Jacinto Correa, retirado de la política el pasado mes de febrero, tiene una nueva función en El Rosario: juez de paz. Se trata de una responsabilidad que desempeñará durante un período de cuatro años y que lo llevará a intentar poner solución a conflictos menores, como problemas de convivencia vecinal y otros asuntos que sean susceptibles de alcanzar un acuerdo entre las partes.

Correa fue uno de los ediles más populares de las últimas décadas en el consistorio rosariero, también graduado social. "Dentro de las labores de mi profesión siempre está el tema de conciliar, de llegar a acuerdos...", expresa al ser preguntado por este nuevo reto. "Toda mi vida ha sido así", añade.

"En principio, me llaman y me hacen el ofrecimiento del equipo de gobierno, y también una compañera de Sí Se Puede, Beatriz, me había dicho que creía que yo debería ser juez de paz, que era una persona conciliadora", explica sobre los pasos previos para haber aceptado esta función. Había dicho primero que se lo tenía que pensar, pero en los últimos días para concurrir a la convocatoria recibió una nueva llamada del grupo de gobierno en el que le decían que no se había presentado nadie, aunque posteriormente sí hubo otra candidata.

El exconcejal precisa que la propuesta de nuevo juez de paz la realiza el Pleno al año siguiente de las elecciones y que los emolumentos que se reciben son reducidos. "Lo afronto con ilusión y con ganas de hacerlo bien y de que la gente del pueblo siga viendo en mí a un amigo en quien poder confiar y que me puedan contar sus problemas y, si puedo darles solución, hacerlo", expresa. "Eso es lo único que pretendo", apostilla.

Según recoge la legislación, los jueces de paz ejercen "funciones jurisdiccionales sin pertenecer a la carrera judicial (?), sin carácter de profesionalidad y con inamovilidad temporal, formando parte durante su mandato del Poder Judicial". Tan solo se requiere ser español, mayor de edad y no estar incurso en ninguna de las causas de incapacidad que establece el artículo 303 de la Ley Orgánica del Poder Judicial para ser el responsable de un juzgado de paz.

Jacinto Correa nació en 1950 y estuvo vinculado desde su juventud a movimientos vecinales y oenegés. También fue sindicalista en la Unión Sindical Obrera, una etapa de la que destaca que pasó por tres despidos y que la primera indemnización tras la muerte de Franco, al menos en Tenerife, fue la suya. "Que nadie quiera ver en mi renuncia un desencuentro con el grupo de gobierno; considero que es el momento de dejar paso a otra generación más joven, preparada y que tenga sobre todo ilusión por cambiar las cosas y por servir al municipio", dijo cuando decidió abandonar la política.