"Les ruego encarecidamente que se queden en casa", pidió a los güimareros el alcalde, Airam Puerta, en un mensaje emitido a través de las redes sociales el viernes pasado. Y el pueblo le hizo caso. Las calles del casco de Güímar amanecieron este 7 de septiembre casi vacías y así se mantuvieron durante la jornada. Por el Camino de El Socorro no se podía caminar, pero sí circular. El tránsito de vehículos fue muy inferior al de cualquier otro día festivo. La iglesia de San Pedro se convirtió en el punto central de esta fiesta que cada año reúne a decenas de miles (un par, al menos) de personas en torno a la imagen de la Alcaldesa Honoraria y Perpetua. La tradicional Misa de Peregrinos, que da lugar al inicio de la Bajada de El Socorro, se celebró, pero a las nueve de la mañana. Además de las autoridades, el templo completó el aforo, reducido para la ocasión. Pero la imagen no salió.

A mediodía, mientras en el casco urbano la Policía Autonómica realizaba controles y la vida se concentraba en torno a las plazas de San Pedro y el Ayuntamiento, los efectivos de seguridad y emergencia (Policía Local, Protección Civil...) permanecían apostados en cada cruce hasta alcanzar el caserío, cuya ermita y capilla permanecían abiertas y recibían a los que, escalonadamente, se acercaban en su vehículo al lugar.

"Tristeza". Es el término común a jóvenes, adultos y mayores para lo que "este 7 de septiembre no puede volver, aunque es lo que toca hoy", decía Luis Miguel. Solo un grupo reducido hizo la peregrinación, pero la más ancestral, la que transita por "el verdadero camino", se escuchó a alguno de ellos. Esa ruta que llega a Chinguaro, el lugar al que los aborígenes transportaron a la Virgen. El civismo fue general. "Queremos felicitar y agradecer a todos nuestros vecinos y vecinas por un comportamiento responsable, coherente y comprometido como el que han demostrado hoy", señaló el gobierno local.