El primero en votar fue Pol. El sentido de su voto estaba más que claro. Pol es un hombre entregado al alcalde Mena, un tipo agradecido y leal: profesor de Educación Física, Mena lo reclutó y lo sacó de dar clases al piberío en el colegio público de Playa de las Américas y lo convirtió en concejal de Educación con mando en plaza en asuntos culturales. Como presidente del patronato municipal de Cultura. Pol hizo un buen trabajo, resolvió muchos problemas sin crear conflictos y a pesar de su carácter retraído y circunspecto, su resolución y capacidad de trabajo -es el concejal que más horas dedica al Ayuntamiento- le ganó el afecto de la gente. Una encuesta realizada por el PSOE de Arona le atribuyó, al final del pasado mandato municipal, ser con diferencia el concejal más valorado por los vecinos. Tras la segunda victoria, esta vez por mayoría absoluta, Mena decidió nombrarlo portavoz del grupo municipal y responsable de Contratación y Obras, el puesto clave en el organigrama mental del alcalde: Mena necesitaba a alguien que no discutiera sus decisiones, un ejecutor disciplinado, un hombre dispuesto a dar la cara por el alcalde, y eso es exactamente lo que Leopoldo Díaz Oda -“yo estoy aquí para proteger a mi alcalde”- iba a darle. Su voto en contra de la propuesta sobre el suelo de Chayofa no fue una sorpresa para nadie…

La expectación estaba concentrada en lo que haría Dácil León, separada apenas por una butaca de José Luis Gómez, uno de los cabecillas montescos, taciturno y apagado durante toda el pleno. Dácil fue la segunda en ser llamada a votar por el alcalde Mena, y demoró voluntariamente su respuesta: tardó algunos segundos, que se hicieron eternos en el auditorio del Centro Cívico de Cabo Blanco, donde se estaba celebrando el primer pleno municipal tras el cese de Luis García como concejal de Urbanismo. Cuando Dácil pronunció secamente el No, votando en el mismo sentido que Pol Díaz, el suspiro del alcalde ante su propio micrófono, agigantado en el silencio de una sala enmudecida, fue elocuente: en ausencia de Luis García, que no quiso asistir al pleno donde Mena comunicaría su cese, y de Sebas Roque, que no pudo asistir por un problema de salud de su madre, la mayoría socialista del ayuntamiento se mantenía unida.

Mena no fue el único que respiró aliviado: al fondo del auditorio, a mano izquierda, dos espectadores también separados a butaca mediada por razones higiénicas, el asesor de Mena, Nicolás Jorge, y el mentor del alcalde, Agustín Marichal, constructor y hotelero que años atrás había convencido a Nicolás para dejar Granadilla e instalarse en Arona, también respiraron aliviados. Para ambos, la supervivencia política de Mena significaba también mantener su propio estatus en el partido e influencia en las decisiones.

La propuesta de Antonella

Y lo que se estaba votando, el rechazo a una propuesta para proteger los terrenos de Los Llanos de Chayofa de la especulación urbanística, presentada por la concejal de Sí Podemos Arona, Antonella Aliotti, no era precisamente un asunto de los de menor enjundia, no solo para el grupo municipal socialista, sino para todos los partidos de Arona.

No debiera sorprender, entonces, que el PSOE votara unido, con el apoyo de los concejales de Ciudadanos por Arona y Ciudadanos -y la abstención del PP y Coalición-, la propuesta de la concejal Aliotti, afincada en el Sur tinerfeño desde hace años, pero aún con marcadísimo acento italiano.

Antonella es una de esas personas convencidas del valor de lo que hacen, activista desde muy joven en el catálogo de causas perdidas que no suelen interesar a los partidos que aspiran a gobernar. Su propia presencia como concejal en Arona resulta exótica y casual: la coalición por la que se presentó, Sí Podemos Arona, solo obtuvo un concejal en las pasadas elecciones, y no fue ella, sino el activista Julio Concepción, representante de Sí Se Puede, que en Arona se presentó haciendo mix con Podemos. Vecino de un barrio humilde de Cabo Blanco, comprometido con el movimiento LGTBI y con la defensa del patrimonio etnográfico de Arona, Concepción tenía más pegada entre los votantes de izquierda que la desconocida italiana Aliotti, más conocida en Adeje. Concepción había sido animador sociocultural del municipio y organizó varios campamentos de verano. Fue él quien recogió el acta, pero tras firmarse el Pacto de las Flores, fue inmediatamente fichado por Noemí Santana y pasó a ocupar la plaza de director general de Igualdad, uno de los dos únicos hombres del equipo de la consejera. Luego tuvo alguna desavenencia con Santana y no duró mucho, aunque sí lo suficiente para ser sustituido por Antonella, una ecologista independiente, masajista y monitora de fitness en el Club Náutico de Puerto Colón, implicada en la lucha contra los desahucios y, a defensa del medio natural… El único voto en toda Arona a favor de proteger Los Llanos de Chayofa.

