¿Cómo se afronta este primer fin de semana de septiembre sin feria?

Jesús García (JG): Es algo bastante atípico para nosotros. Por primera vez en 35 años no estamos trabajando en el montaje de la feria. Se nos ha hecho raro, pero la feria no está suspendida, está aplazada y nuestra intención es trabajar para que la Feria de Pinolere se realice los días 6, 7 y 8 de noviembre. Creemos que es posible hacerla en esas fechas con medidas de seguridad y un estricto protocolo anticontagios. Si un centro comercial está abierto, una feria de artesanía también se debe permitir. Hablamos de un punto de venta para los artesanos y las empresas artesanas.

Rafael Gómez (RG): Y queseras, porque la feria estará dedicada a la artesanía y al queso. Y como decía Jesús, la situación es bastante complicada y la vivimos con la incertidumbre que nos transmiten los propios artesanos, que están siendo bastante remisos a la hora de acudir a las ferias. Pinolere ofertará unos elementos que la hacen diferente y más saludable: se desarrollará al aire libre y contamos con unos espacios súper amplios en medio de la naturaleza. Tenemos un marco ideal para estos eventos. Queremos darle a los artesanos la oportunidad de poder seguir tirando adelante en una situación que para todos es difícil, pero para ellos mucho más. Los que solo viven de la artesanía o de la elaboración de quesos han vivido unos meses muy complicados, con un mercado cerrado. A pesar de las dificultades y a pesar de la pandemia, Pinolere va a tirar hacia adelante porque podemos cumplir todas las condiciones sanitarias que se ?exigen.

¿La feria se hará sí o sí? ¿Ya sea de forma presencial o virtual?

JG: Se hará sí o sí. Estamos trabajando en la parte virtual y todos los artesanos nos han dicho que quieren estar también en esa feria en línea. Pinolere siempre ha arriesgado por los artesanos y por la artesanía. Recuerdo, y está en nuestra idiosincrasia, que en los primeros años los artesanos no querían ir a Pinolere. Había que ir a buscarlos o pagarles el transporte y la comida porque pensaban que allí arriba no se iba a vender, que estaba muy lejos. Apostamos fuertemente por Pinolere y ahora, en estas circunstancias tan complicadas, seguimos apostando por la feria. Nos vamos a arriesgar y vamos a dar la cara por los artesanos y las empresas artesanas, que necesitan un espacio donde poder comercializar su producción. Y añado: la Feria de Artesanía de Pinolere no es una fiesta, es un evento comercial que pone a disposición de miles de personas productos artesanos. A su alrededor hay eventos culturales y festivos, pero la feria no es una fiesta, es una actividad comercial muy importante para el sector.

Por la evolución de la pandemia, ¿prefieren que sea en noviembre o hubieran apostado por realizarla antes?

JG: Si hubiéramos mantenido la fecha de este fin de semana lo más probable es que no nos dejaran hacerla. Nosotros apostamos por esa fecha de noviembre porque existe un acuerdo plenario en el municipio de La Orotava que no permite ningún evento hasta después del 31 de octubre. Nuestra idea inicial era aplazarla a octubre.

RG: Creemos que hay que destacar que el mes de noviembre también aporta elementos que pueden complementar la feria. Su entorno y el paraje natural que envuelve el recinto ferial de Pinolere está lleno de castañeros. A lo largo de la historia estos árboles han aportado mucha materia prima para elaborar, por ejemplo, los cestos y en esas fechas van a estar en su plenitud. Estaremos en época de castañas y eso también puede ser muy interesante. No será tan festiva como ediciones anteriores, pero ese monte de castañeros que es El Lomo de la Canaria estará en su mejor momento.

¿El impacto de la pandemia ha sido especialmente duro con el sector artesanal? ¿Muchos artesanos abandonarán la actividad?

JG: Hay artesanos que lo están pasando mal, sinceramente. Muchos estarán pensando en buscar otras alternativas para su futuro porque los lugares habituales de venta se han complicado. No hay ferias y las tiendas vinculadas al turismo han sufrido mucho en estos meses. Muchos se estarán planteando abandonar, pero también hay otros que siguen insistiendo en que la artesanía es viable y que, incluso, la ven aún más viable en el futuro. Hay oficios artesanos que en momentos de crisis resurgen. Estamos en una época en la que se arregla y se reutiliza más. Eso beneficia a algunos oficios artesanos. La sociedad también debe comprender, y lo queremos transmitir en esta edición de la feria, lo importante que es conservar los oficios vinculados a nuestra identidad y nuestra tradición, porque eso puede generar futuro. Todo no va a venir siempre de fuera, hay cosas que podemos hacer aquí para nuestra vida cotidiana.

¿Se plantean que la feria virtual se convierta en un punto de venta estable?

JG: Sí, los propios artesanos nos lo están diciendo. Necesitan alguna plataforma fija donde poder colgar su producción y tener una ventana más para la venta, a través de internet. Es un camino para el futuro y si funciona, lo mantendremos abierto.

