El presidente de la Asociación de Apicultores de Tenerife (Apiten), Pablo José Pestano Gabino, asegura que la producción de miel en la Isla afronta el peor año "con diferencia". La magnitud de la crisis queda expuesta con este dato: la Denominación de Origen Protegida (DOP) Miel de Tenerife había registrado siete toneladas a estas alturas del año pasado, en este ejercicio solo dos. La situación no mejorará: "En septiembre entrará la miel de verano y aunque hubiera un pequeño repunte, seguirá siendo muy mala".

Pablo Pestano habla de una "caída continua" en la producción de miel en Tenerife durante los últimos años, pero la gravedad se acentúa por el hecho de que "esta vez estamos hablando de una reducción del 50% de la cosecha en relación con la campaña de 2019, que ya fue bastante mala". Las expectativas del sector no permiten un ápice de optimismo ya que, teniendo en cuenta que "las últimas mieles que se recolectan son las de cardo, malpica de Las Cañadas e hinojo, que se contabilizarían a finales de septiembre, con suerte llegaríamos a las cinco toneladas".

Las consecuencias de todo ello es que "tendremos escasez de miel de Tenerife y esto provocará más picaresca. Tendremos que estar muy pendiente del fraude, porque eso daña la imagen del producto local", apostilla el presidente de Aspiten, quien demanda una apuesta decidida por el producto local "porque generamos riqueza en las Islas. El sector primario es imprescindible y nuestros productos son de una calidad excelente. Nuestra miel es única en el mundo".

Cancelaciones

En esa puesta en valor del sector primario, Pestano Gabino recuerda que no ha cesado su actividad en ningún momento de la pandemia. "Desde el inicio se nos permitió mantener nuestra labor", pero durante los primeros meses las ventas de la miel de Tenerife descendió un 90%, por la cancelación de mercadillos y ferias. Lo destaca antes de profundizar en problemas esenciales de la apicultura. "El principal es el cambio climático y, especialmente, la incidencia de la sequía. Ha habido pérdida de cabaña", asegura y aporta datos: "Hace tres años, en Apiten superábamos las 20.000 colmenas y contábamos con 630 asociados; en la actualidad están activas unas 10.000 registradas en la asociación y 15.000 en el conjunto de la Isla. Los socios hoy se reducen a 470".

En ese marco, el sur de Tenerife es la zona que se lleva la peor parte al tratase del espacio "donde la situación aún es más delicada, por su aridez", si bien los episodios de calima y de viento registrados durante los últimos meses empeora los resultados en el Norte.

Pestano entiende que el futuro requiere de un relevo generacional que no se producirá "si la actividad no es atractiva". Los datos siguen avalando su análisis ya que, según explica, "es difícil sumar activos con cinco años consecutivos de cosechas con pérdidas. Y hay que añadirle la inversión que se tiene que realizar. La situación es complicada. El relevo generacional se produce dentro de las familias, por tradición, pero perdemos colmenas y apicultores".

El Cabildo activó un plan de choque de 150.000 euros para ayudar al sector apícola, fondos dedicados a sufragar la alimentación de las colmenas y a colaborar en el envasado, medida que completa la Casa de la Miel, que reduce las tasas de sus servicios a unos 6.000 productores. Pestano dice que "esta ayuda ha ido destinada a la alimentación, la sanidad y la comercialización de la miel. En la última reunión que tuvimos con el consejero insular de Agricultura, Ganadería y Pesca del Cabildo, Javier Parrilla, transmitió que pretende evitar la pérdida de más colonias de colmenas en la Isla. La principal razón de ser de esta ayuda es que continúa la actividad y es de agradecer". A este apoyo económico se suman las aportaciones de los gobiernos de España y de Canarias "a través del Plan Nacional Apícola, para el tema sanitario y de la lucha contra la barroa, y mediante el Posei".

Necesidad de reinventarse

Pestano sostiene que en el sector apícola "tenemos que reinventarnos y formarnos mejor. Esta actividad en Canarias está prácticamente orientada a la producción de miel, algo que no ocurre en Europa o en Estados Unidos, donde de la práctica apícola se aprovechan todos los recursos de la colmena, como jalea real, propoleo, poleo y demás. Aquí tampoco se pone en valor la función de la abeja como polinizador del medio ambiente y de la agricultura. Por ahí es por donde podemos ir".

El presidente de la Apiten reclama ingresos económicos para los apicultores como "la única fórmula para que nuestra actividad sea sostenible y atractiva para que genere ingresos. Si seguimos en un estado ruinoso y no somos capaces de mantener las colonias, mal vamos. Ahora mismo mantener las colmenas cuesta dinero. En una actividad donde no es atractiva económicamente no se conseguirá que más gente se dedica a esta labor y que se sumen los jóvenes al sector".