"Echamos mucho en falta el turismo, su ausencia se nota en todos los sentidos". Así se expresa Yeray Cruz, responsable del único establecimiento de restauración del entorno de Playa Jardín que ha reabierto, tras el cierre provocado por la emergencia sanitaria como consecuencia del coronavirus. Hace apenas diez días que ha vuelto a levantar la persiana de su negocio para ofrecer a los usuarios de esta zona de la costa de Puerto de la Cruz hamburguesas, bocadillos, perritos, helados y bebidas, y aunque afirma que por ahora "parece que todo está marchando bien", reconoce que los números no tienen nada que ver con los que registró el año pasado.

Ahora, Cruz asegura que en su establecimiento, Burguer Playa Jardín, "vamos al día" intentando reflotar las ventas con los clientes locales, pero asume que su nivel de gasto no es semejante al de los extranjeros. "A ellos no les duele tanto gastarse el dinero, están de vacaciones y para su economía nuestros precios son bastante baratos", explica. Sin embargo, el consumo de los residentes es más puntual y hacen un desembolso menor.

Su objetivo es resistir en estos meses de verano para remontar en la temporada de invierno, cuando más trabajan, ya que es el momento del año en el que llegan más extranjeros. Por eso, Cruz reza para que el turismo en el municipio pueda recuperarse y alcanzar niveles similares a los de años anteriores y no quiere ni oír hablar de un nuevo confinamiento que le obligue a cerrar otra vez el negocio.

Cruz ha sido el primer empresario de este entorno portuense en volver a abrir sus puertas y reconoce que el resto de sus compañeros están "mirando qué tal nos va a nosotros para decidir si abren o no". Él, por el momento, solo ha podido sacar a cuatro de las 18 personas que conforman la plantilla del local del Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE), pero confía en poder reincorporar al resto al trabajo tan pronto como sea posible.

La falta de turistas se nota tanto que asegura que "cuando se ve alguno te llevas una alegría", en una zona que aún en esta época del año contaba con muchos visitantes.

Cruz ha tenido que implantar en su establecimiento todas las medidas de seguridad necesarias para poder retomar la actividad. Unas medidas que afirma se cumplen a rajatabla porque "la gente respeta bastante", aunque señala que en algunas ocasiones, sobre todo en el caso de los grupos de jóvenes, "hay que estar pendiente".

La menor presencia de turistas también está afectando a las ventas de Alberto Fachinni, un artistas italiano que comercializa en Playa Jardín sus obras, principalmente de paisajes tinerfeños. "Hay muy pocos turistas", evidencia y él echa de menos especialmente "a los alemanes", ya que afirma que apenas ha visto ninguno en Puerto de la Cruz este verano.

Sus ventas se han reducido a la mitad debido a esta situación, por lo que indica que ha tenido que tirar "de los ahorros que había conseguido en los últimos años". Este artista lamenta que todavía algunas personas "tienen miedo de acercarse a mirar y no quieren tocar nada".

Antes Fachinni asegura que podía vivir sin problemas dedicándose a tiempo completo a esta actividad, mientras que ahora debe recurrir al dinero que había estado guardando, unos ahorros que ya están esquilmados, ya que tuvo que recurrir a ellos durante el confinamiento cuando "estuve cuatro meses sin vender nada". Sin embargo, sin ayudas de ninguna clase para poder subsistir espera que pronto vuelvan a llegar extranjeros y que poco a poco todo empiece a normalizarse. "Todos aquí estamos deseando que vuelvan a venir, vivimos del turista nos guste o no", valora.

Sin embargo, Fachinni no se plantea cambiar de residencia en el caso de que la situación no mejore. Este artista italiano lleva tres años en Tenerife y reconoce estar enamorado "de su clima y de su gente", por lo que asegura que se quedará en la Isla a pesar de todo.

Nueva normalidad en la playa

Como cada verano la panza de burro se instaló ayer en Puerto de la Cruz alejando a muchos de las zonas de baño, que este año echan de menos a los visitantes extranjeros que abarrotaban las playas saliera o no el sol. La moderada afluencia de bañistas permitía ayer mantener en todo momento la distancia de seguridad en la arena y en el agua, aunque en alguna ocasión las olas jugasen una mala pasada.

Los portuenses Nico Peña y su hijo Rubén acudieron a bañarse a Playa Jardín y aseguraron que a diferencia de otros años han podido disfrutar de esta zona de baño con una tranquilidad que no es habitual en este punto del litoral del municipio. "Para nosotros como vecinos es una gozada poder venir y no ver tanta gente", valoró Rubén, aunque reconoció que para los negocios que están alrededor es una ruina.

Sin embargo, consideró que el descenso en la llegada de turistas ha servido también para que puedan garantizarse la distancia de seguridad, ya que cree que si la playa estuviera recibiendo este verano a los mismos usuarios que el anterior "habría más problema".

Su padre concretó que de forma general los bañistas respetan las normas, aunque durante los fines de semana, sobre todo si el sol decide aparecer, puede haber más aglomeraciones, pero nunca algo preocupante.

Para Sandra y Esther Delgado la de ayer fue su primera vez en Playa Jardín. Estas dos vecinas del municipio de Tegueste reconocieron que nunca habían ido a darse un baño a esta parte del litoral portuense y decidieron acudir con sus hijos a disfrutar del agua y la arena negra. "Este verano estamos intentando ir siempre a la playa entre semana, para evitar que haya mucha gente", afirmó Sandra.

Por eso, su opción de ayer les pareció óptima. "Hay poca gente y está muy dispersa", valoró Esther, quien también agradeció la panza de burro, ya que "estamos muy a gusto sin tanto calor".

Aun así, ambas reconocieron tener todavía algo de miedo por la presencia del coronavirus, por lo que tratan de extremar las medidas de precaución, sobre todo en el caso de los más pequeños.

En Playa Jardín pudieron verse ayer muy pocas mascarillas. Mientras que en la arena era casi imposible ver alguna, ya que se podía mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros, en el paseo que rodea esta zona de baño tampoco tenían una gran presencia, a pesar de que en algunos tramos más estrechos los usuarios difícilmente podían permanecer alejados.

Para Marta González y Pablo Hermoso, dos turistas madrileños, las medidas de seguridad que se toman en la Isla son más laxas que las que pueden verse en otros puntos del país. "No veo que sean tan rigurosos, por ejemplo, en cuanto a la limpieza de los restaurantes", opinó González, quien afirmó que en muchas ocasiones los clientes se sientan en las mesas sin esperar a que el camarero las desinfecte.

Esta madrileña consideró que la menor incidencia de la pandemia en el Archipiélago puede haber hecho que "haya una menor consciencia del peligro", pero recomienda no bajar la guardia.

Sin embargo, para esta pareja de visitantes las condiciones de seguridad en Playa Jardín eran excelentes. "No tiene nada que ver con las imágenes que pueden verse de otras zonas de baño del Levante, por ejemplo", señaló Hermoso. Por eso, aseguraron sentirse seguros disfrutando de esta playa a la que acudieron desde Santa Cruz, donde se alojan.

Playa Jardín se ha adaptado a la nueva normalidad, pero echa en falta a los turistas de la situación previa a la pandemia. Una ausencia que todavía se deja notar mucho, a pesar de la reapertura de fronteras, y hace que esta zona de baño no haya recuperado totalmente su actividad, muy enfocada al visitante. Aunque esta circunstancia la convierte en un lugar perfecto para disfrutar del mar sin aglomeraciones.