“Siguen trabajando”. Así de lacónico se muestra Rafael de Armas, presidente de la Asociación de Vecinos Santa Lucía, para resumir lo que ocurre en el barrio del litoral de Agache con la obra de reparación y seguridad del talud. “Estamos desesperados por tener una fecha de finalización de los trabajos”, manifiesta para expresar “cierta insatisfacción” por la demora en la conclusión de esta intervención, “que ya excede el tiempo que se dijo para terminarlo”. Esto ocurre cuando se cumple un año desde el desalojo parcial de este pueblo.

El 4 de diciembre de 2019, el alcalde, Airam Puerta, reiteró –al estar vigentes tres decretos emitidos en 2011 (los números 2262, 2301 y 2992)– la orden de “inmediato desalojo” de estas viviendas “por razones de seguridad para las personas”, así como “el precinto acordado por el Decreto 2196/2011, de 9 de junio, de las calles El Delfín, La Fula y El Culaso”. Ambas medidas, desalojo y precinto, se basan en que los informes técnicos constatan “la situación de riesgo inminente de desprendimiento de rocas en la zona de Los Barrancos-Santa Lucía” desde el talud.

Cabe recordar que el día 10 de diciembre de 2019, el Ayuntamiento empezó a notificar a los habitantes de las 34 casas afectadas por el riesgo de desprendimiento que debían abandonar las mismas, algo que no se produjo de forma instantánea, solo cuando comenzaron realmente los trabajos en el talud. Pero aunque muchos de los perjudicados ya han retornado a sus hogares, a otros no les han permitido hacerlo, “de forma incomprensible”. Los primeros están fuera de sus casas desde las 7:00 hasta las 15:00 horas, mientras se desarrollan los trabajos en el talud.

Además de que esperan, “aunque no con mucha convicción”, que la obra termine de forma inminente, “lo que queremos ya es que abran la calle, que podamos transitar con normalidad por el pueblo y que los servicios se presten con normalidad”, sobre todo el transporte escolar. “Es hora de que abran la carretera, que llegue la bombona, el pan y los víveres sin dificultades y que los niños no tengan que quedarse en el límite del barrio”. En todo caso, valoran que se haga el trabajo que se necesita, “¡al fin!”.