El joven militar Alejandro Torres González, conocido entre sus seres queridos simplemente como Ale, perdió la vida el 5 de octubre de 2019 tras sufrir una caída en la zona de Los Riscos de Martiánez, en Puerto de la Cruz, cuando acudía a disfrutar de la costa en compañía de su novia. Hoy se cumple un año de aquel fatídico día y su madre, Natalia González, sigue reclamando que se investigue en profundidad un operativo de rescate que considera deficiente. Sus objetivos son honrar la memoria de su hijo y evitar que algo similar "vuelva a repetirse".

Las dudas de Natalia González sobre los medios empleados en el rescate y, especialmente, respecto a la actuación del helicóptero del Grupo de Emergencias y Salvamento (GES) comenzaron en las primeras horas de esta pesadilla. Dudas que la llevaron a interponer una denuncia ante la Policía Nacional, el 7 de octubre de 2019, y, posteriormente, ante la Fiscalía.

Pese a que públicamente la Dirección General de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias anunció que había iniciado una investigación de los hechos, el 15 de octubre de 2019, Natalia González recibió 14 días después una respuesta por escrito, firmada por el jefe de protección civil y atención de las emergencias del Gobierno de Canarias en la que textualmente aseguraba que "no existe, ni ha existido, investigación (...) tan solo se han realizado las comprobaciones precisas de lo sucedido (...) sin que de ello se desprenda la necesidad de abrir ninguna investigación en los términos por usted expresados".

Ante la falta de respuestas, el 5 de noviembre de 2019 acudió a la Fiscalía para denunciar el operativo. En breve ampliará esa denuncia para señalar directamente al rescatador que se descolgó para izar a la novia de Ale y, según su testimonio, no acudió a la zona donde el militar "acababa de hundirse". Natalia González espera tener acceso a las llamadas y comunicaciones entre el personal del 112 y a las imágenes grabadas desde el helicóptero, ya que está convencida de que así podrá comprobarse que Ale aún estaba allí cuando llegó la aeronave.

González reconoce que tanto ella como sus dos hijas de 12 años han pasado un año "fatal", pero siguen adelante con todas las parcelas de su vida y con una, muy especial, reservada para defender la memoria de su chico "responsable, protector, íntegro y bondadoso", que hacía carrera militar en artillería ligera en La Isleta, en Gran Canaria, con el objetivo final de convertirse en Guardia Civil. "Trabajó mucho, se lo curró mucho, perdió a su tío en 2016 y a su abuelo en 2018, no fue nada fácil, pero él siguió adelante para culminar su sueño. Se fue en el mejor momento de su vida", recuerda.

De la tragedia vivida, González, que se define como una persona "de izquierdas", rescata los valores que le ha mostrado el Ejército: "Lo que nos han arropado a nivel emocional ha sido impresionante y les estamos muy agradecidas".

"Aún no hay un barco de rescate en condiciones en el Norte, se sigue poniendo la vida de la gente en manos de algunas personas sin formación ni medios adecuados. Yo perdí a mi hijo, pero mañana le puede pasar a cualquiera y no quiero que se repita", sentencia.