Santa Cruz tuvo la suerte de tener a Adán Martín de concejal de Urbanismo en una época crucial, al comienzo de la democracia.

¿Por qué fue tan importante para la ciudad? Porque todo lo bueno que tenemos ahora, o casi todo, fue planificado por él y, aunque algunas ideas suyas aún no se han hecho realidad, siguen vigentes gracias a su enorme visión de futuro y a su capacidad para contagiar a los demás sobre lo que había que hacer en cada barrio, en cada esquina y, sobre todo, en relación a las grandes operaciones estratégicas, como abrir Santa Cruz al mar (que todavía está pendiente de finalizarse debidamente) o abrir Santa Cruz hacia el Sur, retirando un poco la refinería, que se había quedado demasiado cerca del centro de la ciudad.

Un político carismático y con perfil propio, cuya labor es inalcanzable hasta el momento, y cuyo legado ensalzan hoy buena parte de los aspirantes a la Alcaldía de la capital tinerfeña, sean del signo político que sean, por la transformación urbanística de la ciudad en su época (de hecho, aún hay en la ciudad partes que se rigen por el Plan General que él diseñó, el de 1988), por la transformación de los barrios (los barrios son el centro, decía) y por la apertura de la ciudad a su costa a través de la zona del Auditorio, el Parque Marítimo y el Palmétum. También el empeño en abrirse al mar a través de la Plaza de España fue idea suya.

Su forma imaginativa de pensar la ciudad, su capacidad de visión y su carismático e imprevisible sentido de la espontaneidad le llevó a poner al día todas las infraestructuras urbanas, a construir nuevas ramblas, a planificar todas las vías de circunvalación (algunas de las cuales aún están pendientes hoy en día, pero no se han encontrado soluciones mejores), a ver la ciudad desde arriba, a vista de satélite y entenderla y moldearla con la ayuda de los mejores, porque supo rodearse de los mejores urbanistas y abogados y arquitectos, que le ayudaron a transformar la ciudad mientras Manuel Hermoso hacía su parte, estar con la gente y entre la gente. Es un tándem, el que formaron ambos, poco habitual en la clase política, amigos inalterables desde el principio hasta el final. Complementarios y nada vanidosos, ninguno se peleó jamás por salir en la foto más destacado que el otro.

Desde entonces, desde aquellos años 80 (Adán dejó el Ayuntamiento en 1987 para presidir el Cabildo de Tenerife) vivimos de sus rentas, de sus ideas, de la idea de un Santa Cruz para vivir que no ha sido superada aún por ningún alcalde de los que le han sucedido después, ni por ningún equipo municipal y la fuerza de su legado sigue hoy, quizás más que ayer, vigente.

Su tirón electoral fue creciendo y creciendo más allá del tradicional caladero de votos metropolitano de los nacionalistas canarios y eso llevó a su formación a pedirle que se embarcara en una nueva aventura, ser, primero, vicepresidente y, luego, presidente del Gobierno, siendo en las elecciones de 2003 cuando se consiguió, con su candidatura a la Presidencia, el mejor resultado electoral histórico de CC en la isla de Tenerife, y eso después de llevar gobernando más de 20 años.

Sobre cómo podría ser el futuro de Santa Cruz todo está escrito. Por Adán. Solo hay que recuperar sus discursos, sus reflexiones, y ponerlas en marcha actualizadas, aunque les aseguro que yo, que consulto mucho sus archivos habitualmente, no hay mucho que actualizar. La ciudad carece de lo que él ya detectó que carecía, tiene soluciones para todas esas situaciones, pero las cosas, los expedientes, hay que seguirlos con la misma pasión y motivación diaria que él lo hacía, porque si no las cosas no salen adelante. Transformó todo lo que pudo la ciudad en la que vivimos y dejó marcadas las suficientes líneas para el futuro como para que los equipos municipales actuales tengan el camino marcado, incluso en tiempos de pandemia y de incertidumbre económica total como los que vivimos.

Quizás ahora que se va a poner a disposición de todos su archivo documental personal sería un buen momento retomar sus lecciones.