La posibilidad de que a una persona la despojen con falsificaciones de la vivienda o los terrenos de los que han disfrutado sus mayores durante más de un siglo puede generar un perjuicio físico y psicológico muy difícil de cuantificar y de que pueda ser reparado por la Justicia. Es lo que le ocurrió a la familia Rodríguez Siverio, vecinos del núcleo lagunero de Jardina. Han tenido que pasar 20 años para que la Audiencia Provincial les confirme que las vistosas tierras que compraron sus bisabuelos, con trabajo y esfuerzo, a finales del siglo XIX, de verdad, son suyas. Pero ese reconocimiento llega dos décadas después de que comenzara un calvario que los afectados nunca buscaron.

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