Manuel Tapia ejercía como capataz de la obra del polémico hotel de La Tejita, en la costa de Granadilla de Abona, y esperaba trabajar allí durante los próximos tres años junto a otras muchas personas. Considera que todo lo vivido tras la ocupación de dos grúas y la posterior paralización de los trabajos "ha sido muy extraño y desagradable". Pese a que temen haber perdido definitivamente sus empleos, Tapia dice que los afectados también tienen "la esperanza de que la obra se reinicie; esa es nuestra ilusión".

"Un día llegamos a la obra, a las 7:30 de la mañana, y nos encontramos con un chico y una chica instalados con sus pancartas en las grúas, que quedaron inoperativas. Todo se paró hasta que las autoridades nos dieron permiso para seguir trabajando en otras zonas, con nuevas labores, porque las grúas son fundamentales para una obra como esta", indica.

Con 63 años recién cumplidos, afirma que nunca antes había vivido una situación igual: "A mí me han parado obras por la crisis del sector, por falta de financiación... pero por algo así, en una obra con todas sus licencias, nunca lo había visto antes. No sé si habrá ocurrido en algún otro sitio. Aquí lo vivimos con perplejidad".

Subraya que los trabajadores habían tratado de aislarse de la polémica que rodeaba a la obra: "Somos profesionales de la construcción, contratados para desarrollar una labor en una obra legal, con sus licencias y permisos. Por eso no habíamos estado inquietos".

Tapia, residente desde hace 18 años en Granadilla de Abona, llevaba nueve meses trabajando en el hotel de La Tejita, un proyecto que, en su opinión, "no daña el entorno y está bien integrado junto a un núcleo ya consolidado".

A partir del inicio de las protestas de las grúas, Tapia sostiene que los trabajadores han vivido "asustados y preocupados por la situación y por lo que significa quedarse sin trabajo en los tiempos que corren. Estas personas tienen hijos, hipotecas... y es muy duro perder el trabajo y ponerse a buscar otro en la situación actual. En mi caso, con mi edad y con el puesto que ocupaba, lo tengo muy difícil. Llevo días sin descansar. Estoy en shock, como noqueado, como mis compañeros".

"He vivido varias crisis, la de 1991 y la de 2008, pero en la situación actual estoy muy asustado y preocupado, al igual que todos mis compañeros, que son residentes en Tenerife y la inmensa mayoría nacidos en la isla. ¿Qué hacemos ahora? Son muchos proyectos de futuro afectados. Es muy triste y doloroso, porque hay personas que han invertido pensando en el trabajo que iban a tener en los próximos años", lamenta Tapia.

El capataz de la obra niega que durante el estado de alarma se trabajara a un ritmo más elevado de lo habitual en el hotel de La Tejita: "Cuando empezó, el 14 de marzo, el lunes siguiente fuimos a trabajar, pero nos mandaron a casa, pese a que no era obligatorio parar el sector de la construcción. Estuvimos un mes sin trabajar y cuando reiniciamos la obra se hizo con menos personal, por las medidas de prevención de contagios".

"Sentimos que los protagonistas de esta historia han sido esos chicos. Los trabajadores nos hemos sentido bastante ignorados, con gente que nos decía que nos fuéramos de la obra como si fuéramos esquiroles. Fue una situación muy desagradable", plantea.

"¿Qué hacemos ahora en esta situación de desamparo? Nadie se ha preocupado de nosotros en este tiempo. Por ahora hemos perdido el trabajo y el futuro lo vemos muy negro", sentencia,

"Contra la empresa no podemos decir nada -añade Tapia-, entendemos la situación. No nos pueden reubicar en otro sitio: si las grúas no funcionan, los gruistas están despedidos. Las empresas no son ONG".

Las imágenes de los activistas saliendo en libertad de los juzgados, entre aplausos, también han causado sorpresa entre los trabajadores. "¿Hasta dónde llega la legalidad?", se pregunta Tapia.