dentro sino fuera”, dijeron los vecinos, mientras la edil explicó que el centro se habilitará en una zona de tránsito del recinto, para no interferir en las instalaciones deportivas, como explicó a los clubes.