Hace ahora cien años, la Virgen de Nuestra Señora de La Esperanza no pudo salir en procesión por las calles de la Villa tinerfeña. La gripe española llevaba desde 1918 provocando la muerte de millones de personas en todo el mundo y, como forma de contener los contagios, las diferentes naciones redujeron al máximo los actos públicos para evitar las aglomeraciones. Un siglo después, el mundo vuelve a vivir una situación similar con la llegada del coronavirus, y la Virgen de La Esperanza ha tenido que permanecer de nuevo en su parroquia, incluso en el día grande de las fiestas en su honor.

La Esperanza, en el municipio tinerfeño de El Rosario, se ha convertido en los últimos años en la capital canaria de las tradiciones durante el primer fin de semana de agosto gracias a la celebración de sus fiestas. El primer domingo de mes, y desde 1974, las calles del casco acogen una romería que se ha convertido en un referente del Archipiélago por el apego a las tradiciones y por las grandes cantidades de comida de la que se puede disfrutar, tanto si se va subido en una carreta como a pie.

La pandemia del coronavirus no ha permitido que este año se celebre una nueva edición de esta cita, pero el Ayuntamiento de El Rosario ha querido adaptarse a las circunstancias y ofrecer a sus vecinos una alternativa a los festejos. Por eso, el día de ayer llegó acompañado de un acto homenaje y una misa que, aunque supieron a poco, sirvieron para festejar el día grande de la Virgen de Nuestra Señora de La Esperanza, para la que no faltaron vítores y piropos de los vecinos que la acompañaron durante la jornada dominical.

El Ayuntamiento de El Rosario honró durante la mañana a los guayeros del municipio, que durante años se ha encargado de guiar a sus yuntas durante las romerías celebradas en la Villa, y sin los que las fiestas no serían lo mismo. Este homenaje se hizo también extensivo a los cabreros que tradicionalmente participan en la cita con las tradiciones y, así, el Ayuntamiento villero se llenó durante la mañana de las voces de la experiencia y el esfuerzo. El Consistorio quiso mostrar su respeto a este sector, el de los ganaderos y propietarios de ganado basto, porque se encuentra especialmente afectado por la crisis generada por la incidencia del Covid-19.

Antonio González es uno de los 11 guayeros que trabajan en la actualidad en El Rosario. En un año normal, acude a unas 26 romerías que se celebran a lo largo y ancho de toda la Isla. "En los arrastres sí que no participo", afirmó tajante el vecino minutos antes de que el alcalde Escolástico Gil le entregara una placa como agradecimiento al trabajo que ha realizado durante toda su vida, vinculado al sector primario del municipio.

Criar al ganado, darle de comer y adiestrarlo para que pueda participar en romerías y ferias ocupa los 365 días del año para González. "Esta profesión no sabe de días de fiesta, ni de cumpleaños, ni de Navidad", sentenció ayer el ganadero, quien añadió que "el guayero nace, y no todo el mundo puede llevar una yunta". Por eso afirmó que esta profesión es como el deporte, "hay que vivirlo, es algo complicado, y hay que tener mucha paciencia y disciplina para trabajar con los animales todos los días".

Criar y adiestrar a los bueyes está cargado de altas dosis de paciencia: "Hay que descubrir cómo son estos animales, para saber tratarlos y enseñarles para que participen en las romerías. Esto es como quien cría a un hijo". Estos guayeros preparan a los bueyes desde que tienen dos años para que participen en ferias y romerías y Antonio González explicó ayer que "es muy importante compartir con ellos tiempo para conocerlos bien".

González reconoció que está siendo "un año raro" porque la suspensión de las romerías les hace sentir que "nos falta algo; es como si fuéramos windsurfistas y no nos dejaran salir al mar, nos falta la adrenalina en el cuerpo". Pero, aún así, el rosariero recordó con cariño todas las veces que, tras una romería, "nos vamos a casa cansados pero contentos porque al final todo sale bien".

Al igual que al resto de sus compañeros de profesión, a Antonio González este homenaje ofrecido por el Ayuntamiento rosariero le pareció muy bien "porque quedamos muy pocos en el pueblo" pero aprovechó la ocasión para alertar sobre el estado de la profesión, que "está algo decaída" y solicitó a las administraciones que "nos echen una mano porque no llueve, no hay agua y en La Esperanza no tenemos ni una balsa, nada, y se nos está haciendo complicado".

Manuel Díaz fue uno de los guayeros de mayor edad que recibió ayer su homenaje. Tiene 79 años y se dedica a esta profesión desde que tenía 11. Nació en La Laguna, pero vive y trabaja en El Rosario desde hace mucho tiempo. Este trabajo y participar en las romerías es, para este vecino, "como un vicio" y por eso reconoció ayer que para dedicarse a esa profesión "te tiene que gustar mucho" porque explicó que el cuidado de las vacas no se limita únicamente a la época de romerías.

