El desarrollo de cualquier comunidad empieza por el de sus infraestructuras básicas, e inicialmente por sus obras publicas. La Instrucción para promover y ejecutar obras públicas de 1845 considera como tales a "las construcciones que se ejecuten para satisfacer objetos de necesidad o conveniencia general", y son fundamentales para el desarrollo económico y social del país. Desde la llegada de los normandos a Lanzarote en 1402 hasta la fecha han transcurrido 618 años, en los que podemos distinguir cinco etapas en el desarrollo de Canarias y de sus obras públicas.

La primera etapa va desde 1402 hasta 1847. Durante estos 445 años nuestros antepasados vivieron teniendo que elegir entre la subsistencia y la emigración, con las excepciones de comerciantes importadores y terratenientes exportadores de vino y productos agrícolas. En este largo periodo el Estado solo se ocupaba de las obras de defensa y excepcionalmente de los embarcaderos principales de cada isla ("puertos"). Estas obras fueron proyectadas y construidas por ingenieros militares y frecuentemente financiadas con la venta de esclavos en América, previa autorización del Rey. En esta etapa apenas se construyeron obras públicas, solo algunos caminos, fuentes y plazas, que se financiaban con impuestos a la entrada de mercancías o con aportaciones de comerciantes o terratenientes locales. Para la movilidad terrestre solo había caminos para animales, por lo que en las islas más montañosas los transportes se hacían mayoritariamente por mar a través de embarcaderos comarcales. Solo en La Palma llegó a haber más de 30 embarcaderos operativos en esta etapa.

La segunda etapa transcurrió entre 1847 y 1936, comienzo de la Guerra Civil Española. En el entorno de 1850 se produjeron tres acontecimientos cruciales para el desarrollo de Canarias. El primer se produjo en 1847, con la llegada a Tenerife, como Jefe de Obras Públicas de Canarias, del primer Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, con el encargo de su Ministerio de proyectar, gestionar y dirigir la construcción de las obras públicas del Archipiélago. Se trataba de Francisco Clavijo y Plo, natural de Los Realejos. En 1879, El Memorandum dijo de él: "Bajo su jefatura se han llevado a cabo todas las obras públicas que tenemos, desde las carreteras y muelles hasta los faros ... En el desempeño de su cometido puso siempre el patriótico interés €.. en favor de los intereses generales del Archipiélago".

El segundo acontecimiento se produjo en 1851, con la promulgación de dos leyes que implicaban por primera vez al Estado en la financiación de obras públicas. La de 7 de mayo, por la que el Estado se comprometía a financiar carreteras, y la de 17 de diciembre, por la que se implicaba en la financiación de los puertos. Los puertos eran, y siguen siendo, fundamentales para el Archipiélago, y hasta entonces eran embarcaderos que no disponían ni de abrigo ni de atraque. Los barcos fondeaban en la bahía y las operaciones de carga y descarga de mercancías y pasajeros se hacía mediante lanchas de remo.

El tercer acontecimiento se produjo en 1852, con la promulgación por el ministro Bravo Murillo de la ley de Puertos Francos de Canarias. En la exposición de motivos se decía que los barcos que conectaban Europa con el resto del mundo, pasaban delante de Canarias sin detenerse, porque estaban sujetos a "recargos gravosos y formalidades incomodas" que en otros puertos extranjeros no tenían. Mientras Canarias estaba sumida en una decadencia visible, con los cultivos abandonados, sin negocios, y con aumentos alarmantes de la miseria y de la emigración.

'Declárense puerto franco las Islas Canarias, y todos estos inconvenientes desaparecerán€" decía la ley.

Obviamente, con la promulgación de la ley los inconvenientes no desaparecieron, pero que los barcos hicieran escalas en nuestros puertos, aunque solo pudieran fondear en la bahía, cambió radicalmente la economía de Canarias. Hoy los puertos siguen siendo fundamentales para la vida y economía del archipiélago, si bien, a partir de los años 60 del siglo XX, con el desarrollo turístico, los aeropuertos han tomado también una enorme importancia, que no el relevo.

En 1902 se crearon las "Juntas de Obras del Puerto" que gestionaban su explotación, ampliaciones y mantenimiento.

La tercera etapa abarca la Guerra Civil y la postguerra. Transcurre entre 1936 y 1959. Fue una etapa de penuria social y económica, tanto en Canarias como en toda España.

La cuarta etapa va desde 1960 a 1985. Fue la época del primer desarrollo turístico, y con él vino la alegría inversora, tanto en la obra pública como en la privada. A esta etapa pertenecen obras públicas tan significativas como las Autopistas del Norte y Sur de Tenerife, el aeropuerto del Sur, el puerto de Los Cristianos, los refugios pesqueros, las primeras playas artificiales, muchas presas, la primera balsa, muchas carreteras insulares, etc€, todas ellas proyectadas y dirigidas por Ingenieros de Caminos Canales y Puertos, siguiendo criterios fundamentalmente técnicos y de rentabilidad económica y social.

La quinta etapa va desde 1985 hasta hoy, y se corresponde con el periodo Autonómico. Durante estos 35 años, gracias a las aportaciones europeas y al crecimiento económico del país, Canarias ha dispuesto de la mayor cantidad de dinero público de su historia, pero lamentablemente, el desproporcionado aumento de las administraciones y de su burocracia, ha reducido su capacidad inversora. Pocos años se logra invertir lo presupuestado.

De todo lo expuesto, podemos concluir, que las épocas de mayor desarrollo económico y social de Canarias coinciden con las de mayores inversiones en obras públicas. Los Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, como profesionales de las obras públicas, hemos proyectado, construido y dirigido las de Canarias desde 1847. Este artículo inaugura una serie con la que pretendemos dar visibilidad al trabajo realizado por un colectivo de unos 650 ingenieros, profesionales anónimos por formación y convicción, quiénes durante 173 años, hemos contribuido de forma discreta pero decisiva al desarrollo del archipiélago a través de sus obras públicas.