En una zona sin referentes arquitectónicos, donde proliferan construcciones de una calidad diferente, "la edificación proyectada pretende, desde un lenguaje decididamente contemporáneo, constituirse como un hito arquitectónico en el barrio, un nuevo centro para Alcalá". Era el propósito del arquitecto Alejandro Beautell, creador del templo inaugurado el sábado bajo la advocación mariana de Nuestra Señora de Candelaria. La nueva iglesia "nos habla de la tradición, de la recuperación de la memoria de aquella vieja construcción que se alzaba solitaria sobre el malpaís de lava que subyace, aún hoy, bajo el asfalto".

Alcalá perdió su iglesia en 2006, cuando dejó de estar en servicio aunque fue demolida en 2011. "El nuevo templo se formaliza en dos naves diferenciadas, la antigua y la nueva". A nivel arquitectónico, el templo se divide en dos naves. Una, por su tamaño, "es más acogedora y reproduce en forma y dimensiones la vieja ermita desaparecida. Al reconstruirla -de manera simplificada- intentamos recuperar su memoria y atenuar el sentimiento de pérdida que causó su demolición en el año 2011. Los muros son nuevos, pero el aire que encierra es el mismo y condensa todos los momentos vividos. Así la Virgen vuelve a su lugar, en la cabecera del cuerpo antiguo, esta vez protegida por una hornacina, a modo de cueva, que rememora su aparición a los guanches".

Beautell explica que la otra nave, más vertical, "tiene forma de llama, la llama de la candela, de la Candelaria, dándole mayor representatividad al espacio, que culmina con este tragaluz que ilumina el presbiterio y conecta ambas naves, la antigua y la nueva, simbolizando que entre tradición y modernidad hay un puente".

Construida íntegramente en hormigón, la iglesia de Alcalá tiene una superficie construida aproximada de 1.100 metros cuadrados divididos en dos plantas de altura. La principal, la de los oficios religiosos, se completa con la sacristía conectada con la antigua casa parroquial, levantada hace años por los vecinos de Alcalá. En la planta semisótano se sitúan los salones parroquiales y los espacios sirvientes, como aseos, almacenes, cuartos técnicos y garaje. El edificio es accesible desde la calle Julia Trujillo y desde 1º de Mayo a través de un ascensor. Cuenta con modernos sistemas de detección y extinción de incendios, alarma, iluminación y sonido. Su aforo está cifrado en 300 personas.

La construcción "resulta de gran austeridad, la sencillez de los materiales utilizados y el empleo de recursos, como la iluminación natural, la dotan de un carácter ascético que busca lo esencial", señala Alejandro Beautell.