Expediente de expulsión a José Julián Mena, disolución del comité local y gestora. La dirección del PSOE ya trabaja en este objetivo para completar su intervención en Arona y zanjar de una vez, aunque sea una salida dolorosa, la grave crisis política que atraviesa el gobierno municipal socialista dirigido por Mena, que aun a pesar de disponer de mayoría absoluta no cuenta con el apoyo de la mitad de su grupo municipal. Los responsables nacionales, regionales e insulares del partido no ven ninguna otra solución después de comprobar que la fractura del grupo de gobierno es irreparable y que Mena se ha atrincherado en la Alcaldía con los suyos y se niega a acatar la orden de entregar el acta amparándose en el amplio apoyo obtenido en las elecciones de mayo de 2019: 9.505 votos, 6.500 más que su perseguidor (CC), y 14 ediles, aunque con una abstención del 62%.

No hay marcha atrás. El PSOE responsabiliza a José Julián Mena y sus más estrechos colaboradores de la decadente imagen que está dando no solo el equipo socialista en el Ayuntamiento de Arona, sino también el comité local, cuyo secretario general es el mismo Mena. Esto hace que el expediente de expulsión conlleve también la disolución de la agrupación local y la creación de una gestora. Es el único camino para sanar la hemorragia interna. Y es que la dirección socialista considera que el órdago a sus directrices no solo viene de la Alcaldía, sino también de la agrupación local, con la participación decisiva de su presidente, Agustín Marichal. La purga debe ser completa.

Vergüenza y estupefacción

Las declaraciones de Marichal, mentor de Mena, de las últimas dos semanas han generado rechazo, vergüenza y estupefacción entre los principales cargos ejecutivos del PSOE. Si ya es difícil de entender que un constructor y hotelero con intereses urbanísticos en el propio municipio sureño presida el partido en Arona, aún son más injustificables las expresiones groseras de Marichal, que avivan el descontento y el incendio político aronero. "Que tengan cuidado porque pueden cargarse al PSOE de Arona", desafió Marichal, solo un día después de que acusara a algunos técnicos municipales de estar "bichaditos", de "mangonear" y de ser "ratitas de la administración" en una entrevista a EL DÍA. Los responsables socialistas consideran completamente inapropiadas y fuera de lugar las palabras de Marichal y sus presiones a los siete concejales que encabezados por Luis García han dado la espalda al alcalde. La salida de Marichal del partido se considera imprescindible para reconstruir el PSOE de Arona.

La tormenta se empieza a gestar desde el momento en que José Julián Mena consigue la mayoría absoluta. El alcalde se encierra en sí mismo y en sus más estrechos colaboradores. Las diferencias con algunos de sus compañeros de partido y de gobierno municipal se hacen cada vez más ostensibles. La crisis se desata el 9 de marzo. Luis García, que llevaba cinco años como concejal de Urbanismo, reúne a todo el grupo socialista. En esa cita denuncia que sufre injerencias por parte del asesor del alcalde, Nicolás Jorge, y el abogado Felipe Campos. Jorge está imputado por los presuntos delitos de prevaricación y malversación en un caso de corrupción urbanística de su etapa en el Ayuntamiento de Granadilla.

La reunión del 9 de marzo

Ese 9 de marzo, Luis García pide apoyo al alcalde, delante del resto de concejales socialistas, tras recibir unas grabaciones en las que Campos lo desautoriza. En uno de esos audios, se escucha cómo el abogado, acompañado de la hermana de José Julián Mena, ofrece su mediación a una veintena de propietarios de 250.000 metros para promover una unidad de actuación que reclasificaría las parcelas de rústicas a residenciales en el nuevo Plan General. A cambio, pide una minuta de 50.000 euros por cada dueño y el 5% del valor de la superficie edificable. Campos asegura a estos propietarios que el edil de Urbanismo se excede en sus competencias al anunciar una serie de clasificaciones de los terrenos que competen al pleno. En ese encuentro, García, geógrafo y funcionario del Ayuntamiento de Adeje en excedencia, desvela que Campos también presiona a técnicos municipales para que adopten decisiones favorables a sus intereses, a la vez que recurre a un aluvión de alegaciones y denuncias contra los inversores que no contratan sus servicios.

El alcalde da la espalda a García, al día siguiente pide su dimisión, este la rechaza y el 22 de junio decide destituirlo como responsable de Urbanismo y Patrimonio, aunque García mantiene el acta. El gobierno municipal se parte en dos -seis ediles apoyan a Mena y otros seis a García-, el Ayuntamiento se hace ingobernable y García lleva todas sus denuncias a la Fiscalía de la Audiencia Provincial (2 de julio), que abre un expediente de información para averiguar si estos hechos pueden ser constitutivos de delito.

Las ejecutivas insular y regional -en especial la primera- sabían mucho antes de estos episodios que se estaba gestando un serio problema en Arona. Incluso hubo algunos intentos de mediación. Pero al final la crisis se agrava y la división se hace insostenible. Ángel Víctor Torres, secretario general del PSOE canario y presidente del Gobierno regional, y su homólogo en la ejecutiva insular y el Cabildo tinerfeño, Pedro Martín, intervienen e incluso se desplazan a Arona para hablar con las partes enfrentadas. Es imposible.

Los socialistas despliegan todo su arsenal para intentar un alto el fuego. No es para menos al tratarse de Arona, el quinto municipio más poblado de las Islas -más de 80.000 habitantes-, una de las potencias turísticas del Archipiélago y un municipio en el que el PSOE ha logrado desactivar la hegemonía de Coalición Canaria con una victoria en el anterior mandato y una mayoría absoluta en el actual. De ahí que la dirección nacional envíe a Arona a uno de sus hombres fuertes, no a un simple fontanero. Santos Cerdán, secretario ejecutivo de Coordinación Territorial y diputado nacional de la máxima confianza del secretario general socialista, Pedro Sánchez, viaja a Tenerife. Se reúne el martes 7 de julio con los 14 concejales en un hotel. Sale muy preocupado y con la certeza de que la única salida es una decisión contundente. Hay que cortar de raíz. El sábado 11 de julio se comunica la decisión: la dirección del partido nacional, regional e insular exige a Mena y García que entreguen sus actas y abandonen el Ayuntamiento. García pone su cargo a disposición del partido pero Mena desoye la orden y se rebela.

La Ejecutiva Federal quiere que la dirección insular y regional tutele la resolución del conflicto. El problema se aborda en la reunión que celebra la Ejecutiva de Tenerife el jueves, hasta altas horas de la noche. No se adopta ninguna decisión firme en espera de que José Julián Mena recapacite y dé al final un paso al costado. El PSOE tinerfeño desea evitar a toda costa el desgaste que supone un expediente de expulsión. Quiere apurar las mínimas opciones que quedan para que eso no ocurra. Los dirigentes, sin embargo, son conscientes de que es muy improbable y de que están abocados a tener que cortar por lo sano.

El último intento

A la desesperada, la misma noche del jueves, un miembro de la Ejecutiva de Tenerife, a título personal, mantiene conversaciones telefónicas con Luis García y algunos de los concejales que lo apoyan para ver si queda alguna opción de reconciliación. La respuesta es un "no" rotundo. O se van Mena, Marichal y sus colaboradores más estrechos o no hay nada que hacer. Los concejales están hartos y los ataques y amenazas de Agustín Marichal los han enfadado todavía más. Ahora queda saber cuándo se producirá la expulsión de Mena y la intervención del comité local, y quién pilotará la reconstrucción.