Victoriano Hernández Trujillo nació el 19 de enero de 1922 en el seno de una familia humilde, con nueve hijos, que residió durante décadas en una finca dedicada al cultivo de plataneras en El Pinito, la zona que ocupa actualmente la Urbanización El Drago. De su padre, agricultor a principios del siglo XX en Tenerife, decía que "fue un esclavo igual que todos"; un hombre que, con mucho esfuerzo, logró comprar sus propias tierras en Los Gómez, en La Florida, donde Victoriano comenzó a trabajar con apenas 11 años de edad. Tras una vida dedicada al agro, falleció el pasado 30 de junio de 2020 y deja una brillante aportación a la preservación de las técnicas de cultivo ancestrales y a la conservación de semillas de variedades locales. La Orotava, que lo designó candidato al Premio Tenerife Rural en la categoría de Conservación de la Biodiversidad Agraria y los Agrosistemas Tradicionales, espera que el Cabildo aún le brinde un reconocimiento póstumo a este auténtico sabio del campo.

Victoriano fue "el corazón de una saga conectada a la tierra", compuesta por 8 hijos, 16 nietos y 6 bisnietos, que "ha conservado un legado cultural ancestral relacionado con los alimentos y los modos de producción tradicionales", según explica el Consistorio villero en la memoria que justifica su candidatura a los Premios Tenerife Rural. Pese a su edad avanzada, siguió hasta el último día "gestionando y supervisando sus tierras, ocupando un lugar icónico en su estirpe y en la vecindad".

Victoriano fue "ejemplo vivo del respeto hacia los agrosistemas y la biodiversidad agraria". A lo largo de su trayectoria demostró tener "un conocimiento exhaustivo de la naturaleza cercana y su universo" y ha sido "un transmisor fiel del patrimonio agrario de gran significación para la cultura canaria", concluye el Ayuntamiento.

El currículum vital de Victoriano Hernández abruma, más allá de títulos y honores. Durante casi 90 años desarrolló diversas labores tradicionales en el ámbito agrario y atesoró un conocimiento destacado del cultivo de la platanera; la producción de papas, mediante el cultivo tradicional en surcos entre claros del cultivo de la viña, y sobre el ciclo de cultivo de diversas variedades que le permitió, durante décadas, obtener varias cosechas anuales.

Conservó en sus tierras el cultivo de la viña en cordón trenzado, un sistema de conducción ancestral de gran valor patrimonial del que obtenía sus propios vinos, que han recibido más de una decena de premios en concursos locales.

Durante gran parte de su vida cultivó multitud de hortalizas y verduras para autoconsumo o venta, "lo que demuestra su profundo conocimiento sobre los diversos ciclos de cultivo, los modos de producción y las variedades locales y foráneas de muchas especies como bubangos, calabazas, coliflor, zanahorias, perejil, habichuelas, lechugas, coles, pimientos, chayotas, cebollas, judías, batatas, boniatos, acelgas, escarolas o cereales como el millo".

Para completar su capacidad de producción de alimentos y su gran conocimiento acerca de la biodiversidad agraria, en sus tierras también han existido desde hace décadas frutales como las papayas, los naranjeros, los limoneros, los nispereros, los ciruelos, los guayaberos y durazneros.

Entre las prácticas culturales que ha desarrollado en su particular agrosistema destaca la obtención de hebras de junco para atar la viña. Durante mucho tiempo realizó el procedimiento tradicional de segarlo en verano, remojarlo y majarlo. Tras la fase de secado al sol, usaba el junco para amarrar los cordones trenzados de sus tierras.

El expediente municipal detalla que "entre las labores agrarias que conoció y realizó es de especial mención el atendimiento a varias cabezas de ganado caprino para obtener la leche de consumo propio, el cuidado de gallinas y cochinos para completar la dieta familiar y la producción de miel propia y cera de abeja, con la gestión de unas doce colmenas que trasladó, durante años, a las cumbres de La Orotava para obtener la preciada miel de retama".

Un calendario propio. A lo largo de su trayectoria vital aprendió también a interpretar el microclima que se desarrolla en sus tierras llanas y fértiles, y acumuló "una profunda conexión con los fenómenos meteorológicos y las estaciones, lo que le permitía predecir el momento idóneo para sembrar y cosechar". En su mente guardaba un calendario agronómico propio y contextualizado en el ámbito geográfico que domina, la zona de Los Gómez, en La Florida, que "sabiamente supo transmitir a sus ocho hijas e hijos, de manera que en cada momento del año existe un trabajo específico".

La selección y conservación de semilla generacional es otra de las justificaciones destacadas que lo convertían en "el mejor candidato", a ojos de la Villa. "Su capacidad para elegir el simiente ideal y conservarlo en el lugar adecuado han garantizado la permanencia de sus tierras sembradas y su contribución a un agrosistema tradicional dinámico", explicaba el Consistorio.

El objetivo de la candidatura de Victoriano a los Premios Tenerife Rural, propuesta por la Concejalía de Agricultura del Ayuntamiento de La Orotava, dirigida por Alexis Pacheco (CC), era "reconocer públicamente la trayectoria de este vecino de La Florida por su contribución a la conservación de la biodiversidad agraria y de los agrosistemas tradicionales, debido a su brillante aportación a la preservación de las técnicas de cultivo ancestrales, a la conservación de semillas de variedades locales y a la transmisión de todo su conocimiento a las generaciones posteriores". Su reciente fallecimiento truncó este homenaje en vida y privó a la Villa de 98 años de conocimientos sobre la agricultura tradicional.

Propuesta municipal. Sin embargo, el Consistorio villero espera que el Cabildo "mantenga la propuesta y, si se considera oportuno, ante todos los valores y méritos que atesoraba el fallecido, se le conceda el premio a título póstumo". En el expediente que justifica su candidatura se citan algunas de las frases de un hombre tan humilde como sabio, que sabía reconocer, sin dramatismo, el inexorable paso del tiempo: "Soy el mayor de por aquí, ya todos se han ido". Que consideraba la agricultura como una forma de ver la vida: "Según nosotros morimos, la viña también se muere". Y que en estos tiempos de pandemia, también tuvo tiempo para relacionar el coronavirus con lo que mejor conocía: "Esto mejorará, pero esa plaga se quedará igual que se quedó el bicho de la papa".