A la mar fui por... basura, cosa que la mar sí tiene, podría recitarse en lugar de las naranjas a las que se refiere el insigne poeta gomero Pedro García Cabrera. Pero de igual manera que aquellos versos, la esperanza mantiene a un grupo de voluntarios que, movidos por su firme compromiso con el medio ambiente, desarrollaron el pasado 1 de noviembre una limpieza de los fondos de la marina del Real Club Náutico de Tenerife y sus zonas anexas.

La Asociación Proyectos Medioambientales Marinos (Promemar) es una entidad sin ánimo de lucro, dedicada a la defensa, la difusión y la realización de actuaciones que buscan contribuir a la conservación del medio ambiente marino y su entorno.

Carmen Macías, la coordinadora del grupo, destaca que esta actividad la desarrollan de manera altruista y a ella dedican su tiempo libre, los fines de semana, implicándose tanto en la limpieza de las zonas de costa y los fondos submarinos como también los cauces de los barrancos.

"Nos hemos encontrado de todo", afirma, desde neumáticos de grandes dimensiones, sobre todo en fondos marinos, hasta una caja fuerte, un traje de novia, una silla de ruedas, electrodomésticos...

A lo largo de los últimos años han observado un cambio de conciencia en la población, "pero aún resulta insuficiente". Además, ahora se ha añadido el problema de la proliferación de las mascarillas. "Estamos recogiendo muchísimas", afirma Carmen. Y lo considera un problema de peso: en Las Teresitas llegaron a sacar nada menos que 4 kilos y en el barranco de Tahodio casi 3, de un producto con un peso mínimo que en volumen representa 4 bolsas llenas.

El caso de la limpieza en las marinas deportivas es particular, señala la coordinadora. "Se trata de zonas confinadas, cerradas, y desde las bordas de los barcos caen y vuelan muchas cosas al mar", es cierto que la mayoría de las veces de manera casi involuntaria.

"La gente debe ser consciente y no arrojar nada al agua, además de abandonar el consumo de plásticos de un solo uso". A propósito incide en el impacto que producen los microplásticos y también los nanoplásticos, "no sólo en la flora y fauna marinas, sino en los seres humanos a través de la cadena alimenticia". Uno de los grandes inconvenientes es que los océanos, salvo para los privilegiados buceadores, representan un lugar oculto, casi ignoto.

En el plano pedagógico, Promemar realiza talleres y charlas en los colegios. "Ellos, los niños, representan el futuro y deben ser la voz de la conciencia de las sociedades". Y es que si los adultos hemos sido capaces de dar el salto y adaptarnos de una tecnología analógica al mundo digital, también podemos aplicar el principio, más sencillo, de no arrojar basura.