"Parece que es un trabajo que cuesta poco, y que se concentra tan solo en la época de romerías, pero son muchas las cosas que hay que hacer durante el año", relató el guayero, quien reconoció que este año "está siendo más raro que andar con un solo pie". Y explicó que el confinamiento también tendrá consecuencias para los animales porque "han notado mucho la inactividad. Las vacas están acostumbradas a salir a la carretera, de paseo, y estando quietas hasta las pezuñas se les echan a perder".

Antonia Gil es la única ganadera de El Rosario y ayer también fue homenajeada en el Ayuntamiento. La mujer afirmó que es una profesión que "tiene que gustarle a uno porque conlleva mucho sacrificio" y es "de lunes a lunes". Para los Gil, estos animales se terminan convirtiendo en parte de la familia y por eso la vecina aseguró que, "aunque nos falte la comida en casa, esperemos que nunca les falte a los animales".

Antonia Gil cría vacas sobre todo para la producción de leche y en esta labor recibe la ayuda de su hijo. Y es que esta ocupación se ha convertido en un legado familiar porque comenzaron dedicándose a ello sus abuelos, después sus padres y ahora ella. Ayer acudió al Ayuntamiento contenta por este homenaje porque, afirmó, "está muy bien que se acuerden de nosotros, que somos quienes producimos comida, pero nos tienen abandonados".

En este sentido, el alcalde de El Rosario afirmó que "haremos todo lo que podamos desde la Corporación para ayudar al sector primario del municipio" y por eso ha abierto una línea de ayudas económicas para el mantenimiento de los rebaños, dotada con 20.000 euros.

Una festividad diferente

Gil afirmó ayer que se trataba de "un día triste para La Esperanza porque a estas calles nuestras les gusta el bullicio de la romería pero la pandemia lo ha cambiado todo". Este año la romería tendría que haber cumplido su XLVI edición, "que se ha convertido en un referente en el Archipiélago", afirmó el regidor. Y es por esto precisamente que este año el Ayuntamiento decidió "reconocer a las personas que hacen posible que todo lo nuestro, como nuestro ganado, continúe sobreviviendo y dándose a conocer", indicó Gil.

"Estas personas no disfrutan de domingos ni festivos, y los que somos hijos de ganaderos lo sabemos bien", reconoció el alcalde de El Rosario, quien avanzó que la Corporación trabajará codo con codo con estos profesionales del sector primario "para que el campo no siga sufriendo el abandono de los tinerfeños". "Una romería sin ganado no sería una romería", sentenció Gil quien explicó que con homenajes como el de ayer o con las ayudas que el Ayuntamiento se ha comprometido a conceder a los ganadores en los próximos meses "le estamos dando al campo el valor que se merece". Más si cabe, añadió el alcalde, cuando el sector primario ha sido uno de los que más ha sufrido los meses de confinamiento por la pandemia del coronavirus, ya que estos profesionales no han podido salir a la calle para vender sus productos.

El sencillo homenaje que tuvo lugar en la mañana de ayer en el Ayuntamiento de El Rosario sirvió para dar el pistoletazo de salida a la jornada final de estos festejos que tan atípicos han sido este año. Las fiestas en honor a Nuestra Señora de La Esperanza contaron este año con un programa reducido en el que, no obstante, no faltó el ciclo de cine de verano al aire libre, que tuvo lugar durante esta semana. Los festejos finalizaron en la noche de ayer con la emisión del VI Festival de Solistas de la Villa, que en esta ocasión se ofreció en formato online a través de la página de Facebook y el canal de Youtube del Ayuntamiento de El Rosario. En él participaron los solistas Miriam Cruz, Antonio Torres, Virginia Torres y José Manuel Ramos.

Viva la Virgen

La celebración durante la mañana concluyó en la iglesia de Nuestra Señora de La Esperanza, donde tuvo lugar la eucaristía institucional oficiada por el párroco José Domingo Morales. La folclorista y pregonera de las anteriores fiestas de La Esperanza, Miriam Cruz, fue la encargada, junto con la Asociación Cultural Musical Princesa Yaiza, de ponerle música al acto.

El cura hizo referencia a la última vez que la Virgen no salió en procesión por la Villa, en 1920, debido a la crisis ocasionada entonces por la gripe española. "Pero supimos remontar y crecimos y hoy, que sucede lo mismo que hace un siglo, ocurrirá lo mismo", concluyó Morales antes de dar por finalizada la misa que, como no podía ser de otro modo, terminó con los emblemáticos vítores de las fiestas: ¡Viva la Virgen de La Esperanza!".