Siete emisoras de radio por la mañana y decenas de bucios por la tarde amplificaron la devoción con la que se sucedieron, de forma tan escalonada como tímida, los centenares de fieles que acudieron ayer, víspera del día grande de la Patrona General de Canarias, a cumplir promesa o a darle gracias por la vida, dejando en el olvido la recomendación no acudir a Candelaria tanto ayer como hoy.

Fue un 14 de agosto atípico: en la Basílica se han habilitado 180 plazas, y nunca estuvo llena. Desde por la mañana, los vecinos del lugar se alongaban a la calle para comprobar que los peregrinos han seguido al pie de la letra las recomendaciones, como así ocurrió.

Por la mañana, quien oía la radio, parecía que la Villa Mariana estaba a rebosar de gente y que había una amplia agenda. Eran los mismos protagonistas en las siete emisoras instaladas en el antiguo ayuntamiento de la Villa; antes escuela del pueblo y ayer reconvertido en un macro estudio para que todos los medios de las ondas estuvieran cómodos y acercaran la fiesta por el transistor. Mientras la alcaldesa y el concejal de Fiestas permanecía instalada en el viejo ayuntamiento, al prior de la Basílica, José Ramón Enjamio, se le tuvo que saltar varias veces en su móvil la alarma de los mil pasos dados entre el convento y el cercano "estudio de radio". El mensaje se repetía: "este año toca peregrinar con el corazón", y si alguien tenía duda, al mediodía, el Ministerio de Sanidad apuntalaba el mensaje con la prohibición del ocio nocturno.

Pero ni las mascarillas impidieron a Rosario, a Carmen o a Mari ponerse de rodillas a la puerta del templo y postrarse ante el trono de la Virgen de Candelaria, que preside estas fiestas atípicas con un traje rosa palo.

Pasado ya el mediodía, Aitor, un pequeño de tres años que acudió a la Basílica junto a sus padres, de El Tablero, les espetó: "¿Y por qué ella no tiene mascarilla", en referencia a la Virgen Morenita.

También por la mañana se vio a algunos de los corredores que tradicional participarían esta mañana desde el maratón desde el parque de La Granja hasta la Villa.

Ayer fue una víspera del día grande inusual, con muchos de los guanches que participarían en la ceremonia de la tarde del 14 en sus casas por primera vez en la historia. Tampoco hubo luchada institución el 13, ni trasiego de las máquinas para quitar ayer la arena de la ceremonia de la plaza antes de la procesión por la calle de La Arena o el Ave María de Chago Melián desde el viejo ayuntamiento. Cada vez que tocaban las campanas de la Basílica, se escuchaban los bucios, y a la siete de la tarde, una tímida lluvia de cohetes de promesa desde La Magdalena, donde está el cuartel de la Guardia Civil. Los peregrinos hicieron suyo el consejo; y vinieron caminando con el corazón, mientras en la Villa se extendió el rumor que la Guardia Civil estaba multando en El Tablero a quienes querían salir caminando rumbo a Candelaria por la carretera vieja, algo que estaba prohibido expresamente.

Sin embargo, el equipo de gobierno de Mari Brito demostró previsión y habilitó un circuito peatonal desde la mismísima Cruz Pérez a la Basílica. Por la calle Islas Canarias se habría entrado a la Basílica; por la calle de La Arena, era la salida. Pero ayer Candelaria se quedó muda. Hoy, tampoco habrá guanchería, ni el pelotón de atletas ni siquiera parada militar. Solo una sobria eucaristía a las doce presidida por el obispo, en la fiesta de las mascarillas.