Federico Correa Navarro, al que conocen por Chiche, nació el 13 de abril de 1950 en el caserío de Los Partidos de ChicheFranquis En vivo y en directo, el 'Chiche' verdadero recuerda sin perder la sonrisa el día a día de aquellas familias de medianeros en las que los chicos dormían "botados encima de la paja, con un saco por arriba y nada más".

El caserío fue su hogar durante 14 años, un tiempo en el que la vida se resumía en salir de casa con el ganado y "ya por la tardecita", regresar con las cabras y las vacas. Lo hizo prácticamente "desde que podía caminar" y recuerda que "tenía su sacrificio" porque los animales "no se podían soltar libres, había que estar con ellos porque había que respetar los terrenos de cada uno. Sólo se podía ?estar en la zona tuya".

En el caserío del ecomuseo existía un gran corral con cueva donde cabían más de cien cabras. "Había que ordeñar y ya mi madre era la que se encargaba de hacer los quesos", explica Chiche. La dieta la marcaba lo que daba el campo: "Se comía gofito, queso, papas, potaje... y la carne de año a año, cuando se criaba y se mataba un cochino. Esa carne se guardaba en un cajón con sal y se le iba echando un fisco al potaje cada vez. Ahí duraba meses. Sin neveras ni nada la comida aguantaba que jode, no como ahora".

"También se salía por ahí, por todas esas laderas, a buscar la comida para el ganado. Volvías la picabas y estabas ahí. Nada más. En el invierno se pasaba frío y en el verano, calor. No teníamos agua ni luz, así que nos calentábamos con leña. El agua había que irla a buscar con bestias a El Rivero o El Saltadero, en el Valle Santiago, en las barricas que están en el ecomuseo", detalla. Tampoco era fácil "llevar a moler el gofio allá abajo y luego ponerte eso caliente arriba de las costillas para subirlo a la casa", donde vivían 9 hermanos.

En la infancia de Chiche no había camas: "Dormíamos ahí en un cuarto con la paja. Las tres chicas sí tenían donde dormir con los padres, pero los chicos nos quedábamos botados en la paja con un saco por arriba y nada más". Tampoco se iba a la escuela: "Estaba muy lejos, allá abajo en El Tanque, así que desde pequeño te ponían a guardar el ganado. Aquí nadie iba a la escuela".

Lo peor de aquella vida eran los trabajos más duros: "Coger las papas, los chochos y segar, porque todo era a mano, con las hoces y las azadas". Aunque los más pequeños siempre sacaban algo de tiempo para jugar y divertirse a su manera: "Aquí cerca había un charco grande y para pasar al otro lado había que saltarlo. Y si no, al agua. Jugábamos a eso. Y al que no quería, lo obligábamos. Eso eran los juguetes nuestros".

Su familia dejó el caserío de Los Partidos de Franquis de Abajo cuando pudieron comprar una casa en el pueblo y buscar una vida mejor. "Otros vinieron después de nosotros, pero se abandonó pronto y ya nadie volvió. Eso fue hace ya cerca de 50 años".

Cuando ve el actual Ecomuseo de El Tanque, donde aquellas familias de medianeros cobran todo el protagonismo en el recuerdo de las tradiciones agrícolas y ganaderas de las medianías tinerfeñas, piensa que "si los dueños de esto antes se levantaran y vieran como está hoy, les da algo y se vuelven otra vez al hoyo", concluye entre risas.