Recalificación milmillonaria

Podría decirse, de hecho, que la propuesta de la concejal Aliotti, incorporada días antes entre burlas de Pol al orden del día del pleno, tenía muchísimo que ver con el conflicto interno desatado en el PSOE desde hacía meses y que acabó provocando el cese de Luis García: detrás de toda la guerra política y judicial organizada en Arona, detrás de los conflictos entre capuletos y montescos, detrás de los movimientos de empresarios y abogados en todo este asunto, la gran movida es decidir el futuro de una parcela de 637.385 metros cuadrados, situada encima de la autopista TF-1, que figura en el catastro como suelo rústico agrario (esa es la calificación que tiene en el Plan General del 92), y que el planeamiento en proceso de elaboración quiere cambiar, permitiendo el uso residencial, turístico y de ocio de ese suelo. El conflicto con esos terrenos, cuya propiedad se atribuye al influyente y poderoso pionero en la transformación turística del Sur tinerfeño, Santiago Puig, se produjo desde el inicio de la turbulenta tramitación del Plan General de Ordenación de Arona, salpicado por decenas de denuncias ante los juzgados, protagonizadas muchas de ellas por el letrado Campos -cuyo despacho lideró también la oposición al PGOU de Santa Cruz de Tenerife- y que ahora ha instalado su bufete en Arona. Las denuncias concluyeron, en lo contencioso-administrativo, con una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Canarias que liquidó el segundo intento de aprobar el planeamiento. Y no sólo: también hubo causas penales: el plan explica lo ocurrido en los casos Arona I y Arona II, con alrededor de cuarenta acusados por delitos de corrupción, que concluyó con penas de inhabilitación para varios exalcaldes del municipio.

En la actual memoria del documento de bases de esa gigantesca parcela, en exposición pública, se propone “la ubicación de nuevos desarrollos turísticos” que se alternarían con usos de ocio y esparcimiento. En Arona se cree que la propiedad ha negociado con un grupo inversor -al parecer catalán- que representa a una importantísima firma mundial de capital israelita, especializada en parques de atracciones, con la intención de poner en marcha un gran parque acuático. Si así fuera, el fututo parque lindaría con su directa competencia, Siam Park, propiedad de la familia Kiessling, que hoy prácticamente monopoliza en las islas los grandes parques temáticos, acuarios, zoológicos y otras atracciones. La recalificación de los terrenos podría suponer un negocio que algunos empresarios cifran en hasta dos mil millones de euros, probablemente la mayor operación de recalificación jamás realizada en el Sur de Tenerife.

El futuro de esa concreta recalificación -quién la gestionará y cómo se rentabilizarán las plusvalías que genere- es la leña que mantiene activo desde hace años el creciente incendio que arrasa al PSOE y al resto de los partidos de Arona. Es también el motivo de la división de los empresarios del lugar, hartos de que sólo algunos “piquen fuerte en el negocio” y los demás precisen contratar servicios recomendados para repartirse cuatro migas de ese gran bizcocho que será el futuro Plan. Un plan que no acaba de arrancar después de dos intentos frustrados por la Justicia y del encargo de una nueva redacción, ya finalizada, abierta desde hace meses a la colaboración del resto de los partidos. Un plan cuya próxima redacción parecen conocer mejor personas ajenas al consistorio que los encargados de gestionar el proyecto. Un plan, en fin, que ha provocado un cisma interno para el que no se vislumbran salidas sin un daño definitivo.

Pendientes de la respuesta que Ángel Víctor Torres ofrezca este lunes a los disidentes enfrentados con el alcalde, tras evacuar consultas con todas las partes, las soluciones parecen tres, y ninguna es buena: la primera es que los montescos asuman el cese de Luis García, pero a cambio el alcalde acepte entregar la cabeza de Nicolás Jorge y elimine todos los pases de privilegio a la información municipal, incluso los de su gente más próxima. No parece que esa solución vaya a ser aceptada por los disidentes. Otra fórmula es que el partido invite a Mena a irse y proponga como posible sustituta a la número dos del consistorio, Dácil León. Parece difícil que Mena y su guardia pasen por permitir tal inmolación. La tercera, probablemente la solución más traumática para todos, montescos y capuletos, y para un PSOE que se enfrenta a la pérdida de Santa Cruz, es que se presente una censura contra uno de sus alcaldes más populares, que firmarían los siete díscolos, y contaría con el entusiasta apoyo de Coalición, el PP, Ciudadanos por Arona y Ciudadanos. Mientras llega el lunes, los dos bandos montan capilla a la espera de saber quién pondrá al final el muerto necesario.

Probablemente lo ponga la Justicia: hay quien cree que lo que ocurre en Arona es un problema político enredado en un conflicto de intereses económicos de grandes empresarios y empresarios menos grandes. En parte es así… Pero en este país, cuando alguien acude a los tribunales, el tiempo se para, y las opciones se reducen. Si es verdad, aunque sólo fuera en una pequeña parte, lo que todos chismorrean en voz baja en Arona.., entonces, tras la denuncia de Luis García, lo único seguro es que nada volverá a ser igual.