Damián Marrero Real nació en Puerto de la Cruz en 1968. Se licenció en filosofía y fue profesor de esa materia en Secundaria durante 27 años. Docente vocacional, amante de la música y los libros, cantante en una coral durante años y propietario de una biblioteca personal con más de 7.000 volúmenes. Acaba de publicar 'Crónicas del aire'. Su último libro es la historia novelada de la enfermedad y el trasplante que le dio "una prórroga vital" después de que la tiza de las pizarras donde escribía sobre Schopenhauer, Nietzsche o Séneca le destrozara silenciosamente los pulmones.

Marrero recuerda que le diagnosticaron una neumoconiosis intersticial producto de la inhalación de cal y su "hipersensibilidad de base". Recuerda que su único contacto con la cal era "el polvillo de tiza que flotaba continuamente en el aula. Tenía en mi último centro un aula específica de filosofía y pasaba muchas horas seguidas en aquel entorno sin que fuera consciente de que me perjudicaba. Al principio notaba una especie de alergia, irritación y estornudos, pero no le di importancia".

Hace dos años empezó a tener síntomas de cansancio, ahogo y disnea que fueron de menos a más. "Pensé que era algo relacionado con no hacer ejercicio o un catarro mal curado. Cuando ya no fui capaz de subir las escaleras del instituto o las flemas al levantarme por la mañana me inundaban los bronquios, produciéndome un auténtico colapso respiratorio, me di cuenta de que aquello no era normal", detalla.

Lo más difícil de todo el proceso vivido fue la rapidez con la que todo fue a peor: "En un par de meses experimenté un agravamiento de tal calibre que pasé de participar, con muchísimas dificultades, en un viaje cultural con un grupo de bachillerato a Madrid a estar postrado en una cama de un hospital casi sin poder respirar".

Y lo más gratificante de esta dura experiencia, "haber sobrevivido gracias a la maravillosa sanidad pública española, y al hecho de ser uno de los países punteros del mundo en trasplantes y donaciones. Pasé de estar convencido de que mi vida se había acabado recién cumplido los 50 años a gozar ahora de una prórroga de vida que pienso aprovechar al máximo. En el camino, cuando uno ve lo que ve, las prioridades de vida cambian por completo".

En el HUC le hicieron las pruebas pre trasplante que debían enviar a Madrid, al Hospital '12 de octubre'. Y no fueron demasiado alentadoras: "Mi punto fuerte era que yo no tenía ninguna otra enfermedad. No haber fumado nunca jugó a mi favor. Después de muchas dudas, el '12 de octubre' decidió aceptarme para realizar más pruebas, sin que las tuvieran todas consigo. En diciembre de 2018 me trasladaron en una avioneta sanitaria a Madrid e ingresé directamente. Estuve un mes hospitalizado y otro mes en un programa de rehabilitación. Al final decidieron ponerme en lista de espera pero mi margen de aguante era muy poco. Esos meses era un discapacitado en casi todos los aspectos. Iba en silla de ruedas y de todas las funciones básicas, desde levantarme de la cama, ducharme o comer tenía que ocuparse mi pareja".

Tras dos meses en lista de espera, el 27 de abril de 2019, llegaron los ansiados pulmones compatibles, "gracias a una generosa familia donante". Marrero tuvo la suerte de que el postoperatorio "fue bastante bien", empezó a recuperar la masa muscular y a los cuatro meses del trasplante, el 16 de agosto de 2019, regresó a Tenerife en un avión comercial por su propio pie y respirando como una persona normal.

La idea de contar su historia en 'Crónicas del aire' surgió cuando le trasladaron a Madrid: "Allí recuperé la esperanza que había perdido. Hasta entonces estaba muy deprimido y sin ningún proyecto vital. Pero estando allá, y también como una forma de terapia, me decidí a anotar todo lo que pasaba, veía y sentía. Eso me permitió encarar el durísimo proceso de la lista de espera, donde la enfermedad avanza sin remedio, como si fuera el personaje de una novela cuyo argumento transcurría sin que tuviera el más mínimo control sobre el mismo".

Define su libro como una "narrativa desde el límite de la vida". Está escrito en tercera persona, como una novela, pero todos los personajes y acontecimientos son reales. Como los médicos y pacientes que aportan su visión ?humana del proceso.

Cuando el libro cubra gastos, su propósito es colaborar con la Fundación Pulmón Madrid TX, "cuyo objetivo es fomentar la donación de órganos y el apoyo psicosocial a las personas en lista de espera o postoperatorio". Y ha elegido una ONG de Madrid porque hasta allí deben viajar los candidatos canarios a trasplante pulmonar.

Pese a que el Servicio Canario de Salud aporta recursos a los candidatos a trasplante que van a Madrid, "la situación de los canarios es especialmente compleja. Fundamentalmente por la lejanía, ya que el candidato tiene que estar acompañado siempre por una persona que debe dejarlo todo por ese cometido. Normalmente son parejas o familiares que sufren la ruptura absoluta con el resto de vínculos durante un tiempo indefinido, a veces incluso años".

"En ocasiones, por dificultad económica, tienen que vivir en pisos sociales en condiciones nada favorables. Todo esto hace que los canarios pasen ese proceso con una angustia, soledad y desasosiego añadido que suele pasar mucha factura durante la enfermedad, que ya de por sí es bastante dura", detalla Damián Marrero.

"Cuando te trasplantan un órgano, tu vida cambia por completo. Pasamos a ser inmunodeprimidos para siempre, ya que es la única forma de que tu cuerpo no rechace el órgano. Nuestras defensas están bajas y somos susceptibles de contraer infecciones y otras enfermedades con facilidad. Necesitamos un cuidado estricto. El caso pulmonar es más delicado aún porque es un órgano abierto al exterior. La medicación necesaria tiene un impacto constante sobre otros órganos y estamos sujetos a un control continuo. Debemos tener higiene estricta y mantener el tono físico. Pero son imponderables que se terminan incorporando a la vida. Es un precio que se paga con gusto por seguir entre los vivos", afirma.

Cuidarse lo considera un deber moral: "Tengo una enorme responsabilidad. Primero con la familia del donante, que ha dado oportunidad a otras personas para que sigan viviendo; con la enorme inversión que la sanidad pública ha hecho en mí, y con todas las personas que me quieren y a las que quiero. Hay personas que no llegan al trasplante porque mueren en la lista de espera. Si yo he tenido esta oportunidad, mi agradecimiento absoluto se traduce en defender estos pulmones hasta que sea posible".

Con su vida recuperada, llegó la pandemia: "Ha sido terrible. Estoy familiarizado con las UCI o el funcionamiento de un hospital, y ver el colapso que se ha producido, la actitud sobrehumana del personal sanitario, imaginarme la angustia de los enfermos en un escenario desbordado y dantesco ha sido doloroso". Y añade: "Hay que tener en cuenta que, desgraciadamente, no solo han muerto unas 27.000 personas víctimas del coronavirus, sino que a eso hay que sumar las víctimas de trasplantes que no se han podido realizar, intervenciones quirúrgicas suspendidas o tratamientos interrumpidos. La tragedia humana es más descomunal de lo que pensamos".

Este luchador con pulmones nuevos anima, en tiempos de Covid-19, a "valorar las cosas importantes de la vida antes de que nos ocurra algo grave, que más tarde o más temprano, dada muestra condición mortal, ocurrirá".