"Soy un rara avis en mi familia", admite Pepe el Cura de Añaza cuando explica que es el quinto de seis hermanos; el único sacerdote o religioso de su entorno. Con los pies en el suelo, sin exceso de misticismo, pero sabedor "de quién nos da la fuerza", agradece a Dios que en la actualidad disfruta de sus padres, a los que se refiere con admiración. Recuerda las horas que su progenitor pasó al frente del volante del camión con el que trasladaba material de construcción mientras su esposa sacaba adelante a sus hijos y su casa en Icod de los Vinos, en el Norte de Tenerife.

Pepe el Cura nació en la Ciudad del Drago, la misma donde nacieron sacerdotes como Mauricio González o Lucio González Gorrín, al que se refiere con admiración como una persona clave en su discernimiento vocacional. De hecho, asegura que él tuvo una "historia propia de adolescente" de su época, y pudo disfrutar de los retiros que se organizaban desde la parroquia con el objetivo de dar una respuesta sociales a quienes demandaban ayuda, llegando a formar parte del grupo Emaús, que fue un referente en el apostolado de la época por la fuerza y el protagonismo que daba la Iglesia a los jóvenes hace unos 35 años. A partir de ahí, Pepe entra en el Seminario Diocesano de La Laguna, siendo destinado a La Palma como presbítero, para luego continuar el desempeño de su ministerio en El Hierro y la Cruz del Señor, en Santa Cruz, y desde hace trece años, en Añaza.

"Sé donde tengo la raíz", dice el sacerdote en un eufemismo para referirse a Dios, y la plena confianza para superar la impotencia, pues se muestra convencido de que "todo pasa como él quiera". Pepe prefiere predicar con el ejemplo y siempre utiliza la primera persona del plural para englobar a "toda la gente buena" que colabora y echa una mano en todos los proyectos que se articulan desde la Fundación Buen Samaritano. Advierte de la incidencia que ha tenido la crisis sanitaria del Covid-19 en los dos barrios en los que convive a diario. "Solo en Añaza, en los casi tres meses de confinamiento se ha duplicado la demanda de ayuda alimentaria". Aunque la incidencia es menor en Los Gladiolos -en número-, Pepe el Cura no oculta su preocupación por el incremento: de quince familias se han pasado a casi medio centenar de demandantes de ayudas, un temor que comparte en previsión de la crisis sociales que algunos temen que tenga una especial incidencia a partir de septiembre, de ahí su preocupación en intervenir y formar desde ya.