Juan Carlos Martín Robles recorre cada día Tenerife para visitar sus colmenas diseminada por buena parte de la geografía isleña. Son una especie de altares donde laboran las abejas, unos insectos que son su medio de vida. Las cuida y las mima. Este informático reconvertido en productor de este manjar especialmente dulce acaba de ganar el XXIV Concurso Regional de Mieles del Cabildo. Advierte de entrada: “No me gusta que digan que elaboramos nada porque no es verdad y suena a otra cosa. Nosotros cosechamos”.

Juan Carlos nunca tuvo un proyecto profesional definido salvo el de la programación informática con base en su formación académica. Así que un poco por casualidad y otro tanto por la necesidad acabó dedicándose al mundo de la apicultura. Recuerda que en un ya lejano 2009 “se me ocurrió como posibilidad pero, al menos en el inicio, sobre todo como evasión”. No se planteaba “ni mucho menos” nada mas allá de ese “placer de estar en medio de la naturaleza. Ahora es mi medio de vida”.

Conocedor de las crisis, tanto la de la burbuja inmobiliaria de la década pasada como de la derivada de la actual pandemia de la Covid-19, Juan Carlos aprecia en ambos casos “una vuelta de la gente al campo y yo puedo ser un ejemplo de ello porque creo que me he adaptado bien”. Tanto que ahora es todo un profesional de la producción de miel.

Califica de “duro” su trabajo a pesar de que se pueda creer lo contrario, Porque, subraya, “todo lo que se hace en el campo lo es”. Muestra en base a este planteamiento su “gran satisfacción” por ganar el concurso regional.

Juan Carlos aprecia una vuelta de la gente al campo y él es un ejemplo de ello

Juan Carlos cuenta con colmenas en diferentes puntos de la isla. En concreto en los municipios de El Sauzal, La Victoria, Los Realejos, Los Silos , Guía de Isora y Adeje. Precisamente, esa dispersión le permite seleccionar las mejores mieles. Asegura que el oeste no tanto, pero que recorre el Norte y este de Tenerife casi a diario para recoger lo que da la materia natural con su sello característico.

Sin manipulación. Insiste Martín Robles en que “no manipulamos el producto, no elaboramos nada”. El apicultor prepara las colmenas y está pendiente en este caso de que comience la floración del castaño para trasladar a las abejas. De este proceso surge la miel monofloral de castaño que le ha dado el título regional a Juan Carlos. Cabe recordar que los concursantes podían participar en la categoría de mieles multiflorales –suaves, medias o intermedias e intensas– y monoflorales. De manara sucinta y sin profundizar en consideraciones técnicas. el proceso continúa cuando la abeja liba o chupa la flor del castaño. Luego acumula en la colmena el alimento y como almacenan tres veces más comida de las que necesitan, “nosotros aprovechamos un tercio para elaborar la miel” apunta el producto. Apasionante y más cuando lo cuenta el apicultor. Posteriormente, una vez termina la floración hay un período de maduración y se recolecta parte de la miel que ya no es néctar. Es decir, se extrae. Martín Robles resume de nuevo con la frase ya mencionada antes: “No elaboramos nada, somos meros recolectores”.

El sector de la miel está muy poco industrializado en las islas. Hay algunos productores que tienen la posibilidad de envasar pero en el caso de Martín se apoya en la Casa de la Miel y en su marca El Productor. Con el aval de la Denominación de Origen Protegida Miel de Tenerife y el sello del Cabildo detrás. De ahí que se comercialice con una imagen cuidada, perfectamente envasada y etiquetada.

Gran nivel. Para Juan Carlos, el nivel de las mieles canarias es “muy bueno, elevadísimo diría. Sobre todo bajo el amparo de las DOP”. El concurso de este año lo ha vuelto a demostrar en su opinión. La razón es tan natural como el proceso de recolección. Así, más del 50% de la flora del Archipiélago es endémica, única en el mundo “y una materia prima impagable”, subraya. Rechaza quien está en primera línea del proceso “el fraude con mieles que prácticamente son piratas” y reivindica con orgullo “la gran diferencia de la nuestra con las industriales”.

Un mal año. Martín califica este como “un mal año” para la producción de miel en Canarias porque, apostilla , “se ha reducido la cantidad a más o menos la mitad”. En la mayor parte por factores climáticos como las altas temperaturas y la falta de lluvia que “no son en absoluto favorables para la producción”. La pandemia, valora, “nos ha afectado como a todo e mundo a nivel personal pero ha supuesto un gran perjuicio en aspectos como la comercialización”.