RG: Esto ofrece la oportunidad de ir mucho más allá del ámbito insular o regional. Internet permite lanzar al mundo una realidad singular que se puede poner en valor. Las redes sociales también pueden servir para relanzar micro oficios y para contribuir a su actualización. Se puede ir más allá de una pieza artesanal clásica y, con esas mismas materias primas, crear auténticas obras de arte. Hay asociaciones internacionales, de las que muchas han participado en Pinolere, que montan unas exposiciones impresionantes de forma virtual y que superan, por ejemplo, el concepto tradicional que se puede tener de la cestería. Para el futuro puede ser algo muy importante. Vamos a abrir un camino por ahí con la idea de que la actividad de la feria de Pinolere deje de limitarse a unos días determinados.

¿Qué oficios artesanales corren un mayor riesgo de desaparición en estos momentos?

JG: Creo que todos los oficios artesanales pueden convivir en nuestra sociedad. Todos. Lo que pasa es que habría que conocer la realidad de cada oficio y darle un impulso para que siga vigente ahora. Prácticamente todo lo que nos rodea está vinculado a lo que antes era artesanía. Se ha ido adaptando y mecanizando, pero ahí está su origen. Ahí siguen los carpinteros, que pueden hacer cualquier mueble, o los latoneros, que en lugar de hacer los faroles de antes, podrían hacer cualquier otro elemento relacionado con la gastronomía, por ejemplo. Hay artesanos que conocían su oficio al cien por cien, que eran fieles a la realidad del pasado, pero han sido capaces de innovar y de adaptarse para hacer cosas maravillosas. A algunos ya ni les hace falta ir a la feria y pongo como ejemplo al ceramista Gonzalo Martín (www.gonzalomartin.net), que está haciendo un trabajo espectacular y está cotizado entre los mejores chefs a nivel nacional por sus originales vajillas.

RG: Y eso se puede extrapolar a otras áreas, como por ejemplo los calados y bordados. Es una tradición muy arraigada en Canarias que quizás necesita que salga un grupo de artesanos que sea capaz de rediseñarla y reinventarla para, a partir de esos métodos tradicionales, crear piezas que nos podamos poner o usar en la actualidad. Que se valoren y que se paguen, porque el trabajo es arduo y lento. Redefinir y adaptar las artesanías, a partir de los patrones tradicionales es algo muy necesario para mantenerse en el futuro. El coleccionismo se está acabando, hay que lograr que lo que antes era un elemento decorativo o de colección sea algo útil.

¿El futuro de la artesanía ?pasa por que sea útil?

RG: Exacto. Mucha gente ya lo está consiguiendo y otros aún deben dar ese paso. Hay que dar pasitos para hacerse un hueco en el siglo XXI.

Ustedes traen dos mascarillas artesanales, ¿quién podía pensar hace un año que elaborar mascarillas podría ser una oportunidad de negocio?

JG: Es cierto. Para los artesanos que trabajan las telas se han convertido en una nueva oportunidad y muchos las están haciendo y pintando a mano, como en el caso de las que traemos. Los artesanos han sabido adaptarse y la sociedad debe creer en ellos. La artesanía tiene futuro.

RG: La Asociación Cultural Pinolere ya trata de redefinir el futuro en esta nueva realidad. Empezamos como un proyecto de desarrollo comunitario, le añadimos un contenido más cultural y luego más educativo y ahora viene esta nueva normalidad. Y debemos adaptarnos. Los artesanos necesitan redefinirse y la Asociación Cultural Pinolere también. Y ya estamos en ese camino.

¿Ustedes creen más o menos en la artesanía que hace 35 años?

JG: Creemos más. Hemos apostado por la artesanía en momentos muy complicados. Cuidado. No ha sido fácil sacar la feria adelante en estos 35 años. La apuesta ha sido seria y hemos convencido a mucha gente de la importancia de esto. Hemos innovado y nos atrevimos a hacer cosas diferentes que han funcionado y que nos han copiado, en algunos casos de forma descarada. Teníamos unas ideas claras y apostamos fuerte.

RG: Seguir apostando por Pinolere es un deber también. Los mejores artesanos de Canarias han pasado por Pinolere. Hemos sido capaces, desde un lugar tan pequeñito, de hacer encuentros, jornadas y congresos internacionales. Estamos muy orgullosos.

¿Qué es lo que más les preocupa respecto a la feria de noviembre?

JG: Coincidimos con los artesanos, que nos preguntan cuando se inscriben: ¿Se podrá hacer? Y mi respuesta es siempre la misma: Si un centro comercial está abierto, con las mismas medidas que ese centro comercial, no se puede impedir una feria como Pinolere. Vamos a tomar las mismas medidas o, incluso, más.

RG: Tenemos el ejemplo de otras ferias que se han hecho, como la de Maspalomas, en Gran Canaria, que estuvo diez días abierta al público. Aquello funcionó y se vendió muchísimo. No hay que ir cerrando más puertas.